La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la zoonosis como “una enfermedad infecciosa que ha pasado de un animal a humanos”. A lo largo de las últimas décadas, alrededor del 70% de las enfermedades que han afectado a los seres humanos son zoonosis. Una situación que se complica cada vez más debido a factores como el cambio climático que provoca el desplazamiento de especies, por ejemplo. Razón por la que el concepto de One Healthcobra cada vez un sentido mayor como garante de la salud pública.
Los patógenos zoonóticos pueden ser bacterias, virus, parásitos o agentes no convencionales. Estos se propagan a los humanos por contacto directo o a través de alimentos, agua o el medio ambiente. “Los patógenos zoonóticos pueden propagarse a los humanos a través de cualquier punto de contacto con animales domésticos, agrícolas o salvajes. Los mercados en los que se vende la carne o los subproductos de animales salvajes son particularmente peligrosos debido al gran número de patógenos nuevos o no documentados que se sabe que existen en algunas poblaciones de animales salvajes”, expone la OMS.
La temporada estival se erige como una época especialmente sensible para la transmisión de enfermedades zoonóticas. Entre estas destaca la leishmaniosis. De acuerdo con la información recogida por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, la leishmaniosis “es una enfermedad producida por un parásito del género Leishmania que se transmite por la picadura de un mosquito infectado por el parásito, el flebotomo o mosca de la arena”.
La Organización Mundial de la Salud considera la leishmaniosis como la segunda enfermedad más importante transmitida por un parásito, solo superada por la malaria. El contagio a las personas se produce a través de la picadura del mosquito-flebotomo que se ha contagiado al picar previamente a un animal infectado, en España habitualmente el perro y algunos animales silvestres como la liebre y el conejo. La enfermedad no se transmite por contacto directo de persona a persona o de animal a persona.
La Organización Mundial de la Salud considera la leishmaniosis como la segunda enfermedad más importante transmitida por un parásito, solo superada por la malaria
No es un mosquito común, es un insecto al que se le llama flebotomo y es más pequeño, de color amarillo-pajizo y de vuelo silencioso.
Las horas de mayor actividad del mosquito-flebotomo que transmite la leishmaniosis son al anochecer, las primeras horas de la noche y al amanecer, no actúa durante el día.
Tiene dos formas clínicas de presentación: leishmaniosis cutánea y leishmaniosis visceral.
La leishmaniosis cutánea se caracteriza por la presencia de una o más lesiones ulceradas en la piel que se desarrollan después de semanas o meses de la picadura. Generalmente son indoloras, pero pueden ser dolorosas cuando se infectan. Normalmente curan, incluso sin tratamiento, aunque pueden durar meses o años y dejar cicatrices.
La forma visceral es la más grave y afecta a varios órganos internos, habitualmente el bazo, el hígado y la médula ósea
La forma visceral es la más grave y afecta a varios órganos internos, habitualmente el bazo, el hígado y la médula ósea. Generalmente los síntomas son fiebre y pérdida de peso, acompañados de un aumento del tamaño del hígado y el bazo. También pueden alterarse los análisis de sangre (anemia, etc.).
“La mejor forma de disminuir el riesgo de leishmaniosis es evitar las picaduras del mosquito-flebotomo, tanto en casa como fuera de casa”. El tiempo que transcurre desde que se produce la picadura del mosquito hasta que comienza a desarrollarse la enfermedad pueden transcurrir hasta 10 días, e incluso varios meses. De forma general es de entre dos a seis meses en el caso de la forma visceral y de dos semanas a cuatro meses en la forma cutánea.
Si hablamos de los síntomas de la enfermedad, tenemos que hacer distinción entra las dos formas en las que se presenta. La leishmaniosis cutánea se caracteriza por la presencia de una o más lesiones ulceradas en la piel que se desarrollan después de semanas o meses de la picadura. Generalmente son indoloras, pero pueden ser dolorosas cuando se infectan. Normalmente curan, incluso sin tratamiento, aunque pueden durar meses o años y dejar cicatrices.
La leishmaniosis cuenta con tratamiento y es eficaz. En el caso de la visceral se requiere uno específico que, por norma general, se hace en un hospital y los pacientes evolucionan favorablemente.