Se estima que 1,4 millones de vidas anuales se habrían salvado en 2019, así como 74 millones de años de vida ajustados por discapacidad, si la población tuviera un acceso adecuado a agua potable, saneamiento e higiene (WASH). Algo tan sencillo como abrir un grifo y que emane agua apta para el consumo humano en países desarrollados, no es una posibilidad para la mitad de la población mundial.
Así lo denuncia un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y un estudio publicado de forma conjunta en The Lancet. Los problemas de acceso a WASH están detrás del 2,5% de las muertes mundiales y el 2,9% del la pérdida de años de vida ajustados por discapacidad, indican los expertos. Una tasa de mortalidad que se triplica en el caso de los menores de cinco años. Según los investigadores, en 2019 fallecieron a causa de un WASH inseguro 395.000 niños, lo que supuso un 7,6% del total de los decesos en este grupo de edad.
Son muchos los problemas asociados a esta barrera y que van en aumento: diarrea, infecciones respiratorias, incremento de los casos de cólera o de la resistencia antimicrobiana. Según el informe publicado, se estima que el 69% de las muertes por diarrea se atribuyen a problemas de higiene; 14% en el caso de infecciones respiratorias; 10% de desnutrición, y la totalidad de la comorbilidad asociada a la helmintiasis transmitida por el suelo, la infección parasitaria del intestino más común a nivel mundial.
La OMS advierte: “Incluso los países de altos ingresos están en riesgo, ya que el 18% de su carga de enfermedades diarreicas podría prevenirse mediante mejores prácticas de higiene de manos”
“Está claro que el acceso inadecuado a servicios de agua potable, saneamiento e higiene sigue representando un riesgo significativo y prevenible para la salud, en particular para las poblaciones más vulnerables”, indica el Dr. Bruce Gordon, jefe de Agua, Saneamiento e Higiene de la OMS.
El problema es la desigualdad existente en el reparto de los servicios de higiene básica y de un lavado de mano con jabón y agua tras defecar. Mientras que el 96% de Europa y el 92% del Pacífico Occidental tienen acceso a higiene básica, el porcentaje cae al 30% en África. En cuanto al lavado de manos tras contacto fecal, la mayoría de las regiones no superan el 30% de su población, solo el continente americano con un 36%, en África la cifra cae hasta el 9%.
Estas tasas se traducen en una mayor presencia de mortalidad en los países de ingresos bajo y medianos-bajos, como son los continentes africanos y la región del Asia Sudoriental. El 89% de las muertes atribuibles a WASH ocurrieron en estas partes del mundo. Sin embargo, insisten desde la OMS, “incluso los países de altos ingresos están en riesgo, ya que el 18% de su carga de enfermedades diarreicas podría prevenirse mediante mejores prácticas de higiene de manos”.
“Con los crecientes riesgos para la salud relacionados con WASH que ya se observan hoy en día a través de los conflictos, la aparición de resistencia a los antimicrobianos, el resurgimiento de focos de cólera y las amenazas a largo plazo del cambio climático, el imperativo de invertir es más fuerte que nunca”, indica la Dra. María Neira, directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS. “Hemos visto mejoras en los niveles de servicio de WASH en los últimos 10 años, pero el progreso es desigual e insuficiente”, añade, haciendo referencia a las mejoras en prácticas como el lavado de manos o servicios básicos e limpieza anteriores a la pandemia, y que tras la Covid-19 se han incrementado
META DE 2030
Un WASH seguro es uno de los Objetivos de desarrollo Sostenible de 2030, con el fin de reducir las muertes y comorbilidades asociadas. A una década para llegar a esa meta, los datos de 2019 mostraron que el mundo está lejos de conseguirlo y que son muchas las medidas que se han de tomar. En este sentido, la OMS destaca la necesidad de iniciar estrategias principalmente para los más necesitados. “No es solo un imperativo moral; es clave para abordar la carga de morbilidad desproporcionada en los países de ingresos bajos y medianos y entre los grupos marginados en los países de ingresos altos”, indica el Dr. Gordon.
Desde la OMS buscan “fomentar la formulación de políticas informadas, guiar intervenciones específicas y apoyar la asignación de recursos para la programación de WASH”
Teniendo en cuenta que los datos expuestos reflejan una mayor incidencia de los problemas de salud y la mortalidad asociada al WASH, y que el efecto del cambio climático, que contribuye a un peor acceso al agua, también se notan más en estas poblaciones, desde la OMS abogan por centrar los esfuerzos en los más pobres y desfavorecidos, y en las regiones rurales, siempre con peor acceso incluso en países con altos ingresos.
Además, llaman a acelerar este Objetivo de Desarrollo Sostenible de 2030 y adaptar los sistemas nacionales para “mejorar los datos sobre la exposición de la población a servicios gestionados de forma segura”. No hay que olvidar que el informe solo tiene en cuenta la exposición a nivel doméstico, pero el problema también existe fuera de los domicilios. Como se conocía hace un año, la mitad de los centros de salud de todo el mundo carecen de servicios básicos de higiene, lo que expone a 3.850 millones de personas utilizan estas instalaciones a un mayor riesgo de infección.
Junto con el estudio, la OMS lanzó una herramienta para modelar los impactos de las enfermedades a partir de diferentes escenarios de acceso a agua potable, saneamiento e higiene. Una herramienta que tiene como objetivo “fomentar la formulación de políticas informadas, guiar intervenciones específicas y apoyar la asignación de recursos para la programación de WASH”. Como destaca el Dr. Gordon en base a los datos ofrecidos por el organismo perteneciente a Naciones Unidas (ONU), “los beneficios para la salud, tal como se cuantifican en el informe, son inmensos”.