La comorbilidad entre la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y la Insuficiencia Cardíaca (IC) se da en uno de cada cuatro pacientes y la EPOC no está diagnosticada en, al menos, un 20% de los pacientes con IC. La presencia de síntomas comunes y la interferencia de las afectaciones en las pruebas serían las principales causas del infradiagnóstico y el infratratamiento.
Esta problemática se ha analizado en la I Jornada de Actualización en EPOC e insuficiencia cardíaca, que ha reunido a un panel de expertos para estudiar este hecho y los desafíos que implica. El encuentro ha sido organizado por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el Grupo de Insuficiencia Cardíaca y Fibrilación Auricular, el Grupo de EPOC de la SEMI y la Fundación Española de Medicina Interna (FEMI), junto con la colaboración de la farmacéutica Novartis y se ha dirigido a médicos internistas.
La EPOC y la IC aparecen a menudo de forma asociada, ya que ambas enfermedades comparten factores de riesgo y mecanismos patogénicos comunes. Existe una prevalencia de Insuficiencia Cardíaca en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica del 27 – 32% en nuestro país. A la inversa, la prevalencia de EPOC en pacientes con IC “oscila entre el 20 y el 37%, siendo mayor que en la población general”, ha indicado el Dr. Francisco López García, coordinador del grupo de trabajo de EPOC de la SEMI.
La EPOC y la IC aparecen a menudo de forma asociada, ya que ambas enfermedades comparten factores de riesgo y mecanismos patogénicos comunes
La EPOC es una enfermedad del sistema respiratorio que se caracteriza por provocar obstrucción de flujo aéreo y dificultad para vaciar el aire de los pulmones. Afecta a 2,7 millones de personas solo en España, y causa 15.000 muertes al año. En cuanto a la Insuficiencia Cardíaca, caracterizada porque el corazón no puede bombear suficiente sangre al organismo, se calcula que una de cada cinco personas desarrollará esta patología en algún momento de su vida, siendo la causa más frecuente de hospitalización en mayores de 65 años.
EL RETO DEL INFRADIAGNÓSTICO
El Dr. López García ha recordado la importancia de investigar "la presencia de una EPOC mediante la realización de una espirometría". Asimismo, ha asegurado que la presencia de la enfermedad pulmonar "puede representar un retraso en el diagnóstico de IC y, por lo tanto, en el inicio del tratamiento".
El problema radica en que las afectaciones y síntomas de una patología pueden dificultar la identificación de la otra. En palabras del Dr. José María Cepeda Rodrigo, coordinador del grupo de trabajo de insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular de la SEMI, "para diagnosticar la IC es necesaria una ecografía confirmatoria y para diagnosticar EPOC, una espirometría (prueba que consiste en una respiración por la boca). Por un lado, la ecografía en los pacientes con EPOC a veces resulta ineficaz porque el pulmón interfiere y la calidad de la imagen no es buena, mientras que la espirometría, cuando el paciente está descompensado y congestionado, tampoco es fiable". A pesar de ello, el Dr. Cepeda Rodrigo ha querido recordar que "últimamente contamos con una prueba muy sencilla, la ecografía pulmonar, que nos está ayudando mucho a definir si estamos ante un caso de IC, de EPOC o de ambas".
La dificultad del diagnóstico radica en la presencia de síntomas y afecciones compartidos
El infratratamiento cuando existe esta comorbilidad conlleva una serie de consecuencias. Tal y como ha explicado el Dr. Cepeda Rodrigo, "la presencia de mucha sintomatología, con más disnea (ahogo o dificultad en la respiración), fatiga, entre otros, afecta a la calidad de vida del paciente". Y también incide en el pronóstico en cuanto a supervivencia, "los pacientes con IC con función preservada que reciben un tratamiento correcto tienen una mejoría pronóstica significativa frente a quienes no lo reciben". Ocurre lo mismo a la inversa, "los pacientes que están bien tratados de su EPOC tienen también mejor pronóstico".
La dificultad a la hora de diagnosticar viene dada, por lo tanto, por la presencia de síntomas comunes entre ambas enfermedades, como es el caso de la disnea, que se relaciona con el pronóstico. Además de la disnea, otros síntomas comunes son la tos, la sensación de hinchazón, la fatiga, el decaimiento y la pérdida de apetito.
Según los expertos, el reto más ambicioso consiste en conseguir una disminución de la morbimortalidad del paciente con la planificación conjunta en el tratamiento de ambas comorbilidades. "Los pacientes con EPOC-IC están infratratados a pesar de la existencia de fármacos de probada eficacia para la IC, como los betabloqueantes ", ha asegurado el Dr. Lopez García. A este respecto además, la evidencia del estudio CLAIM8 ha demostrado que la combinación de dos broncodilatadores (indacaterol + glicopirronio) mejora de forma significativa la función cardíaca en enfermos con EPOC que tienen hiperinsuflación pulmonar. Así, el tratamiento broncodilatador podría mejorar la comorbilidad cardiovascular del paciente con EPOC.