“Para 2030, poner fin a las epidemias del sida, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles”. Esta es la meta 3.3 fijada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como una de las prioridades en materia de salud pública a nivel global.
Las enfermedades tropicales desatendías (ETD) son un grupo heterogéneo compuesto por 20 enfermedades con prevalencia mayoritaria en las áreas tropicales. Afectan a más de mil millones de personas pertenecientes a las comunidades más empobrecidas. Estas están provocadas por diversos agentes patógenos como virus, parásitos, bacterias, hongos y toxinas y tienen consecuencias devastadoras en ámbito económico, social y sanitario.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en colaboración con la comunidad mundial de países, socios, donantes, científicos y equipos de implementación, trabaja de forma constante para cumplir con el referido ODS 3.3 con un mundo libre de la carga de las enfermedades tropicales desatendidas en el horizonte. Un trabajo que se describe en la Hoja de Ruta de las Enfermedades Tropicales Desatendidas 2021-2030, el plan de la OMS para impulsar los esfuerzos globales en la lucha contra estas enfermedades en el contexto de los ODS fijados por las Naciones Unidas.
En su último informe la OMS advierte de que la carga de las enfermedades tropicales desatendidas continúa recayendo de manera desigual en un reducido número de países. Concretamente denuncia que 16 naciones soportan hasta el 80% de la carga de estas enfermedades.
Entre las amenazas identificadas para la consecución de los ODS destacan un progreso más lento de lo esperado en los países con mayor prevalencia de estas enfermedades. Muchos programas destinados a la lucha contra las ETD se han visto interrumpidos como consecuencia de la pandemia provocada por el SARS-CoV2, mientras que otros desafíos arraigados han resurgido de formas nuevas y desafiantes.
Durante el periodo comprendido entre 2021 y 2022 algunas regiones del mundo han sufrido varios brotes de enfermedades tropicales desatendidas como dengue, chikungunya, leishmaniosis y sarna
Se suma el problema del lento y desigual progreso reportado por alguna de las 20 enfermedades, así como factores de riesgo subyacentes persistentes como son la pobreza y el cambio climático. El rápido crecimiento demográfico también ha escalado puestos entre las principales amenazas para la consecución de los ODS en 2030.
El informe celebra que durante la última década la cantidad de personas que requieren intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas se ha reducido en un 25%, reduciéndose en unos 80 millones de personas entre 2020 y 2021. También ha disminuido en este periodo la carga de las enfermedades calculada como años de vida ajustados por discapacidad. Entre 2016 y 2019 más de mil millones de personas eran tratadas cada año debido a una o varias de las ETD.
En diciembre de 2022 47 países habían logrado eliminar al menos una enfermedad tropical desatendida. Una tendencia positiva que se ha visto afectada por la pandemia que ha limitado numerosas intervenciones a nivel comunitario, restringido el acceso a servicios de salud básicos y tenido severos impactos en las cadenas de suministro de un elevado número de productos sanitarios.
Entre las conclusiones más destacadas del informe vemos que el número de personas tratadas por defectos del tubo neural (los dos más habituales son la espina bífida y la anencefalia) disminuyó en un 34% entre 2019 y 2020. La eliminación progresiva de las restricciones establecidas durante la pandemia se ha traducido en un incremento del 11% en 2021.
Durante el periodo comprendido entre 2021 y 2022 algunas regiones del mundo han sufrido varios brotes de enfermedades tropicales desatendidas como dengue, chikungunya, leishmaniosis y sarna, cuyo manejo no ha estado exento de obstáculos dadas las referidas restricciones por la Covid-19.
Para alcanzar los ODS la estrategia global para luchar contra las ETD se sustenta sobre tres pilares: acelerar las acciones programáticas, intensificar los enfoques transversales y cambiar los modelos operativos.
“En el camino hacia los ODS tenemos la necesidad de revertir los retrasos para progresar y garantizar que los avances logrados no se pierden. Debemos invertir en innovación, operaciones y soluciones de financiación que fomentan la integración y la colaboración intersectorial. Debemos impulsar el apoyo global a los países con las cargas más altas de ETD y continuar facilitando la sostenibilidad de los programas a través de enfoques de financiación e implementación. El tiempo es esencial para alcanzar el ODS 3.3 y terminar con la epidemia de las ETD para 2030”, concluye el informe publicado por la OMS.