La evidencia científica señala que en la mayoría de las personas con cáncer el ejercicio físico puede reportar múltiples beneficios antes, durante y después del tratamiento. Más allá de la mejora de la calidad de vida de los pacientes desde el punto de vista físico, el deporte puede suponer un importante estímulo emocional. Es importante señalar que la actividad física es una herramienta fundamental desde el punto de vista de la prevención ya que recientes estudios, por ejemplo, relacionan la obesidad y el sobrepeso con el riesgo de desarrollar hasta 13 tipos distintos de cáncer.
Muchos pacientes con cáncer, debido a los efectos secundarios de sus tratamientos o los problemas de salud asociados a la enfermedad, piensan que el deporte puede ser contraproducente. Nada más alejado de la realidad. El descanso debe ser suficiente, pero no excesivo ya que el sedentarismo aumenta el cansancio, la acumulación de grasa corporal, incrementa la debilidad muscular y puede reducir la motivación y energía.
La actividad física, siempre acorde a la situación personal de cada paciente y su estado físico, es beneficiosa durante el tiempo en el que una persona se está sometiendo a tratamiento oncológico, ya que ayuda a mantener el tono muscular, disminuye la debilidad asociada a las terapias, mejora el descanso nocturno e incrementa el apetito. Pilares cruciales sobre los que se sustenta gran parte de la actitud de los pacientes ante los retos que plantea un tratamiento oncológico.
En ConSalud.es, con el objetivo de ahondar más en la importancia que existe entre la relación del deporte y la oncología, hemos entrevistado a Dolores Isla, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza y presidenta de la Asociación para la Investigación del Cáncer de Pulmón en Mujeres (Icapem).
¿Por qué es recomendable la actividad física durante los tratamientos oncológicos?
Contamos ya con información de cierta certeza de que el ejercicio físico en las personas sanas, en la población general, puede prevenir ciertos tipos de cáncer. Un factor fundamental porque la prevención está por delante incluso de la atención a la enfermedad una vez que se ha producido. Contamos ya con evidencia para cáncer de mama, colon y endometrio.
"Impacta en los síntomas que tiene el paciente, en su estado psicológico y de ánimo, en los efectos secundarios del tratamiento y en la recuperación de la cirugía y radioterapia"
En el caso de los pacientes que ya tienen diagnosticado el cáncer y se encuentran en tratamiento, se está viendo cómo el ejercicio físico está impactando en su calidad de vida. La recuperación de los tratamientos y de las toxicidades que se producen es menor, lo que hace que el paciente se encuentre mejor, que el tiempo de recuperación de la cirugía sea más corto, que los tratamientos antitumorales que administramos sienten mejor y que los síntomas de la enfermedad puedan reducirse, así como mejorar el estado psicológico del paciente. La integración del ejercicio físico en el abordaje del paciente oncológico es cada vez más necesaria.
Los pacientes que se someten a un tratamiento oncológico se enfrentan a distintas fases: antes del tratamiento, durante el desarrollo del mismo y una vez ha finalizado este. ¿Qué niveles de actividad física se recomiendan para cada una de estas etapas?
De momento todo está en una fase muy preliminar. Los estudios que se han hecho son escasos y no hay tanto detalle como para poder establecer un programa o rutina. Son ejercicios de tipo aeróbico y de fuerza los que se recomiendan. También ejercicios con acción a nivel cardiovascular, pero aspectos como la intensidad o la duración necesarias aún no contamos con ningún estándar.
¿Es recomendable contar con la ayuda de un especialista para adaptar los programas de ejercicio a cada paciente?
De entrada, la indicación de hacer deporte tendría que venir del oncólogo. Lo ideal sería que después estuviese controlado por un especialista del ejercicio físico y supervisado por un profesional para que sea la actividad física oportuna para cada paciente.
Desde el punto de vista de los pacientes con cáncer de pulmón hemos puesto en marcha un programa en colaboración con la Universidad Europea de Madrid y con la Asociación de Afectados por el Cáncer de Pulmón, junto con Icapem, bajo el nombre de “Actívate”. Este está indicado por oncólogos y controlado por educadores físicos y de salud que se ha realizado en dos fases y queremos volverlo a activar en el futuro a nivel más nacional ya que hasta el momento solo se ha desarrollado en Zaragoza.
En términos de impacto sobre el pronóstico del paciente, ¿con qué datos contáis?
Los pacientes se benefician de una actividad que les resulta muy positiva. Pero también contamos con ciertos datos que indican una mejora del pronóstico de estos pacientes dado el impacto de la actividad física en la supervivencia ya que hay unas bases biológicas que sugieren que el ejercicio físico puede mejorar el sistema inmune y que se produzcan otros cambios en el paciente que contribuyen a mejorar su pronóstico. Todo esto de forma muy preliminar, pero estamos recabando unos datos muy interesantes.
Estos programas bien indicados, controlados por profesionales y muy personalizados, son innovadores e interesantes para llevarlos a la práctica clínica. Este tipo de programas también se están contemplando en otros tumores como el de mama, por ejemplo,
¿Es beneficioso el ejercicio físico también en los pacientes con cáncer en estadios avanzados?
Si. Se ha visto que, de forma global, impacta en los síntomas que tiene el paciente, en su estado psicológico y de ánimo, en los efectos secundarios del tratamiento y en la recuperación de la cirugía y radioterapia. Esto está ya recomendándose en guías clínicas y de sociedades científicas, por lo que cuenta detrás con un soporte científico, aunque preliminar y con mucho aún por investigar.