Entre un 42 y 98% de los pacientes con enfermedad deParkinson (EP) conviven con algún tipo de trastorno del sueño. Además, en muchas ocasiones, este tipo de trastorno se incluye dentro de los síntomas no motores de esta enfermedad neurodegenerativa.
Saber la causa de estos trastornos es complicado. No obstante, se pueden clasificar como primarios cuando se deban a la neurodegeneración de áreas encefálicas que controlan la vigilia y el sueño; o como secundarios cuando tengan su origen en el incremento del tratamiento dopaminérgico y el uso de otros fármacos.
El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en la enfermedad de Parkinson
Según señala el Dr. Francisco Escamilla, especialista en Neurología en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, el trastorno más frecuente en la EP es el insomnio, “en estos casos el sueño está totalmente fragmentado, con despertares múltiples a lo largo de la noche”. Un hecho que incide en que la persona no pueda descansar bien por la noche, afectando en gran medida a su calidad de vida.
Al margen de las disciplinas habituales que se recomiendan a las personas que tienen insomnio, “el paciente deberá cumplir de manera adecuada su tratamiento, realizar determinada actividad física y seguir una dieta propia para un mayor aprovechamiento de la medicación”, afirma el doctor. Además, el neurólogo deberá ajustar el tratamiento al paciente para que este pueda recuperar el mayor número de horas de sueño“, concluye.
DIAGNÓSTICOS DE LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO
Los síntomas no motores, dentro de los que se encuentran los trastornos del sueño, tienen una gran importancia en la calidad de vida de los pacientes y la carga de sus cuidadores.
La mayoría de los pacientes con EP sufren alteraciones del sueño nocturno y/o hipersomnia diurna excesiva, lo que hace esencial tener herramientas útiles para diagnosticar este tipo de trastornos y su gravedad, y poner una solución cuanto antes.
El Dr. Francisco Escamilla señala la anamnesis como método fundamental de diagnóstico
La anamnesis o historial clínico del paciente es, según Escamillas, “el método de diagnóstico fundamental en estos casos”. No obstante, existen herramientas que el neurólogo emplea para valorar estos trastornos: Escala de Sueño o PDSS y Escala de Resultados o Scopa-S.
La escala PDSS evalúa las alteraciones del sueño nocturno y la hipersomnia diurna, “gracias a ella podemos cuantificar hasta qué punto el trastorno del sueño llega a ser severo e impactante en la vida de las personas”, asegura el neurólogo. Por su parte, la Scopa-S, valora la somnolencia diurna más exhaustivamente, aunque, a diferencia de la anterior, no explora posibles causas de las alteraciones del sueño en la EP, y no incluye preguntas sobre alteraciones como la apnea o el síndrome de piernas inquietas.