Los últimos datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que España es el tercer país con mayoresperanza de vida, con una edad media que asciende hasta los 82,8 años. De hecho, nuestro país tan solo se ve superado por Japón y Australia. "Seguimos manteniendo una posición muy buena en este ámbito, es un dato fabuloso", explica José Luis Enríquez, CEO de Real Life Data y experto en Big Data en salud.
Sin embargo, Enríquez advierte que esta tendencia puede cambiar en los próximos años como consecuencia del aumento de la obesidad. Y es que, según indican las cifras emitidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España se sitúa a mitad de tabla en las tasas mundiales de obesidad en jóvenes, situándose, incluso, como el país de Europa con mayor obesidad infantil. "Esta circunstancia no produce mortalidad a día de hoy, pero lo hará dentro de un par de décadas", señala en declaraciones a ConSalud.es.
"Estamos en la tercera posición global en el ámbito de la esperanza de vida, pero vamos a bajar puestos de manera vertiginosa si no se toman medidas para prevenir la obesidad"
"Estamos en la tercera posición global en el ámbito de la esperanza de vida, pero vamos a bajar puestos de manera vertiginosa si no se toman medidas de salud pública para prevenir la obesidad", asegura el máximo responsable de Real Life Data. De hecho, la problemática se incrementa al observar que una cuarta parte de los españoles padece obesidad.
Por autonomías, el experto en Big Data en salud manifiesta que son cuatro las regiones que presentan unos índices muy elevados: Asturias, Galicia, Andalucía y la Región de Murcia. Por el contrario, Islas Baleares se sitúa como la comunidad con el nivel de obesidad más bajo.
URGE UNA LABOR REGULATORIA
Cuestionado por las medidas que se tendrían que adoptar, José Luis Enríquez afirma que "hay que hacer una labor regulatoria sobre una base de información y educar al ciudadano". En este sentido, propone crear un sistema de colores en el envasado para diferenciar qué alimentos se pueden consumir a diario y cuales no. De este modo, los consumidores serían capaces de percibir de forma clara que los alimentos preparados, con grandes cantidades de azúcar y grasas, no son aptos para un consumo diario.