La actividad física realizada de forma regular mejora tanto la salud física como mental en personas de todas las edades. Sin embargo, más del 80% de los adolescentes y el 27% de los adultos no cumplen con los niveles de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una preocupante realidad que se traduce en enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes y una larga lista de enfermedades no transmisibles (ENT), que no solo afectan a las personas a lo largo de toda su vida, sino que se traduce en una importante y creciente carga financiera para los sistemas sanitarios y la sociedad en su conjunto.
En este contexto la OMS ha publicado su primer informe sobre el Estado Mundial de la Actividad Física 2022. Un trabajo que evalúa hasta qué punto los gobiernos están implementando sus recomendaciones para aumentar la actividad física entre las poblaciones de todas las edades y capacidades. El Plan de Acción Mundial sobre Actividad Física 2018-2030 (GAPPA, por sus siglas en inglés) de la OMS proporcionó una serie de recomendaciones dirigidas a aumentar los niveles de actividad física mediante el desarrollo e implementación de políticas nacionales integrales. Cuatro años después, el referido primer informe sobre actividad física que ocupa estas líneas revela un progreso lento hacia el objetivo de una reducción relativa del 15% en la prevalencia de la inactividad física para el año 2030.
El informe se ha elaborado con los datos procedentes de 194 países y los resultados no son nada halagüeños. La OMS reprocha que el progreso que están realizando los gobiernos en este sentido es lento, por lo que los países deberían acelerar con urgencia la implementación de políticas que fomenten la actividad física con el objetivo de prevenir enfermedades y reducir la carga en unos sistemas sanitarios que ya se encuentran sobrepasados.
Entre las principales conclusiones que extraemos del informe vemos que el 47% de los países cuentan con una política nacional de actividad física. De estos, el 39% están operativos (misma cifra que la registrada en 2019). Además, solo el 30% de los países tienen pautas nacionales de actividad física dirigidas a todos los grupos de edad.
Si bien casi todos los países informan sobre un sistema para monitorizar la actividad física en adultos, el 75% monitoriza los niveles de actividad física entre los adolescentes y menos del 30% lo hacen con los niños menores de cinco años.
Solo el 30% de los países tienen pautas nacionales de actividad física dirigidas a todos los grupos de edad
El documento destaca que, en áreas como las políticas orientadas al fomento del transporte activo y sostenible, poco más del 40% de los países cuentan con estándares de diseño vial que hacen que, por ejemplo, caminar y montar en bicicleta sean más seguros.
A pesar de que las políticas nacionales que abordan las enfermedades no transmisibles y la inactividad física han aumentado a lo largo de los últimos años, el informe revela que el 28% de estas políticas no se encuentran ni financiadas ni implementadas. Llama además la atención que solo el 52% de las naciones han desarrollado campañas nacionales de comunicación sobre la actividad física, y tan solo el 58% ha desarrollado eventos nacionales con participación multitudinaria. Una situación sobre la que los autores del informe consideran que ha influido de forma negativa la pandemia provocada por la Covid-19 que no solo ha afectado a la implementación de las políticas, sino que también ha aumentado las desigualdades ya existentes en el acceso y las oportunidades para participar en la actividad física de muchas comunidades.
“Necesitamos que más países amplíen la implementación de políticas para ayudar a las personas a ser más activas a través de caminatas, ciclismo, deportes y otras actividades físicas. Los beneficios son enormes, no solo para la salud física y mental de las personas, sino también para las sociedades y economías”, ha declarado el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Esperamos que los países y socios utilicen este informe para construir sociedades más activas, saludables y justas para todos”.
Para ayudar a los países a aumentar los niveles de actividad física entre sus poblaciones, el GAPPA establecía 20 recomendaciones de políticas, entre las que se incluyen la construcción de carreteras y calles más seguras para fomentar el transporte activo o aumentar los programas de actividad física en entornos clave como las escuelas, los centros de Atención Primaria y los lugares de trabajo.
“Nos faltan indicadores aprobados a nivel mundial para medir el acceso a parques, carriles bici y senderos, aunque sabemos que algunos países sí cuentan con datos, en consecuencia, no podemos informar ni rastrear la provisión global de infraestructuras que faciliten la actividad física”, ha criticado Fiona Bull, jefa de la Unidad de Actividad Física de la OMS. “Esto genera un círculo vicioso: sin datos ni indicadores no hay seguimiento y responsabilidad y después, con demasiada frecuencia, ninguna política ni ninguna inversión”.