El Rey Juan Carlos I fue operado el sábado pasado a los 81 años de edad de una operación a corazón abierto en la que se le implantaron tres ‘bypass’ aortocoronarios. Esta operación consiste en llevar sangre distalmente al sitio de oclusión mediante una serie de conductos que se obtienen del propio paciente.
El caso del Rey Juan Carlos que supera los 80 años no es excepcional. Con el aumento de la esperanza de vida cada vez son más los ancianos que necesitan ser intervenidos quirúrgicamente, tanto que la mayoría de los pacientes están en la tercera edad. Pero esto no siempre ha sido así.
“Los procedimientos han mejorado mucho con las cirugías mínimamente invasivas”
En la década de los 80 los médicos y cirujanos eran reacios a operar a alguien a raíz de cierta edad. Por ejemplo, una simple operación de cadera, la más común entre esta población, tenía un elevado riesgo de mortalidad.
Si estas situaciones han mejorado es gran parte gracias a la mejora de los procedimientos. “Las intervenciones y los procedimientos hoy en día han mejorado mucho con las cirugías mínimamente invasivas” explica a ConSalud.es Eduardo García-Granero, presidente de la Asociación Española de Cirujanos (AEC).
Que haya menos riesgo de complicaciones no significa que estén exentos de ellos. Se trata de personas más vulnerables y por tanto propensas a padecer enfermedades cardiovasculares, respiratorias o metabólicas. “Los riesgos fundamentalmente son de tipo cardiovascular, de fracaso de órganos, insuficiencias respiratorias o incluso alteraciones de la conciencia en el post operatorio”, detalla el García-Granero.
Para el presidente de la Asociación Española de Cirujanos antes de operar a una persona de avanzada edad es muy importante “establecer cuáles serán los riesgos e intentar corregir las futuras complicaciones”.
Una de las preguntas que más se hacen los cirujanos antes de operar a una persona de la tercera edad es si existe una edad a partir de la cual ya no se recomienda una cirugía. García-Granero aclara que los pacientes deben ser tratados de manera individual ya que cada enfermedad y cada persona es un caso particular.
“Hay que analizar muy bien el estado del paciente. Cuando se habla de edad hay que matizar entre edad biológica y edad real”, aclara García-Granero. Esto significa que cuando un paciente llega a consulta se debe valorar su estado biológico, las expectativas de vida que tiene y el daño-beneficio que se va a conseguir con la intervención.