Diferentes trabajos han estudiado la influencia de los factores psicológicos en el desarrollo del embarazo y el parto. Es un hecho que estos factores influyen sobre la fisiología de las mujeres y por ello cada vez cobran una mayor importancia en el estudio de las patologías. El embarazo es un periodo de grandes modificaciones metabólicas, hormonales e inmunológicas considerablemente perceptibles por la mujer desde el inicio de la gestación. Pero también desde el punto de vista psicológico, la gestación supone un importante cambio en la vida de la mujer y se hace necesario emplear todos los recursos posibles para que la madre pueda enfrentarse a los cambios del embarazo y del nacimiento.
La muestra ha estado compuesta por 285 gestantes voluntarias y se ha llevado a cabo un estudio de tipo longitudinal, ya que se ha hecho un seguimiento desde el primer trimestre del embarazo y se ha continuado hasta cuatro meses después del parto. Para valorar las diversas variables psicológicas, se han empleado cuestionarios estructurados en tres fases: durante el primer y tercer trimestre, durante el postparto inmediato y durante el puerperio. El enfoque de este proyecto se ha realizado desde un punto de vista interdisciplinar, ya que también han participado matronas de Hospital Universitario de Fuenlabrada.
En este sentido, los investigadores concluyen que la atención integral a las mujeres embarazadas debe contemplar la evaluación e intervención en todos estos aspectos psicológicos, especialmente en los factores cognitivos y las estrategias de regulación emocional de las gestantes, con el objetivo de minimizar el riesgo de desarrollo posterior de los trastornos emocionales durante las fases puerperales.
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Uno de los factores más relevantes de los resultados es la presencia de neuroticismo o inestabilidad emocional
El proyecto “Influencia de los factores psicológicos en el embarazo, parto y puerperio. Un estudio longitudinal”, liderado por investigadores del área de Psicología Clínica de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y financiado por el Fondo de Investigación Sanitaria (FIS), ha analizado diversas variables psicológicas relativas a la personalidad, las preocupaciones del embarazo, las creencias sobre el parto o la posibilidad de depresión postparto, entre otras.La muestra ha estado compuesta por 285 gestantes voluntarias y se ha llevado a cabo un estudio de tipo longitudinal, ya que se ha hecho un seguimiento desde el primer trimestre del embarazo y se ha continuado hasta cuatro meses después del parto. Para valorar las diversas variables psicológicas, se han empleado cuestionarios estructurados en tres fases: durante el primer y tercer trimestre, durante el postparto inmediato y durante el puerperio. El enfoque de este proyecto se ha realizado desde un punto de vista interdisciplinar, ya que también han participado matronas de Hospital Universitario de Fuenlabrada.
Las mujeres muestran una preocupación excesiva, primero por el feto y luego respecto a la atención médica
Los principales resultados que han obteniendo los investigadores demuestran que uno de los factores más relevantes es la presencia de neuroticismo o inestabilidad emocional, ya que las mujeres que tienen puntuaciones elevadas en este factor de personalidad muestran una preocupación excesiva, primero por el feto y luego respecto a la atención médica. “Las matronas juegan un papel clave en este sentido y el trabajo realizado con ellas durante el estudio ha sido determinante”, destaca la investigadora del área de Psicología Clínica de la URJC, Cecilia Peñacoba. Asimismo, los investigadores han observado que la presencia de una mayor inestabilidad emocional durante la gestación está asociada a un aumento de la ansiedad porque las expectativas del parto, que durante el transcurso del embarazo permanecen más o menos estables, tienden a ser ligeramente negativas en el final de la gestación. Estos datos pueden ser interpretados como posibles predictores de depresión postparto.En este sentido, los investigadores concluyen que la atención integral a las mujeres embarazadas debe contemplar la evaluación e intervención en todos estos aspectos psicológicos, especialmente en los factores cognitivos y las estrategias de regulación emocional de las gestantes, con el objetivo de minimizar el riesgo de desarrollo posterior de los trastornos emocionales durante las fases puerperales.
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