Lecciones académicas, juegos y actividades culturales, el papel de las aulas hospitalarias

Cuando los niños y adolescentes enferman y son ingresados, los hospitales abren las puertas para ir a sus aulas y poder seguir con su currículum académico al mismo tiempo que se distraen y desconectan de su realidad

Un niño hace un dictado en su habitación del hospital (Foto. H. Niño Jesús)
29 enero 2023 | 00:00 h
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Según el informe ‘¿Por qué se hospitalizan los niños en España?’ publicado en 1996 por la Asociación Española de Pediatría (AEP), la tasa de altas hospitalarias era 60,45 por 1.000 menores de 15 años. Las patologías más comunes son una tonsilectomías o intervención para quitar las amígdalas, infecciones respiratorias y digestivas, y fracturas. En los últimos años la Covid-19 ha tenido un peso importante en las hospitalizaciones, y tampoco tenemos que olvidar que los niños también sufren patologías como el cáncer o accidentes cerebrovasculares. Todos estos niños pasan un tiempo en el hospital, a veces menos de cinco días, otros menos de una quincena y otros en una larga estancia.

Son días, semanas o meses de pruebas, exámenes médicos, tratamientos y rehabilitación. Desayunan, reciben la visita del médico, el tratamiento, comen. Y en esta rutina se incorporan las aulas hospitalarias. “Nuestro objetivo es normalizar el ingreso del niño. Estructura su día a día, le crea rutina y con ello reduce la ansiedad, el miedo y la incertidumbre que pueden sufrir”, explica Paco Díaz, uno de los cuatro maestros del Hospital Virgen del Rocío, a Consalud.es.

El Virgen del Rocío cuenta con unas nuevas instalaciones que les permiten separar a los niños en dos grupos, Educación Infantil por un lado, y Primaria y Educación Secundaria Obligatoria (ESO) por otro. Solo el curso anterior pasaron 2.800 niños por el aula. “Cada día es un reto, la dinámica del hospital marca cada momento, no sabes cuántos niños vas a tener, las edades o las circunstancias. Si el niño va a venir más animado o más triste. Te tienes que planificar sobre la marcha”, indica este maestro.

Marisa Ibáñez: “La idea es que no pierdan ritmo y se incorporen a los colegios correctamente una vez pasen la enfermedad”

El centro sevillano no es el único que cuenta con un aula. De hecho, todos los hospitales tienen una con profesores que, voluntariamente, asisten a los niños ingresados. “Atendemos a 16 servicios hospitalarios, tanto de ingresos como de hospitales de día”, explica Miguel Pérez, director del Colegio del Hospital Niño Jesús, en el que trabajan 14 docentes, ocho de Educación Infantil, Primaria y primer ciclo de ESO; cuatro que dan lengua y matemáticas en el segundo ciclo de ESO, Bachillerato y Formación Profesional, y dos que van a las casas de los niños que están convalecientes en sus domicilios.

Para los menores que están en un proceso hospitalario de media o larga duración, los profesores del los hospitales se coordinan con sus centros educativos. “Tenemos una serie de protocolos y anexos que mandamos a los centros de referencia para que nos manden la documentación”, explica Miguel Pérez. “La idea es que no pierdan ritmo y se incorporen a los colegios correctamente una vez pasen la enfermedad”, añade Marisa Ibáñez, responsable de la Unidad Pedagógica Hospitalaria del Hospital General Universitario Dr. Balmis. Este hospital atendió a más de 6.000 menores ingresados en 2022.

Los niños también realizan actividades lúdicas. “El día es muy largo, no pueden estar todo el tiempo estudiando, necesitan hacer cosa de niños”, indica Marisa Ibáñez. En su hospital los niños disfrutan de actividades musicales, de magia, canto, e incluso les visitan payasos. “En general nosotros siempre hacemos actividades con un objetivo pedagógicos. Son más lúdicos y aprenden de forma más práctica. Tenemos conciertos de música clásica, obras de teatro infantil y juvenil, actividades con museos y bibliotecas”, explica Miguel Pérez.

Aquellos niños que por diversos motivos no pueden ir al aula, bien porque están encamados por una cirugía y no pueden moverse, bien porque están inmunosuprimidos, o bien porque les coincide con el horario de pruebas, reciben la atención en su habitación, individualizada y adaptada a ellos.

LOS BENEFICIOS DEL COLEGIO DEL HOSPITAL

La Psicología ha demostrado que la rutina genera bienestar a las personas, y aleja la incertidumbre que en el día a día se tiene. Imaginad un niño al que la vida le ha dado un periodo de enfermedad que le deja días en el hospital lejos de sus amigos, de su familia, de su casa, de su colegio. Las aulas hospitalarias traen al hospital uno de esos pilares que conforman la vida de un niño o un adolescente. Las aulas donde siguen estudiando y también pasan momentos divertidos les permiten alejar la incertidumbre y normalizar la situación. Además, “niños como los que han pasado por una intervención quirúrgica mejoran y evolucionan más rápido”, indica Paco Díaz.

“Con la actividad rompen con el aislamiento hospitalario y eso emocionalmente es importantísimo”, aporta Ibáñez. Los niños se divierten, aprenden, juegan y con ello se les pasa más rápido la estancia, desconectan de ella. Cada día es un día menos de tratamiento, de enfermedad y de calvario, señalan los profesores. “Además, educativamente mejoran mucho y se incorporar al colegio no con el mismo nivel, sino mejor”, añade Marisa Ibáñez.

Es tan especial para los niños esta etapa y el apoyo de sus profesores, que años después, cuando vuelven para revisiones, no pueden evitar volver a visitar las clases y las personas que estuvieron con ellos durante esos momentos tan difíciles. Y para los profesores y pedagogos es una situación especial. “Son niños que están pasando una enfermedad, se crea un vínculo que va más allá de los asistencial y lo educativo. Y cuando terminan y vienen a revisiones siempre suben a vernos”, señala Paco Díaz. “Es un premio para nosotros poder asistirles, trabajar con ellos y ver sus progresos. Y cuando vuelven después les ves crecer y evolucionar en la vida y es un orgullo haber estado con ellos en un momento tan difícil y haberles podido ayudar”, apunta Miguel Pérez.

“Aquí aprendemos de ellos, nos dan energías. Y es muy emocionante ver cómo mejoran. Entramos juntos de la mano a una cueva oscura por la que caminamos, y yo siempre les digo que, aunque lo veamos todo oscuro, hay salida y que tenemos que hacer todo lo posible por ver esa claridad y llegar a ella”, señala Marisa Ibáñez. Cuando salen del túnel hay abrazos, alegrías y regresos para ver a esos profesores que les apoyaron. “Es muy gratificante profesional y personalmente”, reconocen estos docentes y pedagogos.

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