La resistencia a los antibióticos se erige ya como uno de los grandes problemas de salud pública. A finales del pasado mes de enero el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacían públicos los resultados del primer informe conjunto sobre la vigilancia de la resistencia a los antibióticos. Los resultados no fueron nada halagüeños.
Solo en 2020 se registraron en los países de la Unión Europea (UE) y del Espacio Económico Europeo (EEE) más de 670.000 infecciones bacterianas farmacorresistentes y 33.000 fallecidos como consecuencia directa de estas. Los expertos indican que la carga para los sistemas de salud de la resistencia a los antimicrobianos es comparable a la ejercida por la gripe, la tuberculosis y el VIH juntos.
Nos enfrentamos a un problema de salud pública cuya prevalencia va en aumento. La directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), María Jesús Lamas, advertía recientemente que nuestra sociedad se acerca a una “era post-antibiótica” debido a la resistencia a los antimicrobianos, lo que puede provocar el aumento de las infecciones multirresistentes sin tratamiento.
La resistencia a los antimicrobianos y la prevalencia de las infecciones en entornos hospitalarios han sido unos de los puntos sobre los que se ha focalizado la atención de los delegados de la 75ª Asamblea Mundial de la Salud. Estos han aprobado una “Estrategia Global sobre Prevención y Control de Infecciones”, a través de una resolución que tiene como objetivo posicionar la prevención y el control de las infecciones (PCI, por sus siglas en inglés) como la columna vertebral para la preparación y respuesta ante amenazas infecciosas y emergencias de salud, así como elemento clave desde el que abordar la carga silenciosa que suponen las infecciones asociadas a la atención de la salud y la resistencia a los antimicrobianos.
Esta nueva estrategia posiciona la prevención y el control de las infecciones en el contexto del fortalecimiento de los sistemas de salud y la prestación de atención de alta calidad, con el objetivo de mejorar la seguridad tanto de los pacientes como de los profesionales de la salud.
"La prevención y el control de infecciones afecta a todos los aspectos de la atención médica, incluida la higiene de manos, las infecciones en los entornos quirúrgicos, la seguridad de las inyecciones, la resistencia a los antimicrobianos y cómo funcionan los hospitales durante y fuera de las emergencias"
La resolución se ha producido en un momento en el que la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha demostrado el importante papel que tiene la prevención y el control de las infecciones a la hora de garantizar la seguridad de las personas. Razón por la que ofrece a los Estados miembros un total de 13 recomendaciones:
- Tomar medidas para apoyar y/o garantizar que la prevención y el control de las infecciones sea uno de los componentes clave de la preparación, prevención y respuesta sanitaria mundial.
- Reconocer que una atención limpia, de alta calidad, segura y asequible debe ser universal y estar disponible, así como garantizar que nadie esté expuesto innecesariamente a una infección por prácticas deficientes en materia de prevención y control.
- Adoptar medidas para apoyar y/o garantizar la prevención funcional de infecciones, tanto de las adquiridas en la comunidad como las asociadas a los entornos de salud, teniendo en cuenta el enfoque One Health.
- Adoptar medidas para apoyar a las autoridades pertinentes y/o asegurar que se implementan unos mínimos requisitos para los programas de prevención y control de infecciones y se monitorizan a nivel de los centros de salud, incluyendo prácticas como la gestión adecuada de los residuos.
- Apoyar y asegurar que las precauciones basadas en la transmisión para la prevención se implementan con fidelidad y de calidad, son funcionales y existen medidas administrativas, ambientales y de protección personal para prevenir y/o detener más transmisiones.
- Tomar medidas para apoyar y/o garantizar que la prevención y el control de infecciones se aplican en infraestructuras, recursos de abastecimiento de agua, saneamiento e higiene y se utilizan en todos los establecimientos de salud.
- Tomar medidas para reconocer el valor de contar con medidas de prevención y control de infecciones en una variedad de entornos profesionales.
- Tomar medidas para crear e implementar programas acreditados de prevención así como controlar los currículos de educación continua y, según corresponda, para todos los trabajadores de la salud y disciplinas relevantes.
- Adoptar medidas que garanticen que los programas de prevención y control de infecciones estén integrados y alineados con la resistencia a los antimicrobianos, la calidad de la atención, la seguridad del paciente, los sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento, construcción y remodelación de las infraestructuras de la salud y programas de emergencias, así como de enfermedades transmitidas por la sangre, tuberculosis, enfermedades respiratorias, enfermedades prevenibles por vacunación, enfermedades tropicales desatendidas, salud sexual y reproductiva, neonatal e infantil y otros programas en los que sea apropiado.
- Proporcionar un compromiso político decisivo y visible de liderazgo en los niveles más altos para mantener y mejorar la implementación de la prevención funcional de las infecciones.
- Introducir guías, regulaciones y/o marcos legales para hacer cumplir los requisitos de prevención y control, políticas e implementación de mejores prácticas a través de sistemas para acreditar establecimientos de salud y otros mecanismos, según corresponda.
- Continuar fomentando las inversiones en investigación sobre prevención y control de infecciones.
La OMS ya ha emitido el primer informe mundial sobre la prevención y el control de infecciones, advirtiendo que en los países de medios y bajos ingresos 15 de cada 100 personas que visitan un centro de atención médica se verán afectadas por una infección adquirida en estos entornos.
Tal y como denuncia el documento, se estima que la mitad de los establecimientos de salud del mundo carecen de suministros básicos de agua, lo que facilita el surgimiento de las infecciones, así como su propagación en los entornos sanitarios. Entre los datos más destacados de este informe cabe señalar que entre el 50-70% de las inyecciones que se administran en el mundo no son seguras, especialmente en los países con menos recursos y que hasta el 32% de los pacientes quirúrgicos contraen una infección posoperatoria.
“La prevención y el control de infecciones afecta a todos los aspectos de la atención médica, incluida la higiene de manos, las infecciones en los entornos quirúrgicos, la seguridad de las inyecciones, la resistencia a los antimicrobianos y cómo funcionan los hospitales durante y fuera de las emergencias. Los programas de apoyo a la prevención y control de las infecciones son especialmente importantes en los países de medios y bajos ingresos donde la prestación de los servicios de salud y los estándares de higiene médica pueden verse afectados negativamente por infecciones secundarias”, concluye la OMS.