En los últimos años ha aumentado significativamente la evidencia que muestra cómo la alteración del equilibrio de los sistemas naturales por la destrucción de los hábitats, la pérdida de biodiversidad, el tráfico de especies animales, la explotación ganadera y agrícola abusiva y los efectos cada vez más intensos del cambio climático están provocando un preocupante incremento del riesgo de aparición de enfermedades transmisibles al ser humano. Las zoonosis son enfermedades infecciosas que pasan de una especie animal al ser humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado más de 200 tipos.
En la actualidad las enfermedades infecciosas representan un alto porcentaje de todas las enfermedades que han sido identificadas en los últimos tiempos, así como de algunas de las que más han afectado a la humanidad en las últimas décadas. Algunas de estas zoonosis pueden causar brotes recurrentes como el virus del ébola o la salmonelosis, mientras que otras, como el SARS-CoV-2, tienen el potencial de causar pandemias.
Nos encontramos ante uno de los principales riesgos para la salud pública a nivel global, sobre el que cabe destacar que se trata de un problema con doble vertiente debido a las denominadas zoonosis inversas. En febrero de 2020 se identifico el primer caso de Covid-19 en un perro, siendo la vía de contagio más probable su dueño. Un caso claro de zoonosis inversa: el virus fue transmitido de un ser humano a un animal. Desde este momento el coronavirus no solo ha enfrentado a la humanidad a la peor crisis sanitaria global en, al menos, los últimos 100 años, sino que además nos ha hecho reconsiderar las interacciones animal-humano con multitud de especies.
Los saltos de enfermedades entre especies tienen efectos adversos en la sanidad animal y, a largo plazo, en la salud humana. Tal y como informan desde la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), a finales de 2021 diversos estudios demostraron una alta prevalencia de infecciones por SARS-CoV-2 en poblaciones de ciervos de cola blanca en América del Norte. “Si bien las ocurrencias ocasionales de Covid-19 en animales domésticos o de zoológico muestran pocas consecuencias a largo plazo, las infecciones a nivel poblacional en la vida silvestre indican la posibilidad de una mayor evolución del virus en los animales y una futura reintroducción en los humanos en una fecha posterior. Una posibilidad preocupante”, explican desde la OMSA.
"Las infecciones a nivel poblacional en la vida silvestre indican la posibilidad de una mayor evolución del virus en los animales y una futura reintroducción en los humanos en una fecha posterior. Una posibilidad preocupante"
Los expertos de la OMSA ponen el foco en otros dos casos. El primero de ellos es la infección por SARSC-CoV-2 de hámsteres domésticos infectados por la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). La diferencia entre estos y los ciervos es que se confirmó que un hámster transmitió el virus a los humanos. La única especie en la que se había identificado esta capacidad hasta ese momento habían sido los visones.
“El temor es que una nueva especie pueda facilitar la mutación del virus y la aparición de nuevas cepas de virus, amenazando la salud de posiblemente incluso más animales y, una vez más, la salud pública. Sin embargo, actualmente, es importante tener en cuenta que el principal motor de la propagación internacional del virus sigue siendo la transmisión de persona a persona.”, exponen.
Ante este escenario el primer paso para la protección de futuras reintroducciones de virus en humanos es evitar las zoonosis inversas. “Siguiendo medidas de bioseguridad apropiadas y efectivas al interactuar con animales, o simplemente, haciendo cumplir el lavado de manos adecuado antes y después de manipular animales. Evitar el contacto con animales silvestres en absoluto y evitar dejar pertenencias o desechos para que los encuentren”, recomiendan desde la OMSA. Además, todos los casos que se identifiquen de Covid-19 en animales deben ser reportados a las autoridades nacionales y a través del sistema WAHIS, con el objetivo de poder realizar un seguimiento cercano.
Los datos recopilados por la OMSA muestran que, hasta el 31 de mayo de 2022, el SARS-CoV-2 había logrado infectar a 23 especies animales diferentes, lo que aumenta significativamente el riesgo para la salud humana, animal y ambiental. Razón por la que es cada vez más importante apostar por un enfoque One Health que entienda estos tres elementos como un conjunto indisoluble.