El 8 de agosto de 2014 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba el brote de ébola registrado en Guinea Conakry, notificado el 22 de marzo de ese mismo año, como una emergencia de salud pública de importancia internacional, de acuerdo con lo establecido en el Reglamento Sanitario Internacional (2005). La OMS aseguró que este brote constituía un “evento extraordinario” que suponía un riesgo para la salud pública de otros estados y existía la posibilidad de propagación internacional. En agosto el brote se había extendido a Liberia, Nigeria y Sierra Leona provocando más de 1.700 casos, de los que 932 resultaron mortales. Se trataba del mayor brote de ébola registrado hasta la fecha y el primero que atacaba a la región de África occidental.
Lo que para África suponía una emergencia sanitaria sin precedentes, apenas ocupa espacio mediático, político o social en los países europeos. La situación cambió drásticamente el 6 de octubre de 2014, fecha en la que la Comunidad de Madrid comunicaba a través del Sistema Nacional de Alerta Precoz y Respuesta un caso de transmisión secundaria a partir de un caso repatriado con ébola. La detección de este caso secundario motivó la creación de un Comité Especial para la Gestión del Ébola que, entre sus propuestas destinadas al desarrollo de actividades de preparación y respuesta, se encontraba designar un reducido número de hospitales para el tratamiento en España de caso de ébola.
En este primer nivel las comunidades autónomas designaron una red asistencial de 24 Unidades de Atención Especializada capacitadas para brindar atención a pacientes con ébola. Estas unidades eran las responsables del aislamiento y estudio de los casos en investigación. El segundo nivel se fundamentaba en seleccionar siete de estas 24 unidades para el tratamiento de los casos confirmados. A estas siete unidades se sumó en diciembre de 2015 la unidad de aislamiento de alto nivel del Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla”.
La epidemia de ébola que golpeó con extremada virulencia a varios países de África occidental obligó a las naciones europeas a responder a una amenaza provocada por una enfermedad infecciosa para la que no estaban preparados. Una situación que se confirmaría pocos años después con la llegada del SARS-CoV-2 y la peor pandemia a la que la humanidad ha tenido que hacer frente en, al menos, los últimos 100 años.
El pasado 22 de julio se conocía la noticia del traslado a la Unidad de Alta Seguridad Biológica del Hospital Universitario Donostia de Osakidetza, de una persona contagia con fiebre hemorrágica Crimea-Congo
Estas Unidades de Aislamiento de Alto Nivel se erigen actualmente como fundamentales en un contexto en el que el cambio climático está provocando la expansión fuera de las zonas endémicas de vectores transmisores de enfermedades infecciosas. El pasado 22 de julio se conocía la noticia del traslado a la Unidad de Alta Seguridad Biológica del Hospital Universitario Donostia de Osakidetza, de una persona contagia con fiebre hemorrágica Crimea-Congo.
Junto a esta (cuenta con tres habitaciones), el resto de Unidades de Aislamiento de Alto Nivel designadas en la crisis del ébola de 2014, y de acuerdo con los datos del Ministerio de Sanidad hasta 2017, encontramos:
- Andalucía: Complejo Hospitalario Virgen del Rocío (una habitación).
- Canarias: Complejo Hospitalario Nuestra Señora de la Candelaria (tres habitaciones).
- Cataluña: Hospital Clinic i provincial de Barcelona (tres habitaciones).
- Comunidad Valenciana: Hospital Universitario La Fe (dos habitaciones).
- Comunidad de Madrid: Complejo Universitario La Paz – Carlos III (dos habitaciones).
- Ministerio de Defensa: Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla” (ocho habitaciones).
Cabe señalar que una vez finalizó la emergencia de salud pública provocada como consecuencia de la epidemia de ébola, se reconsideraron las funciones de esta red de hospitales, así como sus objetivos, para dar respuesta a situaciones de alto riesgo asociadas con enfermedades infecciosas de características especiales.
Estas Unidades de Aislamiento de Alto Nivel se erigen actualmente como fundamentales en un contexto en el que el cambio climático está provocando la expansión fuera de las zonas endémicas de vectores transmisores de enfermedades infecciosas
Las Unidades de Aislamiento de Alto Nivel de estos hospitales cuentan con una capacidad total para 24 pacientes en habitaciones individuales de alta seguridad. Las 18 unidades restantes, con un total de 35 habitaciones individuales de alta seguridad, serían activadas para el tratamiento de casos confirmados. En caso de una epidemia en la que la transmisión se encuentre muy extendida entre la población, la respuesta incluiría a todos los hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS), como sucedió con la Covid-19.
Estas unidades son piezas clave en el contexto epidemiológico actual en el que este tipo de patologías se manifiestan como casos esporádicos o con transmisión local limitada y contralada que requiere que la experiencia de los profesionales se concentre en una serie de centros para garantizar la mejor atención y mayor seguridad.
El SARS-CoV-2 ha puesto de manifiesto el gran riesgo para la salud pública que pueden llegar a representar las enfermedades infecciosas. El contar con este tipo de Unidades de Aislamiento de Alto Nivel es esencial ante casos como el comentado de fiebre hemorrágica Crimea-Congo, más si tenemos en cuenta que enfermedades como el dengue, malaria, chikungunya, zika, fiebre amarilla, la enfermedad de Chagas, fiebre amarilla, oncocercosis, encefalitis japonesa o la tripanosomiasis africana humana son transmitidas por vectores, que están desplazándose como consecuencia del cambio climático.
Los expertos alertan a través del libro “Las enfermedades infecciosas en 2050”, elaborado por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), que para el año 2050 podrían producirse epidemias de dengue, zika o chikungunya en todo el sur, centro y levante español, lo que podría provocar miles de contagios.
Alertan de que la persistencia epidémica de alguno de estos virus con circulación de varios serotipos de dengue (existen cuatro, lo que significa que una misma persona puede infectarse hasta cuatro veces) podría traducirse en cientos de miles de casos de dengue hemorrágico en personas reinfectadas.
Razones que acentúan no solo la necesidad de reforzar este tipo de Unidades de Aislamiento de Alto Nivel, sino también de mejorar la formación de los profesionales sanitarios y la capacitación de los hospitales en la materia ya que, tal y como hemos aprendido de la Covid-19, la prevención es la mejor herramienta a la hora de contener el avance de una enfermedad infecciosa.