Científicos de la Universidad de Washington y Stanford (Estados Unidos), de Cambridge (Reino Unido), y del Trinity Translational Medicine Institute (Dublin, Ireland), han publicado un estudio en la revista International Inmunity en el que han avanzado el desbloqueo de un elemento clave que aclararía cómo el sistema inmunológico en los pulmones logra combatir la tuberculosis.
Este hallazgo, supone “abrir el camino hacia nuevos enfoques terapéuticos para curar la tuberculosis ante la creciente alarma producida por el aumento de la resistencia antibiótica de los microorganismos”. Además, con estos resultados, los autores del estudio confían en identificar fármacos que permitan a estas células inmunes parar el camino de la infección, destruyendo a las micobacterias antes de que la enfermedad engañe al sistema inmunitario para que dañe nuestro propio tejido pulmonar y evitando así que se expanda la enfermedad a través de gotas de aerosol producidas en los episodios de tos.
Asimismo, los científicos han demostrado que interrumpir esta estrategia bacteriana para prolongar la estancia de las micobacterias en los macrófagos residentes promueve la limpieza de la infección.
¿CÓMO ACTÚA LA TUBERCULOSIS
La bacteria que causa la enfermedad es Mycobacterium tuberculosis, que en cuanto entra dentro del organismo a través de las vías respiratorias, provoca una reacción inflamatoria y es tragada por los macrófagos de los pulmones. Posteriormente, los macrófagos y otras células inmunitarias se acumulan en la zona infectada y forman un granuloma, que confina la bacteria y, en condiciones normales, impide que se extienda. Este acto se llama infección latente. En situaciones de inmunodeficiencia, el bacilo es capaz de reactivarse y provocar la enfermedad.
Con estos resultados, los autores del estudio confían en identificar fármacos que permitan a estas células inmunes parar el camino de la infección
Los investigadores, con C. J. Cambier como autor principal, han informado de que el pulmón contiene una población de células inmunes especializadas, conocidas como macrófagos alveolares. Estas son la primera respuesta a las infecciones bacterianas, las cuales consiguen destruir en un 90% a la bacteria de la tuberculosis. Según los autores de esta investigación, esta es la razón por la que sólo entre el 5 y 10% de la población que padece tuberculosis lo desarrolla en su forma activa. Este hallazgo, supone “abrir el camino hacia nuevos enfoques terapéuticos para curar la tuberculosis ante la creciente alarma producida por el aumento de la resistencia antibiótica de los microorganismos”. Además, con estos resultados, los autores del estudio confían en identificar fármacos que permitan a estas células inmunes parar el camino de la infección, destruyendo a las micobacterias antes de que la enfermedad engañe al sistema inmunitario para que dañe nuestro propio tejido pulmonar y evitando así que se expanda la enfermedad a través de gotas de aerosol producidas en los episodios de tos.
Asimismo, los científicos han demostrado que interrumpir esta estrategia bacteriana para prolongar la estancia de las micobacterias en los macrófagos residentes promueve la limpieza de la infección.
¿CÓMO ACTÚA LA TUBERCULOSIS
La tuberculosis es una de las 10 principales causas de muerte en el mundo, que afecta a una cuarta parte de la población mundial y causa la muerte de 5.000 personas al día
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tuberculosis es una de las 10 principales causas de muerte en el mundo que afecta a una cuarta parte de la población mundial y causa la muerte de 5.000 personas cada día. A pesar de estos datos, sólo el 5% de esta poblacióndesarrolla este trastorno en su forma activa dentro de los primeros 2 años. La bacteria que causa la enfermedad es Mycobacterium tuberculosis, que en cuanto entra dentro del organismo a través de las vías respiratorias, provoca una reacción inflamatoria y es tragada por los macrófagos de los pulmones. Posteriormente, los macrófagos y otras células inmunitarias se acumulan en la zona infectada y forman un granuloma, que confina la bacteria y, en condiciones normales, impide que se extienda. Este acto se llama infección latente. En situaciones de inmunodeficiencia, el bacilo es capaz de reactivarse y provocar la enfermedad.