El VIHcontinúa siendo uno de los mayores problemas para la salud pública a nivel global, a pesar de que parece existir una creciente percepción social de que se trata un problema resuelto que no constituye una emergencia sanitaria. En los países más desarrollados las acciones de prevención e información, el diagnóstico temprano y el acceso a los tratamientos han convertido al VIH en una enfermedad crónica. Sin embargo, en los países con menos recursos donde el VIH continúa causando miles de infecciones, la fotografía que observamos es muy diferente.
Desde que a principios de los años 80 se diagnosticaran los primeros casos, se estima que más de 78 millones de personas han sido infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y más de 39 millones de personas han muerto debido al sida o a las enfermedades relacionadas. Según los datos relativos al 2020 hechos públicos por ONUSIDA, 37,7 millones de personas viven con VIH, de las 1,7 millones son niños menores de 14 años. El 53% de todas las personas que viven con el VIH son mujeres y niñas.
Desde el pico alcanzado en 1997, la nuevas infecciones por VIH se han reducido un 52%. En 2020 se produjeron 1,5 millones de nuevas infecciones, en comparación con los tres millones reportados en 1997. Desde el 2010 las nuevas infecciones por VIH descendieron alrededor de un 31%, desde los 2,1 millones hasta los 1,5 millones en 2020.
En junio de 2021, 28,2 millones de personas tenían acceso a la terapia antirretroviral, en comparación con los 7,8 millones registrados en 2010. ONUSIDA informa que, desde el pico alcanzado en 2004, los casos de muertes relacionadas con el sida se han reducido en más de un 47%, pero en 2020, alrededor de 680.000 personas fallecieron en todo el mundo como consecuencia del sida o de las enfermedades relacionadas, frente a los 1,9 millones de decesos registrados en 2004 y los 1,3 millones de 2010.
Desde 2010 la mortalidad del sida ha disminuido un 53% entre las mujeres y niñas y u 41% entre hombres y niños.
“Se teme que pueda llegar un momento en que los países desarrollados carezcan de capacidad para afrontar el gasto en medicación antirretroviral, dada la supervivencia de los pacientes en tratamiento, el aumento de los casos anuales, el elevado coste de la medicación y la necesidad de administrar tratamiento de por vida”
A pesar de que los datos muestran tendencias positivas en la lucha contra el VIH, la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha golpeado duramente a los programas de prevención, acceso a los tratamientos y diagnóstico.
El Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria informó que, según los datos recopilados en 502 establecimientos de salud en 32 países africanos y asiáticos, las pruebas del VIH disminuyeron en un 41% y las remisiones para diagnóstico y tratamiento disminuyeron en un 37% durante los primeros confinamientos por Covid-19 de 2020, en comparación con el mismo período de 2019.cabe señalar que el África subsahariana alberga el 67% de todas las personas que viven con VIH en el mundo.
La carga económica que se asocia con la enfermedad es muy elevada y continuará aumentando en los próximos años, con un presupuesto global para afrontar este problema desde ahora y hasta el 2021 de 397-727 billones de dólares. “Se teme que pueda llegar un momento en que los países desarrollados carezcan de capacidad para afrontar el gasto en medicación antirretroviral, dada la supervivencia de los pacientes en tratamiento, el aumento de los casos anuales, el elevado coste de la medicación y la necesidad de administrar tratamiento de por vida”, exponen José Alcamí Pertejo (Instituto de Salud Carlos III) y Santiago Moreno Guillén (Hospital Universitario Ramón y Cajal), en el libro “Las enfermedades infecciosas en 2050”, elaborado por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
“Con una planificación adecuada de los recursos, una intervención enérgica con medidas eficaces de salud pública y los progresos científicos esperables –desarrollo de una vacuna preventiva eficaz– el VIH debería situarse en la vía de la erradicación como infección en los próximos 30 años”, señalan los expertos.
“Desgraciadamente, la carencia de un abordaje global de la pandemia, la falta de inversión en investigación dirigida a la curación y desarrollo de vacunas y las insuficientes medidas de prevención alejan esta visión optimista”, pronostican.
Razones por las que en el contexto actual “el escenario más probable es el de una situación de endemicidad duradera que se prolongará durante las próximas décadas, si no se interviene a nivel global, tanto en países industrializados como en países con menos recursos”.
En el contexto actual “el escenario más probable es el de una situación de endemicidad duradera que se prolongará durante las próximas décadas si no se interviene a nivel global, tanto en países industrializados como en países con menos recursos”
“Nos encontramos ante una disyuntiva radical: erradicar la infección por VIH en una generación o mantener la situación actual de una infección crónica con un incremento lento pero progresivo del número de pacientes y un importante coste en salud tanto para los pacientes como para el conjunto del sistema sanitario”, advierten, enfatizando en la mejora de la situación del VIH requiere de intervenciones orientadas a minimizar las nuevas infecciones, así como a mejorar la situación de las personas que viven con VI (PVVIH). En base a esto, proponen:
Medidas para reducir las nuevas infecciones por VIH:
- Política activa para el diagnóstico y tratamiento de las personas infectadas por VIH que desconocen su infección (fracción oculta). En la actualidad se estima en un 14% de todas las infecciones, pero son los responsables de la inmensa mayoría de las nuevas infecciones. Con el tratamiento de las personas infectadas se detiene la cadena de transmisión y se ha llegado a estimar que de identificarse y tratarse todas las personas infectadas por VIH dejaría de haber nuevas infecciones en pocos años. Existen medidas propuestas para este propósito. Se trata de la medida prioritaria por su impacto y su facilidad de llevarla a la práctica.
- Desarrollo de los programas de profilaxis preexposición (PrEP), como complemento de la anterior, de modo que lleguen a todos los grupos con prácticas de riesgo.
- Insistir en la educación en las personas más jóvenes sobre las medidas para prevenir la transmisión, incluyendo las dos medidas citadas y las barreras de protección físicas.
- Promover y apoyar la investigación en intervenciones biomédicas (vacunas frente al VIH y curación).
Medidas para mejorar la situación de las personas que viven con VIH:
- Política activa para el diagnóstico y tratamiento de las personas infectadas por VIH que desconocen su infección (fracción oculta). El diagnóstico y tratamiento precoz se asocia con un aumento de la supervivencia y un menor consumo de recursos sanitarios.
- Garantizar el acceso a los cuidados sanitarios de todas las PVVIH, incluyendo las personas procedentes de otros países, aún en situación irregular. Por tratarse de una enfermedad cuya transmisión se previene con el tratamiento debe evitarse que personas diagnosticadas no reciban tratamiento y puedan seguir siendo transmisoras en sus contactos.
- Crear dispositivos que permitan abordar el cuidado integral de la infección por VIH como una enfermedad crónica, con la comunicación adecuada entre los diferentes niveles sanitarios (Atención Primaria y Atenciones Hospitalaria) y los diferentes profesionales (médicos, farmacéuticos, enfermeros, preventivistas, trabajadores sociales, etc.).
- Promover la lucha contra el estigma y la discriminación de las PVVIH a causa de su enfermedad.
- Apoyar la investigación para la mejora de los modelos asistenciales y la solución a los problemas diagnósticos, terapéuticos y preventivos más importantes en nuestro medio.