Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se erigen como un llamamiento universal a la acción para poder poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y perspectivas de las personas en todo el mundo. Los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaban en 2015 un total de 17 metas que conforman la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través de la que se establece el plan para alcanzar los resultados marcados.
Desde el año 2015 se han logrado importantes avances, pero el camino que todavía queda por recorrer es largo y no está exento de obstáculos como, por ejemplo, el aumento de la resistencia a los antimicrobianos. Un creciente y preocupante problema de salud global que podría amenazar la consecución de algunos de los ODS fijados para el año 2030. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que la resistencia a los antimicrobianos se encuentra entre las 10 principales amenazas para la salud a las que la humanidad tendrá que hacer frente.
Hablamos de un proceso natural que se manifiesta cuando los microorganismos que provocan las infecciones sobreviven a la exposición de un fármaco, como son los antibióticos, destinado a acabar con estos o detener su proliferación. De esta forma las cepas que sean más resistentes a los medicamentos aumentaran su crecimiento y propagación. Estas resistencias pueden generar un amplio abanico de reservorios por lo que pueden transmitirse a través de personas, animales, alimentos, agua, superficies o vía aérea.
La dimensión de la resistencia a los antimicrobianos es tal que no solo compromete la lucha contra las enfermedades infecciosas, sino que pone también en riesgo la lucha contra enfermedades crónicas como el cáncer, ya que los antibióticos son herramientas fundamentales para evitar que este tipo de pacientes sufra infecciones.
Una problemática analizada por expertos en el informe “La resistencia a los fármacos antimicrobianos desde la perspectiva ‘One Health’”, elaborado por DKV Instituto de la Vida Saludable y ECODES. Este documento pone el foco en el mal uso que se ha hecho y hace de los antibióticos tanto de uso humano como veterinario lo que ha favorecido el aumento de las resistencias. Las previsiones realizadas por el Banco Mundial, en caso de no actuar de forma urgente, indican que la resistencia a los antimicrobianosprovocará en el año 2050 hasta 10 millones de muertes y supondrá la pérdida del cuatro por ciento del PIB mundial, debido a factores como la pérdida de productividad económica y el aumento de los costes sanitarios.
La dimensión de la resistencia a los antimicrobianos es tal que no solo compromete la lucha contra las enfermedades infecciones, sino que pone también en riesgo la lucha contra enfermedades crónicas como el cáncer
En el caso concreto de los ODS, concretamente los recogidos en el Grupo 3 focalizado en salud y bienestar, el informe identifica dos metas que se ven directamente afectadas por el crecimiento de las resistencias a los antimicrobianos:
- ODS 3.d.2. Porcentajes de infecciones causadas por microorganismos resistentes a antimicrobianos.
- ODS 3.d.3. Proporción de estructuras sanitarias que ofrecen recursos disponibles, asequibles y sostenibles.
Las infecciones provocadas por microorganismos resistentes causan más de 700.000 muertes al año. Las resistencias aumentan el coste de los servicios sanitarios lo que los hace inasumibles para millones de personas que se ven afectadas por enfermedades como la malaria, el VIH o la tuberculosis. La lucha contra estas se está viendo entorpecida por el aumento de las resistencias. Además, la eficacia de los antibióticos es vital para cumplir otras metas fijadas ya que 200.000 neonatos fallecen cada año como consecuencia de infecciones farmacorresistentes y se calcula que más de 30.000 mujeres mueren anualmente debido a las infecciones sufridas tras el parto. Pero la resistencia a los antimicrobianos afecta de múltiples formas a la consecución de los ODS más allá de los fijados en el Grupo 3.
Las personas que viven en la pobreza son más propensas a sufrir enfermedades infecciosas y cuentan con menos posibilidades de acceder a tratamientos eficaces. La resistencia produce un incremento de los costes de la sanidad animal por lo que disminuye la producción lo que se traduce en un mayor riesgo en términos de seguridad alimentaria.
En los países con menos recursos hasta el 60% de las instalaciones sanitarias no cuentan con sistemas de saneamiento, y el 50% carecen de acceso a agua limpia lo que fomenta la propagación de enfermedades infeccionas y aumenta el consumo de antibióticos. Muy preocupante es el hecho de que el incremento de las resistencias a los antimicrobianos limita de forma significativa el desarrollo de nuevos antibióticos debido al aumento de los costes en innovación para el desarrollo de nuevas tecnologías.
Los eventos climáticos extremos (como las sequías e inundaciones) aumentan el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas debido a que se aumenta la vulnerabilidad en la población. El aumento de las temperaturas derivado del cambio climático promueve la transferencia horizontal de resistencias entre bacterias y, por tanto, contribuye a la propagación de las resistencias.
“La lucha contra la resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno inherente a los ODS, cuando progresamos con muchos de los ODS también avanzamos en contener el desarrollo y propagación de las resistencias y viceversa”, concluyen los expertos autores del informe.