Con motivo del Día Mundial de la Tuberculosis, el próximo 24 de marzo, la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y la Fundación Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (fuiTB), se han unido para recordar que, "tal como ha sucedido con otras enfermedades infecciosas y crónicas, la COVID-19 ha afectado de forma importante a la vigilancia, la prevención y el control de la tuberculosis".
Así, ambas entidades advierten de que los casos de tuberculosis detectados en España han disminuido durante la pandemia de COVID-19: en 2019 se notificaron 4.400 casos (una incidencia de(9,34/100.000 habitantes), para disminuir de forma importante en 2020 con 3.668 casos (7,78/100.000 habitantes) y en 2021, último año con datos consolidados con 3.603 casos (7,61/100.000 habitantes).
Los expertos aseguran que se están recuperando progresivamente los sistemas de vigilancia de la tuberculosis, lo que permitirá mejorar las medidas de control y determinar mejor cuál es la situación epidemiológica en cada comunidad autónoma. Sin embargo, señalan que es imprescindible que elPlan de Prevención y Control de la Tuberculosis de España de 2019, que no se pudo impulsar debido a la pandemia, sea dotado de presupuesto económico para poder ser implementado definitivamente en 2023.
Como han recordado las entidades, la tuberculosis "sigue causando cada año millones de infecciones y fallecimientos alrededor de todo el mundo". Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que 10,6 millones de personas padecieron esta enfermedad y 1,6 millones murieron dbido a ella en el año 2021.
Se estima que 10,6 millones de personas padecieron esta enfermedad y 1,6 millones murieron debido a ella en el año 2021
Por ello, desde la SEE y la fuiTBse ha querido reivindicar el abordaje de las desigualdades en la atención a la salud que afectan a estas personas, puesto que "en numerosas ocasiones sufren marginación, son más vulnerables y se encuentran con obstáculos a la hora de recibir atención sanitaria", se ha destacado.
Las entidades instan a aumentar las inversiones destinadas a impulsar tratamientos preventivos, esquemas terapéuticos más breves y pruebas moleculares para el diagnóstico de la enfermedad y la resistencia a los fármacos, así como a mejorar las condiciones socioeconómicas de la población y a hacer más accesible el sistema sanitario. Igualmente es necesaria la detección más precisa de la infección tuberculosa latente y otras innovaciones, también recomendadas por la OMS, para mejorar los resultados de la atención de salud y salvar la vida a millones de personas.
Otra de las cuestiones a mejorar en la detección de la TB es el estudio de contactos de los enfermos. Y es que, tal y como explican desde la fuiTB, los contactos de los enfermos tienen una prevalencia de TB y de infección tuberculosa latente superior a la población general. El estudio de contactos permite detectar nuevos casos y diagnosticar y tratar a personas infectadas para evitar su progresión a enfermedad.
Este pilar básico del control de la enfermedad es el que se ha visto más afectado por la pandemia. Tal como se ha hecho con la COVID-19, "se deberían promover los cribados de la enfermedad y de la infección tuberculosa latente entre ciertos colectivos de riesgo" se reivindica.
Por ello, en la medida en que la pandemia va disminuyendo su impacto, y aprovechando los recursos de epidemiología molecular que se han puesto en marcha para la COVID-19 y la experiencia obtenida, "deberían impulsarse estudios coordinados de estudio convencional de contactos con los de epidemiología molecular y genómica, el cribado de poblaciones de riesgo a infectarse o desarrollar enfermedad. Todo ello ayudaría a controlar la transmisión y a disminuir su incidencia e impacto en la morbimortalidad". Así lo han concluido ambas entidades.