¿Se podría haber gestionado la lucha y control de la pandemia de otro modo? Estamos ante una pregunta que se ha repetido hasta la saciedad en los casi tres años que han transcurrido ya desde la detección de los primeros casos de Covid-19. Analizar el pasado con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo es fácil. Razón por la que, lo más seguro, es que la respuesta a esta cuestión sea sí. Pero, ¿de qué forma?
Hallar una respuesta a la segunda pregunta es una tarea complicada. Las últimas consideraciones que podemos tomar en cuenta se extraen de un trabajo de dos años de duración realizado por un nutrido grupo de expertos internacionales a través de la Comisión The Lancet.
Un extenso documento en el que se exponen los principales errores que los gobiernos han cometido a la hora de gestionar la crisis sanitaria, la tardanza en la adopción de decisiones vitales por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la falta de equidad entre los países en función de sus recursos económicos o la falsa percepción de que contábamos con sistemas sanitarios resistentes ante cualquier imprevisto.
En base a estos elementos, los autores de la investigación emiten una serie de recomendaciones clave que todos los países deberían implementar con el objetivo de, recoger todos los aprendizajes y estar más preparados ante futuras pandemias. Estas recomendaciones son:
- El mundo requiere esfuerzos coordinados a nivel global para poner fin a la pandemia de manera rápida y equitativa. Los países deben mantener una estrategia de vacunación adicional que combine vacunación masiva, disponibilidad y asequibilidad de las pruebas, tratamientos para nuevas infecciones y Covid prolongado (prueba y tratamiento), medidas sociales y de salud pública complementarias (incluido el uso de mascarillas en algunos contextos), promoción de lugares de trabajo seguros y apoyo económico y social para el autoaislamiento. Además de una estrategia de vacunación adicional con el objetivo de proteger a las poblaciones debe implementarse de manera sostenible, en lugar de una política reactiva que se activa y desactiva abruptamente.
- La OMS, los gobiernos y la comunidad científica deberían intensificar la búsqueda de los orígenes del SARS-CoV-2, investigando tanto un posible origen zoonótico como un posible origen asociado a la investigación. La búsqueda de sus orígenes requiere un trabajo imparcial, independiente, transparente y riguroso por parte de equipos internacionales en virología, epidemiología, bioinformática y otros campos relacionados.
Los gobiernos, representados en la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) por sus ministros de salud nacionales, deben establecer medios más sólidos de cooperación y coordinación en la respuesta a las enfermedades infecciosas emergentes
- La OMS debería ampliar su Consejo Científico para aplicar pruebas científicas urgentes a las prioridades sanitarias mundiales, incluidas las futuras enfermedades infecciosas emergentes. Este Consejo debe incluir expertos de diversos campos y de las seis regiones de la OMS, y debe incluir a personas más jóvenes y ser paritario. Establecer una comprensión de las rutas de exposición y los entornos de mayor riesgo para la transmisión siempre debe estar entre los primeros pasos esenciales para que los científicos respondan a futuras amenazas de enfermedades, porque este conocimiento debe determinar estrategias de control efectivas para reducir el riesgo.
- Los gobiernos, representados en la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) por sus ministros de salud nacionales, deben establecer medios más sólidos de cooperación y coordinación en la respuesta a las enfermedades infecciosas emergentes. El fortalecimiento de la cooperación debe incorporarse en un nuevo acuerdo pandémico y en el Reglamento Sanitario Internacional (RSI) actualizado, tal como se adoptó en 2005 tras el brote del síndrome respiratorio agudo severo y que ahora necesita ser actualizado.
- La OMS debe ser fortalecida. Debería crear una Junta Mundial de Salud de la OMS compuesta por las seis regiones de la OMS, representadas por jefes de estado de forma rotativa y seleccionadas por los gobiernos de cada región. Las reformas de la OMS deberían incluir un aumento sustancial de su presupuesto básico. La comunidad mundial no debe establecer nuevos centros de política y financiación de la salud mundial que compitan con el papel central de la OMS o incluso lo socaven.
- Doble vía para prevenir futuras enfermedades infecciosas emergentes. Para evitar los efectos indirectos naturales, los gobiernos deben coordinarse en la vigilancia y regulación global del comercio de animales domésticos y salvajes, y tomar medidas más estrictas contra las prácticas peligrosas. Para evitar efectos indirectos relacionados con la investigación, se debe otorgar a la OMS una nueva autoridad de supervisión con respecto a la bioseguridad, la bioprotección y la gestión de riesgos biológicos de los programas de investigación nacionales e internacionales que se dedican a la recolección, prueba y manipulación genética de patógenos potencialmente peligrosos.
La OMS debe ser fortalecida. Debería crear una Junta Mundial de Salud de la OMS compuesta por las seis regiones de la OMS, representadas por jefes de estado de forma rotativa y seleccionadas por los gobiernos de cada región. Las reformas de la OMS deberían incluir un aumento sustancial de su presupuesto básico
- La WHA, junto con los países del G20, debe adoptar una estrategia global de 10 años para reforzar la capacidad de investigación y desarrollo y la capacidad de producción de productos básicos, incluidas las vacunas, para cada región de la OMS, incluidas las regiones de bajos ingresos. La OMS debería ayudar a varios países de bajos y medianos ingresos (LMIC, por sus siglas en inglés) a lograr el estatus de autoridad reguladora estricta de la OMS.
- Los países deben fortalecer los sistemas nacionales de salud sobre la base de la salud pública y la cobertura universal de salud, basados en los derechos humanos y la igualdad de género.
- Además de fortalecer los sistemas de salud, cada país debe determinar y ampliar los planes nacionales de preparación para pandemias para prevenir y responder a las enfermedades infecciosas emergentes. Los planes de preparación deben incluir vigilancia y seguimiento mejorados; definición y protección de grupos vulnerables; notificaciones internacionales; cooperación dentro de los grupos regionales de la OMS; financiamiento de emergencia; directrices sobre intervenciones conductuales, sociales y ambientales, protocolos de viaje y escuelas y lugares de trabajo seguros; cadenas sólidas de suministro de productos básicos para la salud (por ejemplo, equipos de protección personal, diagnósticos, terapias y vacunas); comunicación de riesgos efectiva y oposición activa a la información errónea y la desinformación; formación de profesionales de la salud pública; y provisión de personal adecuado.
- Se debe crear un nuevo Fondo Mundial para la Salud que esté estrechamente alineado con la OMS. Este Fondo debe combinar y expandir las operaciones de varios fondos de salud existentes y agregar nuevos fondos para tres ventanas de financiamiento: productos básicos para el control de enfermedades, preparación y respuesta ante pandemias, y fortalecimiento del sistema de salud primaria en los países de medios y bajos ingresos.
- Los estados miembros de la ONU, con responsabilidad particular de los países del G20, deben adoptar una nueva arquitectura financiera para aumentar la financiación de los países de ingresos bajos y medianos para enfrentar los desafíos urgentes de la preparación para una pandemia, el Acuerdo Climático de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La nueva arquitectura financiera debe incluir una mayor financiación para el desarrollo sostenible de todos los sectores: instituciones oficiales, sector privado, fundaciones y sociedad civil.