La listeriosis es un importante problema de salud pública cuya prevalencia está aumentando, a pesar de la disponibilidad de tratamientos antibióticos efectivos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que la listeriosis es una enfermedad grave, pero prevenible y tratable. Hablamos de una de las enfermedades de transmisión alimentaria más graves, aunque relativamente rara con una tasa de prevalencia de entre 0,1 y 10 casos por cada millón de personas, en función del país y la región de la que estemos hablando. La OMS asevera que, a pesar de que el número de casos es reducido, la alta tasa de mortalidad que reporta esta infección la posiciona como un preocupante problema de salud pública.
Al contrario de muchas otras bacterias causantes de enfermedades de transmisión alimentaria, L. monocytogenes tiene capacidad para sobrevivir y multiplicarse incluso en las bajas temperaturas habituales de los refrigeradores. El consumo de carne contaminada con gran número de L. monocytogenes es la principal vía de infección. Además, puede transmitirse de persona a persona, siendo las embarazadas, los adultos mayores y las personas con sistemas inmunitarios debilitados los que corren un mayor riesgo en caso de infección, por lo que se recomienda que eviten el consumo de alimentos de alto riesgo como fiambres, productos cárnicos listos para el consumo (carnes y salchichas cocinadas, curadas o fermentadas), quesos blandos y pescados ahumados.
Una artículo publicado en The Lancet Microbe sugiere que la listeriosis es entre 15 y 20 veces más frecuente en el embarazo que en la población general. Una prevalencia que podría explicarse por una mayor identificación durante el embarazo dado el seguimiento médico. La investigación recoge varios estudios y llaman la atención los datos de un brote de listeriosis en Sudáfrica, en el que 465 de los 937 afectados (50%) se asociaron con embarazos, y 406 (87%) se produjeron en recién nacidos. Un dato preocupante de este estudio es que 193 (27%) de los 728 pacientes con resultados conocidos para listeriosis fallecieron, incluyendo el 28% de los recién nacidos y el ocho por ciento de las embarazadas.
“En mujeres embarazadas, el tratamiento adecuado con antibióticos y según la gravedad de la enfermedad, puede mejorar los resultados en términos de gestación y parto inmediato”
En comparación la referida publicación recoge las cifras de un gran brote de listeriosis ocurrido en España en 2019 en el que se identificaron 207 casos de los que 114 (55%) eran mujeres. La mayoría de los pacientes presentó un cuadro clínico de gastroenteritis leve, 141 (68%) requirieron hospitalización y tres fallecieron. Cinco de las 34 mujeres embarazadas afectadas sufrieron un aborto espontáneo. Los resultados de estos estudios demuestran grandes disparidades entre el brote de Sudáfrica y el de España, lo que pone de relieve las preocupantes diferencias entre países en términos de impacto de la listeriosis.
La Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha advertido de que los síntomas de la listeriosis pueden desarrollarse en un amplio periodo de tiempo que oscila entre las pocas horas hasta dos y tres días desde el momento en el que se produjo el consumo de los alimentos contaminados. El regulador estadounidense expone que incluso cuentan con evidencia de casos en los que se han comenzado a manifestar los síntomas hasta tres meses después.
Aquí radica la importancia del diagnóstico temprano. La FDA explica que la listeriosis relacionada con el embarazo puede provocar la muerte fetal en el 20-30% de los casos. Cifra sobre la que matizan que podría ser mayor dada la baja notificación de los casos leves, especialmente en los países con menos recursos. “En mujeres embarazadas, el tratamiento adecuado con antibióticos y según la gravedad de la enfermedad, puede mejorar los resultados en términos de gestación y parto inmediato”.
“Abogamos por la inversión en orientación, vigilancia e investigación en países con alta incidencia, para que tanto las comunidades locales como internacionales puedan beneficiarse del manejo basado en la evidencia de las enfermedades infecciosas raras. Las poblaciones de alto riesgo, en particular las mujeres embarazadas y los niños pequeños, no deben quedar excluidos de los ensayos clínicos destinados a tratamientos y de la prevención”, concluyen los autores de la investigación.