El impacto que las olas de calor tienen sobre la salud de la población no está sólo determinado por la intensidad de la propia ola, sino que afectarían también otras cuestiones como el nivel de renta, la existencia o no de zonas verdes o la calidad de la vivienda.
Así lo ha dado a conocer el Instituto de Salud Carlos III, en su último informe sobre 'Determinación de umbrales de mortalidad por ola de calorsegún regiones isoclimáticas en España', en el que se hace referencia a que la temperatura a partir de la cual se define una ola de calor, desde el punto de vista de la salud, no debería basarse únicamente en un percentil fijo para todos los lugares de un ámbito geográfico.
Es decir, que cada territorio debería tener un perentil distinto a la hora de evaluar los riesgos del calor para la salud, de manera que sea más sencillo y efectivo aplicar todas estas variables a la hora de determinar o activar planes de prevención asociados a altas temperaturas.
"Los resultados muestran que la definición de ola de calor es diferente desde el punto de vista de la salud y el meteorológico"
Más concretamente, según el estudio, "los resultados muestran que la definición de ola de calor es diferente desde el punto de vista de la salud (a través del impacto en la mortalidad) y desde el nivel meteorológico, ya que corresponden a conceptos distintos".
Por ejemplo, la definición meteorológica, se obtiene como un percentil de una serie climatológica. Por su parte, la definición en salud, se calcularía en función de la temperatura máxima diaria a partir de la cual aumenta la mortalidad de forma estadísticamente significativa.
El ISCIII hace alusión a que las temperaturas influyen claramente en el impacto a nuestra salud, pero recuerda que también intervienen otros factores "que hacen que en la mayoría de las ocasiones ambas definiciones no coincidan". Es decir, si bien la temperatura puede ser más alta en una región, ello no implica necesariamente mayor mortalidad.
Más allá de los valores que alcance la temperatura máxima diaria, se deberían contemplar aspectos socioeconómicos
Además, tener en cuenta los factores locales más específicos, "podría redundar en una disminución de la mortalidad atribuible a las olas de calor y en la disminución en el número de alertas que se activen cada año como consecuencia de las altas temperaturas en España".
Más concretamente, más allá de los valores que alcance la temperatura máxima diaria, es decir, de la intensidad que tiene esa ola de calor, se deberían contemplar aspectos socioeconómicos. Estos serían el nivel de renta; las características demográficas de la población y su vulnerabilidad; el carácter rural o urbano de cada lugar; la frecuencia con que están sometidos o no a las olas de calor; las infraestructuras urbanas con la existencia o no de zonas verdes; o la calidad de la vivienda.
De hecho, el estudio ha revelado que, en el 52,6% de los casos, el percentil que se usa para determinar si la situación es o no una ola de calor, está en una cifra que no se alcanza si sólo se tiene en cuenta la temperatura. De atender también a los factores socioeconómicos, significaría activar el Plan de Prevención ante olas de calor cuando sí es necesario, "con el consiguiente impacto en la mortalidad", o no activarlo si pese a que la temperatura es alta, el riesgo no lo es.