En este plan han participado más de 800 personas, 350 organizaciones y 100 países
En su informe Resistencias del VIH a los Medicamentos 2017, en el que se analiza la situación en 11 países de África, Asia y América Latina durante 2014-2016, la OMS ha constatado que en seis de ellos (Argentina, Guatemala, Namibia, Nicaragua, Uganda y Zimbabue) más del 10% de las nuevas infecciones son producidas por un virus resistente a los fármacos de primera línea más utilizados. Este factor podría hacer retroceder los avances logrados en los últimos años en el control de la pandemia. Para evitarlo, la institución recomienda en su plan que estos países cambien los fármacos que actualmente se prescriben como primera opción terapéutica, el efavirenz y la nevirapina, para administrar dolutegravir, perteneciente a la familia de antirretrovirales más nueva y una de las más utilizadas actualmente en los países con ingresos elevados. Esto ha sido posible gracias a reducciones del precio de este fármaco, que lo hacen asequible para los países de ingresos reducidos.
En el futuro también será imprescindible abaratar los test mediante los que se determina si una persona está infectada
“No se trata sólo de un cambio coste-efectivo, sino que salvará vidas. Si una persona se infecta con un virus resistente a efavirenz, este fármaco no le hará efecto. Esto no sólo será perjudicial para él, sino que además facilitará que desarrolle resistencias a otros fármacos que también debe tomar y transmita estos virus resistentes a otras personas que se verán en la misma situación”, explica Roger Paredes, uno de los investigadores que han desarrollado las líneas estratégicas del plan. TEST DE RESISTENCIAS
En el futuro también será imprescindible abaratar los test mediante los que se determina si una persona está infectada por un virus resistente. “Se trata de una prueba cara hasta ahora, pero en este plan se favorecerá que se genere una carrera para desarrollar métodos más baratos y accesibles”, valora. “Aún así, el coste más alto es el de dar un fármaco no efectivo a un paciente, porque además del drama personal, tendrá repercusiones sociales derivadas del hecho de que no trabaje y no forme parte de la cadena productiva, suponga costes para el sistema de salud, deje hijos huérfanos…”.