Resaltar nuestras cualidades estéticas y optimizar el proceso de envejecimiento ha impulsado a muchas personas a someterse a tratamientos de Medicina Estética con el fin de suavizar aquella arruga que nos hace parecer tristes, enfadadosos y cansados, o aquella imperfección que nos crea inseguridades llegando incluso a limitar nuestras relaciones sociales.
La medicina nunca ha sido una ciencia exacta. Cada paciente muestra un cuadro diferente, con hábitos, causas y respuestas que hacen que cada caso sea único. Asimismo, a pesar del avance científico, hay muchas patologías o dolencias sobre las que no se conoce demasiado o no se ha encontrado un tratamiento que obtenga unos resultados eficaces en un alto porcentaje de los casos. Por eso, en medicina, no se puede predecir con exactitud en cuánto tiempo ni en qué grado se podrán solucionar determinados problemas, y su evolución dependerá de un buen número de variables.
En todas las áreas médicas, y en especial en la Medicina Estética, el talento cobra especial relevancia
En el área de la Medicina Estética, sucede lo mismo. Claro ejemplo de esto podría ser la celulitis. Las causas que la producen difieren entre sí, al igual que los hábitos de cada paciente, incluso la propia genética. Por eso, en todas las áreas médicas, pero de manera destacada en la Medicina Estética, el talento cobra especial relevancia. Y es que, los resultados obtenidos en buena parte de los tratamientos médico estéticos están ligados a las técnicas e, inevitablemente, a la “mano” y al “ojo” de los profesionales médico estéticos. Por ejemplo, en tratamientos faciales se busca prevenir y optimizar el proceso antienvejecimiento, así como “abrir” los rasgos para ganar volúmenes perdidos, definición… En definitiva, belleza.
Si bien hay muchos motivos por los que los pacientes deberían optar siempre por confiar en manos médicas para realizarse un tratamiento de estas características -su seguridad y salud es, por supuesto, la principal-, el talento que puede desarrollar un profesional médico que se ha formado en anatomía, que sabe reconocer la tipología del rostro o cuerpo e identificar los procesos químicos y físicos ligados a los mismos, incluso que es capaz de adelantar cómo va a envejecer un rostro para anticiparse y suavizar dicho envejecimiento, es un importantísimo motivo. Un talento que, además, se desarrolla y se ve incrementado a través del constante estudio científico al que solo pueden acceder los profesionales médicos con años de formación y práctica.
De hecho, tal y como ha informado la Sociedad Española de Medicina Estética, “algunos centros estéticos, que no médicos, llevan años ofreciendo servicios que solo pueden ser aplicados por profesionales sanitarios, que cuenten con el título de médico y estén colegiados”. De hecho, desde la SEME denuncian que alrededor de un 58% de los tratamientos son realizados por personas no cualificadas ni autorizadas. Por eso, la SEME recomienda a todas aquellas personas que estén pensando en someterse a un tratamiento médico-estético que lo hagan poniéndose siempre en manos profesionales y que obtengan de su médico toda la información sobre los materiales que se utilizan. De ahí la importancia de que su médico les abra la correspondiente historia clínica y que el paciente solicite las etiquetas identificativas y lean atentamente los consentimientos informados antes de firmarlos.