Este lunes saltaba la alarma tras conocerse que un lactante había fallecido a causa de la tosferina durante la segunda mitad del 2023. En el Informe del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), sobre la situación de la tosferina en España del año 2023, se señalaba que el bebé no tenía condiciones de riesgo y que su madre no se había vacunado contra esta infección.
Desde el verano de 2023 se ha observado un repunte de casos en toda España de esta enfermedad bacteriana caracterizada por una infección de vías respiratorias altas que puede causar discapacidad permanente en los bebés, e incluso su muerte. Según los datos del CNE para la semana 39 de 2023 se habían detectado 1.230 casos frente a los 142 de 2022, con importantes focos en Aragón, País Vasco o Madrid.
Tendencia que ha continuado en 2024. En el mes pasado de febrero Castilla-La Mancha, Cataluña y Andalucía notificaron brotes, como los 205 casos en diferentes brotes en Terrassa o las 124 personas afectadas, la mayoría niños de 5 a 13 años, en Guadalajara.
La tosferina es una epidemia sostenida desde el año 2010, con un promedio de 4.000 casos anuales
Como señalaba a principio de marzo la Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria (Asanec), la tosferina es una epidemia sostenida desde el año 2010, con un promedio de 4.000 casos anuales, “con un pico máximo entre 2014 y 2019”, según recoge el ISCIII, pero que “está creciendo” como señala Asanec.
LA VACUNACIÓN, CLAVE
Como indica el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), a pesar de que las coberturas vacunales se sitúan por encima del 90% tanto en embarazadas como en niños pequeños, “la tosferina mantiene una situación endémica, con ondas epidémicas cada 3-5 años, tanto en España como en el resto de Europa”.
La pandemia Covid-19 supuso la caída de los casos de tosferina y de otras patologías infecciosas durante el periodo de instauración de medidas higiénicas para evitar el contagio por SARS-CoV-2. Sin embargo, recobrada la normalidad, los casos se han disparado. Una situación que no ha afectado tanto a los menores de un año, sino a los menores de 15 años correctamente vacunados y con buena evolución. Como señalan desde el CAV-AEP son varias las razones que existen sobre el difícil control de esta patología más allá del impacto de la pandemia.
"Es necesario reforzar el papel esencial de la vacunación, tanto de lactantes y niños como de mujeres embarazadas, para intentar contener la enfermedad”
Pese a la eficacia de la vacuna combinada frente a la tosferina, difteria y tétanos (dTpa) capaz de evitar nueve de cada diez hospitalizaciones en niños pequeños, la inmunidad natural y vacunal tiene una duración muy corta. Por eso se administra de forma prenatal (una dosis en cada embarazo a partir de la semana 27 de gestación, pero preferentemente en la semana 27 o 28) y está recogida en el calendario de inmunización para toda la vida a los dos, cuatro y 11 meses, así como una nueva dosis a los seis años, y una dosis a partir de los 65 años.
Esta inmunidad natural y vacunal de corta duración, las variaciones antigénicas del agente etiológico, la mayor sospecha diagnóstica y la mayor accesibilidad de las pruebas de PCR como técnica diagnóstico son, según el CAV-AEP, las posibles causas de que la tosferina se diagnostique cada vez más.
En este sentido, recientemente los centros de salud de Andalucía están contactando con las familias con hijos que no están vacunados de la tosferina para instarles a hacerlo y así prevenir casos graves que deriven en ingresos hospitalarios o incluso muertes, como la de un bebé de un mes que ha fallecido como consecuencia de las complicaciones derivadas de la tosferina. Su madre no se vacunó estando embarazada. Desde el CAV-AEP recuerdan que “es necesario reforzar el papel esencial de la vacunación, tanto de lactantes y niños como de mujeres embarazadas, para intentar contener la enfermedad”.