La pandemia de la Covid-19 nos ha mostrado la escasa preparación y los pocos recursos para hacer frente a un aumento de casos de una enfermedad emergente y desconocida. Ante el colapso del sistema sanitario, los profesionales de la salud han esperado que las enseñanzas de estos años nos preparen para las próximas pandemias y emergencias sanitarias que pueden llegar o están llegando. Algunas serán de enfermedades que no se conozcan en humanos, como ha sido la patología producida por el SARS-CoV-2, y otras de enfermedades que por el cambio climático y la globalización se presenten en nuestro país.
España tiene ya casos endémicos de enfermedades provenientes de otras regiones o continentes como el africano. Nos encontramos que cada año en nuestro país se registran casos de fiebre del Nilo Occidental, solo en 2020 se notificaron 76 casos, 40 confirmados y 36 probables. También tenemos presencia de fiebres hemorrágicas como la de Crimea-Congo, de la que desde 2010 se conoce la circulación del virus causante en nuestro país, ya autóctono con un riesgo de exposición “moderado” según la última actualización de casos realizada por Sanidad. Y nuestro país tiene todas las condiciones para que el dengue también se convierta en una enfermedad infecciosa endémica.
Cada año 20.000 personas fallecen a causa del dengue, que no tiene tratamiento más que sintomático
El cambio climático y la globalización está haciendo que España se encuentre especialmente expuesta a infecciones trasmitidas por insectos que antes se ubicaban en los países vecinos del continente africano. El dengue es una infección vírica transmitida a los humanos por la picadura de mosquitos infectados, principalmente los mosquitos Aedes aegypti y, en menor medida, Ae. Albopictus. La infección con el virus del dengue puede causar desde una enfermedad asintomática a una patología grave. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos años se ha producido un importante aumento de la incidencia del dengue en el mundo, que sumado a la pandemia de la Covid-19 "puede tener consecuencias devastadoras para los grupos de población que están en situación de riesgo". “Una gran mayoría de casos son asintomáticos o con síntomas leves que pueden ser gestionados por el propio sujeto, por lo que el número real de casos de dengue es superior a los notificados”. Sin embargo, cada año 20.000 personas fallecen a causa de esta enfermedad que no tiene tratamiento más que sintomático.
LA PROTECCIÓN FRENTE AL DENGUE
Según informa el Dr. Víctor Jiménez Cid, microbiólogo y miembro del grupo de difusión de la Sociedad Española de Microbiología a este medio, el dengue es una enfermedad infecciosa “nueva” que “vigilamos desde hace una década”. La prevención y la fumigación de los mosquitos vectores del virus es la única respuesta para que el dengue no se convierta en una enfermedad endémica como ha pasado con la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en Castilla y León. Sin embargo, la respuesta a esta enfermedad sigue siendo pobre.
El Plan Nacional de Preparación y Respuesta frente a Enfermedades Transmitidas por Vectores no se actualiza desde 2016, el concreto para el control del virus del Zika desde 2017, el protocolo de vigilancia del dengue no se actualiza desde 2019, es decir, todo antes de la pandemia, por lo que las enseñanzas que hemos podido tener con la Covid-19 no se han aprovechado por el momento.
El protocolo del dengue se fecha un año después de que se notificaran los primeros casos de dengue autóctono en nuestro país: cinco casos que había compartido estancia en Murcia y en Andalucía, lo que supuso un brote, y un caso aislado en Cataluña. El mismo informe señala que existe riesgo de que se “produzcan nuevos casos por transmisión local en zonas con presencia de Ae. albopictus, especialmente durante los períodos de alta actividad vectorial”.
El dengue es un virus endémico en más de 100 países
Se establece la necesidad de detectar de forma precoz los casos importados y los autóctonos y de sensibilizar a la población. También se establece la necesidad de reconocer los hábitats con mayor producción de larvas del mosquito que trasmite el virus, y promover programas para su eliminación, control o tratamiento con los mecanismos apropiados.
El problema es que todavía queda mucho para sensibilizar a la población. Así, hay personas que llegan a nuestro país infectados pero asintomáticos o que confunden los síntomas con un catarro, un resfriado u otra enfermedad (el dengue cursa siempre con fiebre, y puede ir acompañado de cefalea intensa, dolor retro-orbitario, mialgias, lumbalgia, nauseas, vómitos o una erupción cutánea). El paciente no es en sí mismo contagioso, porque el virus no se trasmite de persona a persona, pero si le pica un mosquito tigre en el periodo de una semana, o incluso de hasta 12 días, este puede llevar la carga vírica a otra persona que pique después.
El protocolo no establece controles por ejemplo en los aeropuertos, que hemos visto que son la puerta de entrada de muchas enfermedades infecciosas, como la Covid-19, ni establece la necesidad de sensibilizar para que los pacientes eviten de forma activa las picaduras de los mosquitos transmisores del virus del dengue.
Además, faltan recursos para controlar todas las enfermedades emergentes en España como son el virus del Zika, el chikungunya o las fiebres hemorrágicas, que es algo que reivindican profesionales tanto de Salud Pública como de Medicina Preventiva. El dengue es un virus endémico en más de 100 países y, como informó a Consalud.es el Dr. Rubén Bueno,experto en biología de la Universidad de Valencia, “todos los años llegan casos importados e incluso autóctonos, afortunadamente de manera puntual. Las condiciones para que el virus se disemine, ya las tenemos”.