El pasado 23 de julio el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaraba el brote de viruela de mono registrado fuera de las zonas de África en las que la enfermedad es endémica como una emergencia de salud pública de importancia internacional, de acuerdo con el Reglamento Sanitario Internacional.
En la actualidad, la OMS se encuentra combatiendo de forma simultánea contra tres emergencias de salud pública de importancia internacional: la viruela del mono, el SARS-CoV-2 y la poliomielitis. Las crisis sanitarias provocadas por estas tres enfermedades son distintas y tienen diferentes implicaciones, pero las lecciones aprendidas con la Covid-19 han llevado a la OMS a hacer de la prevención una de sus pilares fundamentales de actuación.
“Tenemos un brote que se ha propagado por todo el mundo rápidamente, a través de nuevos modelos de transmisión, sobre los cuales sabemos muy poco”, afirmaba el director general de la OMS para justificar la declaración de la viruela símica como una emergencia de salud pública de importancia internacional. ¿El principal objetivo? Aunar esfuerzos a nivel global para frenar la expansión del virus e intentar evitar que acabe por convertirse en endémico en países más allá de algunas regiones del oeste y centro de África.
El paso de la OMS, cuya tardanza en el caso del SARS-CoV-2 fue muy criticado en numerosas ocasiones a lo largo de la pandemia, tiene como meta que los gobiernos, en coordinación con la OMS, inicien una serie de acciones orientadas a tres puntos muy concretos: aumentar el conocimiento sobre el virus y sus mecanismos de transmisión, anticipar si existen posibilidades de que acabe por convertirse en una pandemia y, finalmente, avanzar hacia una nueva arquitectura mundial de salud pública.
La última actualización sobre la viruela del mono realizada por la OMS indica una reducción del 6% en los nuevos casos en la semana pasada (4.899 casos) en comparación con la semana anterior (del 25 al 31 de julio), cuando se notificaron 5.210 casos. La mayoría de los casos notificados en las últimas cuatro semanas proceden de la Región Europea (55,9%) y de la Región de las Américas (42,6%). Hasta el momento, los tres países más afectados son Estados Unidos, España y Reino Unido. En el caso de nuestro país, el Ministerio de Sanidad ha notificado 5.162 nuevos casos, 585 más que la semana pasada.
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Con esta fotografía de fondo han transcurrido ya más de 100 días desde el inicio del brote actual. En este tiempo la evidencia científica sugiere que la nueva cepa de viruela símica actúa de forma distinta a las que históricamente han afectado a países de África central y occidental. El 98% de los casos se han registrado fuera de estas zonas endémicas del continente africano y, por el momento, la mayoría de los casos confirmados se han producido en hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres.
Incluso un reciente estudio publicado por The British Medicine Journal ha identificado importantes diferencias entre los síntomas provocados por el brote actual de viruela del simio y los que se registran desde hace décadas en regiones de África.
La Oficina Regional para África de la OMS informaba recientemente de que el 60% de los casos registrados hasta la fecha se han producido en hombres y el 40% en mujeres. “Hemos estado recopilando datos sobre la viruela del simio desde 1970 y ese indicador en particular, hombres que tienen sexo con otros hombres, nunca ha surgido como un problema importante en África”, exponía en rueda de prensa Ahmed Ogwell Ouma, director interino de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
El principal mecanismo de transmisión de la viruela del mono es el contacto cercano durante un tiempo prolongado. No se trata de una enfermedad de transmisión sexual como se ha pensado de forma errónea y ha llevado a una rápida estigmatización del colectivo de los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres.
Este escenario deja claro que se debe aumentar la investigación sobre el brote actual para comprender los mecanismos de transmisión y sintomatología del virus. Actualmente se cuenta con conocimiento que permite el diagnóstico y existen vacunas y tratamientos, pero son escasos.
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El suministro de vacunas es limitado y países como Estados Unidos acumulan gran parte. Una situación que ya hemos vivido y seguimos viviendo con la Covid-19. Además, se desconoce con exactitud la duración de la protección generada a través de la infección natural y la inmunización mediante los sueros. La investigación en estos campos es vital, al igual que la distribución equitativa a nivel global de los recursos médicos necesarios para afrontar el brote.
“No podemos saber realmente el curso que tomará este brote, pero la ausencia de modelos detallados está obstaculizando las estrategias y la planificación de la salud pública. En la actualidad, el brote se concentra en Europa y cada vez más en América del Norte. Si bien son imperfectas, estas regiones a menudo tienen más protecciones civiles y legales para los hombres que tienen sexo con hombres y las personas transgénero que en otras partes del mundo”, exponen a través de un análisis en British Journal Medicine.
Uno de los hechos que hemos observado en estos ya más de tres meses desde el inicio del brote es que la salud continúa estando supeditada a los recursos económicos de cada país. El primer caso de viruela del mono se identifico en África en 1970. Desde entonces los países del centro y oeste del continente han estado haciendo frente a brotes esporádicos y recurrentes de una enfermedad que, como tantas otras, es endémica en las naciones con menos recursos.
Las vacunas y tratamientos contra la viruela del mono existen desde hace años, pero nunca han estado disponibles de forma amplia en los países de la cuenca del Congo y África occidental. Sin embargo, en el momento en el que el virus ha afectado a los países europeos y Estados Unidos tanto las vacunas como los tratamientos han estado disponibles, aunque de forma limitada.
Las vacunas y tratamientos contra la viruela del mono existen desde hace años, pero nunca han estado disponibles de forma amplia en los países de la cuenca del Congo y África occidental
La imperiosa necesidad de compartir conocimiento y recursos fue una de las promesas globales que el mundo se hizo en los momentos más críticos de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2. Pero nada ha cambiado. Esta es la razón por la que la arquitectura global de la salud debe avanzar de una vez por todas hacia un escenario en el que se compartan de forma equitativa la evidencia científica y los beneficios de la investigación biomédica.
La viruela del simio es la última advertencia de los desafíos en materia de salud a los que se enfrenta un mundo globalizado en el que el cambio climático está favoreciendo el desplazamiento de enfermedades infecciosas y aumentando los eventos climatológicos. La comunidad internacional tiene que dejarse de promesas vacuas y actuar, avanzando de forma vehemente en el cuidado de los países y comunidades más desfavorecidas para estar preparados ante futuras crisis de salud pública y pandemias a las que la humanidad tendrá que enfrentar sin lugar a dudas.