El pasado 6 de febrero dos fuertes seísmos de magnitud 7,8 y 7,5 en la escala de Richter azotaban el sur de Turquía y el norte de Siria, seguidos de cientos de réplicas que ya se han cobrado la vida de más de 40.000 personas. Los terremotos han provocado una destrucción significativa en ambos países así como la pérdida de infraestructuras vitales, entre las que se encuentran hospitales, sistemas de suministro de energía, agua y saneamiento. Las bajas temperaturas que se registran en estas fechas en las zonas afectadas complican la difícil situación de los más de 90.000 heridos.
De acuerdo con el último informe publicado por el Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), más de 23,8 millones de personas se han visto afectadas por los terremotos. El organismo europeo afirma que nos encontramos ante el peor terremoto sufrido en la región en el último siglo y ha originado una preocupante crisis sanitaria en la que confluyen múltiples factores.
El informe del ECDC comienza poniendo el foco en el papel fundamental que juega en este tipo de catástrofes el cumplimiento de las medidas básicas de higiene, especialmente a la hora de recoger los cadáveres y evitar así la propagación de enfermedades infecciosas. Más si tenemos en cuenta que parte de los sistemas de saneamiento y suministro de agua potable se han visto afectados, lo que favorece la rápida propagación de patógenos.
“La infraestructura de agua, tanto superficial como subterránea, así como otras infraestructuras de servicio público como el suministro eléctrico se han visto significativamente dañadas. Esto, junto con la disminución del acceso a agua limpia, a sistemas de refrigeración y de cocinado de los alimentos, puede facilitar la transmisión de enfermedades a través de los alimentos y el agua”, recoge el informe.
PREOCUPACIÓN POR EL CÓLERA EN SIRIA
En este sentido el ECDC teme un aumento repentino de los casos de cólera en las áreas afectadas. El cólera se posiciona como una gran preocupación en el noroeste de Siria donde se registraron miles de casos desde el brote iniciado en septiembre de 2022. Antes del terremoto se planificó una campaña de vacunación que se ha visto interrumpida. Otros patógenos entéricos (microorganismos que habitan generalmente en el intestino de animales y personas y pueden provocar enfermedades) tienen el potencial de provocar brotes de enfermedades transmitidas por alimentos y agua en aquellas zonas en las que no se cumple con las condiciones de saneamiento básicas, la higiene es deficiente y la manipulación de los alimentos no se realiza de forma correcta.
En este sentido el documento alerta del riesgo que plantean infecciones virales como hepatitis A, norovirus, rotavirus, infecciones causadas por parásitos como Cryptosporidium spp. y Giardia; e infecciones bacterianas por Salmonella Typhi y Paratyphi, Salmonella, E.coli, Campylobacter spp. y Shighella spp. En particular preocupan las zonas inundadas del noroeste de Siria tras el colapso de una presa en el río Orontes. Una zona en el que el riesgo de leptospirosis (enfermedad infecciosa causada por bacterias que pueden producir infecciones potencialmente mortales en riñones, hígado, cerebro, pulmones y corazón) es elevado debido a las inundaciones producidas y la acumulación de aguas contaminadas y lodo.
Las necesidades inmediatas de salud de los supervivientes están principalmente relacionadas con la atención de traumatismos. La interrupción de la atención médica a las enfermedades crónicas no transmisibles, los servicios de salud materna o los destinados a las enfermedades infecciosas crónicas, como la tuberculosis o el VIH, deben identificarse en el menor tiempo posible y dar una respuesta asistencial.
Desde el ECDC advierten de que se esperan importantes amenazas para la salud en las semanas posteriores al terremoto debido a la propagación de enfermedades infecciosas con el potencial de causar brotes
Los expertos del ECDC advierten además de los peligros ambientales como la exposición al frío, el envenenamiento por exposición a monóxido de carbono o sustancias químicas peligrosas. Por supuesto, la atención a la salud mental tiene que ser una prioridad, más ante situaciones tan traumáticas como las que han vivido y viven los supervivientes a los terremotos.
Desde el ECDC advierten de que se esperan importantes amenazas para la salud en las semanas posteriores al terremoto debido a la propagación de enfermedades infecciosas con el potencial de causar brotes. Especialmente en los campamentos erigidos para acoger a las personas que han perdido sus hogares.
DEBEN MEJORARSE LAS COBERTURAS DE VACUNACIÓN
Las infecciones respiratorias también son un motivo de preocupación. Dado que los supervivientes están siendo trasladados a campamentos o asentamientos temporales, donde las condiciones de hacinamiento son inevitables, en un contexto de bajas temperaturas, aumenta significativamente el riesgo de brotes de virus respiratorios. El SARS-CoV-2 y la influenza estacional continúan circulando en niveles moderados y/o elevados (en función de las zonas de Turquía y Siria que se analicen).
Pero también están circulando otros virus respiratorios (coronavirus estacionales, adenovirus o metapneumovirus humano, por ejemplo) a los que los adultos mayores y los más jóvenes son vulnerables. Dada la situación de crisis que viven los sistemas sanitarios de Turquía y Siria cualquier brote producido por alguno de estos virus puede suponer una tensión difícilmente de soportar.
Las condiciones de los campamentos y asentamientos que acogen a los supervivientes son además el caldo de cultivo perfecto para la propagación de enfermedades prevenibles por vacunación. Difteria, sarampión, meningitis o varicela son solo algunos ejemplos. La cobertura de vacunación contra el sarampión en Turquía es del 93%, mientras que en Siria apenas alcanza el 53% (datos de 2021 de UNICEF y la OMS). La poliomielitis también es otra de las grandes preocupaciones. Turquía informó de una cobertura de vacunación del 95% para las tres dosis de la vacuna en 2021, mientras que en el caso de Siria desciende hasta el 52%.
“Los efectos de este desastre natural en la salud pública de las zonas afectadas son enormes. Proporcionar acceso a la atención médica para traumatismos y otros cuidados urgentes, como el acceso a agua potable y refugio mitigará sustancialmente el riesgo de amenazas de enfermedades infecciosas entre los supervivientes”, expone el informe en sus conclusiones.
A través de estas insta a considerar la vacunación en función de las necesidades de las poblaciones afectadas y/o en función de la detección de casos. En este sentido se pide un impulso para la campaña de vacunación contra el cólera en el noroeste de Siria, así como priorizar la vacunación frente al sarampión, la Covid-19 y la poliomielitis.