Hoy por hoy aún no se ha hallado una cura definitiva para el alzhéimer, el tipo de demencia más prevalente e incapacitante, que, según apuntan algunas estimaciones, podría afectar a unos 65,7 millones de personas en el año 2030.
Con motivo del Día Mundial del Alzhéimer, conmemorado el 21 de septiembre, un equipo de investigadores del Cognitive NeuroLab de la UOC propone un nuevo enfoque terapéutico con el que frenar los síntomas de demencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Se trata de un nuevo protocolo de estimulación magnética transcraneal que permitiría intervenir de manera directa en las áreas del cerebro que están siendo afectadas por la enfermedad para detener el proceso de deterioro cognitivo.
Esta nueva propuesta terapéutica, publicada en la revista de acceso abierto BMC Research Notes, se plantea como un ensayo clínico con el que estudiar si este tipo de técnicas no invasivas puede inducir cambios en la actividad cerebral y modificaciones en las redes neuronales a largo plazo, con lo que se convertiría en una intervención clínica prometedora. "Nuestro objetivo es demostrar que este enfoque puede contribuir a frenar el deterioro y aumentar la calidad de vida de los pacientes, mejorando la memoria y otras capacidades cognitivas esenciales para mantener la independencia en la vida diaria", comenta la neuropsicóloga y neurocientífica Elena Muñoz Marrón, directora del laboratorio de investigación Cognitive NeuroLab de la UOC, y autora principal del proyecto.
TRATAMIENTOS PERSONALIZADOS
Para probar este nuevo protocolo de estimulación cerebral, los investigadores plantean un ensayo clínico con 54 pacientes en fases iniciales o moderadas de la enfermedad, seleccionados desde la Unidad de Demencia del Consorcio Sanitario de Terrassa. Esta muestra permitirá probar los beneficios de la estimulación magnética transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés), una técnica de estimulación cerebral no invasiva que consiste en aplicar un campo magnético para estimular las neuronas de las áreas cerebrales afectadas por el deterioro y así facilitar su recuperación. La ventaja de este procedimiento, que ya ha demostrado su eficacia en el tratamiento de patologías como la depresión resistente a fármacos, es que permite crear tratamientos personalizados para cada paciente en función de las áreas más afectadas por el desgaste neuronal.
"Nuestro objetivo es demostrar que este enfoque puede contribuir a frenar el deterioro y aumentar la calidad de vida de los pacientes"
El tratamiento empezará con un estudio individualizado del cerebro de cada paciente mediante resonancias magnéticas. A partir de ahí, los expertos podrán localizar las áreas subcorticales del cerebro más afectadas y, gracias a un estudio de conectividad cerebral y al uso de una técnica de marcado por «semilla», señalarán exactamente en qué áreas específicas de la corteza cerebral debe aplicarse la estimulación. Los investigadores prevén alternar la terapia en cuatro regiones, las cuales están afectadas por la enfermedad de Alzheimer: la corteza prefrontal dorsolateral y la corteza parietal de ambos hemisferios cerebrales.
La estimulación magnética transcraneal se aplicará en sesiones de apenas tres minutos y doce segundos, un tiempo que se aleja mucho de los protocolos convencionales de hasta media hora. El equipo de neurocientíficos responsables de la propuesta plantea diez sesiones de menos de diez minutos de duración que se llevarán a cabo durante dos semanas. La evaluación de los resultados se realizará al terminar el tratamiento y se repetirá al cabo de uno, tres y seis meses para evaluar si los cambios se han mantenido durante este tiempo. "Este tratamiento no es incompatible con otros enfoques terapéuticos. De hecho, en este ensayo clínico proponemos una combinación de estimulación magnética transcraneal con estimulación cognitiva, la cual ya sabemos que ayuda a frenar el deterioro de la enfermedad", señala Muñoz.
PLASTICIDAD CEREBRAL DE LOS PACIENTES
Los investigadores del Cognitive NeuroLab también prevén estudiar la plasticidad cerebral en los pacientes afectados por este tipo de demencia, es decir, la capacidad de sus cerebros de adaptarse a los cambios, mantener la conectividad cerebral, adquirir nuevas habilidades y recuperarse de un daño. «La evaluación de la plasticidad cerebral en pacientes con alzhéimer podría darnos una medida neurofisiológica del estado cerebral de un individuo en la enfermedad. Esta medida podría ser muy útil en la evaluación de la eficacia de las diferentes intervenciones terapéuticas, ya que podría proporcionarnos un indicador objetivo del funcionamiento del cerebro después de un tratamiento y correlacionar este indicador con las mejoras cognitivas, emocionales y funcionales producidas», explica Muñoz.
Por ahora, este proyecto de investigación tan solo se ha planteado en el plano teórico. Pero, según recuerdan los expertos, la mera publicación de este tipo de artículos en revistas científicas supone de por sí un resultado positivo, ya que se asegura que la metodología planteada es correcta. «También valoramos mucho que este tipo de proyectos se publique en revistas de acceso abierto porque así sabemos que todo el que esté interesado en ello puede acceder al contenido y probarlo por su cuenta», comenta Muñoz. «En la investigación de enfermedades como el alzhéimer tenemos que unir fuerzas para que cada pequeña mejora que logramos pueda repercutir en la vida de las personas y así lograr un beneficio social», reflexiona la neurocientífica.