Los brotes epidémicos de viruela del mono que se han detectado en zonas en las que la enfermedad no es endémica han encendido todas las alarmas. Se trata de una enfermedad que desde hace décadas está presente en países del centro y este de África, pero sobre la que en Europa únicamente se habían producido casos esporádicos. El contexto epidemiológico que observamos en la actualidad ha puesto de relieve el escaso conocimiento que sobre la viruela símica tenemos y que ha llevado a hacer asociaciones erróneas como su calificación como enfermedad de transmisión sexual, por el hecho de que gran parte de los casos se han producido en hombres que tienen sexo con otros hombres, de acuerdo con los términos empleados por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
Con el objetivo de aportar mayor información sobre esta enfermedad, varias sociedades federadas en la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (Facme), han elaborado un documento a través del que recogen la evidencia disponible sobre la viruela del mono, así como de otras enfermedades que pueden provocar también lesiones cutáneas que pueden manifestarse en distintas partes del cuerpo.
Comenzamos el repaso del referido documento poniendo el foco en el cuadro clínico de la viruela del mono. Su periodo de incubación oscila entre los seis y los 13 días, aunque en algunos casos puede llegar a 21. Presenta un cuadro clínico de gravedad variable con síntomas muy similares a los que provocan otras viriasis: fiebre, astenia, mialgias, poliadenopatías y cefalea. Entre uno y cinco días desde el inicio de la fiebre comienzan a manifestarse las lesiones cutáneas.
“Es posible una erupción maculopapular que puede comenzar en orofaringe y cara y que se hace generalizado sin respetar palmas ni plantas y pudiendo involucrar mucosas y conjuntiva. Aunque la información existente es parcial, parece que este exantema era más frecuente en brotes previos”, exponen los expertos, que explican a continuación la evolución de las principales lesiones:
- Mácula eritematosa: lesión eritematosa, no palpable, mancha, de pocos milímetros.
- Pápula: lesión bien delimitada, palpable de pocos milímetros.
- Vesícula: lesión sobreelevada, bien delimitada, de contenido líquido claro, menor de 1cm, en muchas ocasiones se umbilican, deprimen, en el centro.
- Pústula: lesión sobreelevada, bien delimitada de contenido purulento.
- Costra: producida por desecación de un exudado o secreción y más pequeña que la lesión inicial.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la evolución de mácula a costra es rápida (entre tres y cinco días) lo que ayuda a diferenciar la viruela del mono de otras enfermedades de evolución más prolongada. “Durante dos a cuatro semanas, las lesiones evolucionan en brotes de lesiones similares que pasan en uno a dos días a través de las diferentes fases. Al aparecer brotes sucesivos, pueden verse lesiones en distintos estadios en diferentes localizaciones. El cuadro se resuelve en dos o cinco semanas después del inicio de los síntomas”.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la evolución de mácula a costra es rápida (entre tres y cinco días) lo que ayuda a diferenciar la viruela del mono de otras enfermedades de evolución más prolongada
A continuación vamos a analizar las lesiones cutáneas que producen una serie de enfermedades y que, ante el desconocimiento que existe entre la población general sobre la viruela del mono, pueden llevar a confusión. Destacar que hacen referencia al diagnóstico diferencial de las sospechas sin historia de viaje a zonas de riesgo y que la inmunodepresión también modifica el diagnóstico diferencial:
- Varicela
Erupción que comienza en zona alta de espalda y se extiende hacia cabeza y extremidades. Las lesiones son pápulas que evolucionan a vesículas y a costras. Lo característico es que haya varios brotes de lesiones, por lo que las lesiones no están todas en el mismo estadio, encontrándose en un mismo paciente pápulas, vesículas y costras.
- Infección herpética diseminada
Parecida a la anterior, pero más propia de pacientes inmunodeprimidos o con enfermedades de la piel.
- Foliculitis
Las lesiones de foliculitis son pápulas eritematosas o con pus de pequeño tamaño (1-2 milímetros). Lo más característico es que están distribuidas de forma regular, y en muchas de ellas se aprecia el folículo o están centradas por un pelo. Frecuentes por afeitado y en zonas de fricción. No se asocian a clínica general.
- Picaduras
Pueden ser sólidas (suelen tener una pequeña costra central) o vesículas, incluso ampollas (estas dos últimas sobre todo en zonas distales de brazos y piernas). Suelen adoptar disposición lineal y localizarse sólo en una zona, ocasionando mucho picor.
- Sífilis secundaria
Consiste en un exantema papular extenso que afecta a tronco y extremidades y con una importante afectación palmoplantar. Las lesiones son eritematodescamativas, con un collarete epidérmico característico. De forma infrecuente producen una gran inflamación o lesiones pustulosas. En este estadío son muy frecuentes las lesiones papulares (a veces maceradas o erosivas) en área genital o perianal (sifílides mucosas).
- Gonococcemia diseminada
El síndrome de artralgia/dermatitis consiste en pápulas purpúricas y pústulas necróticas de forma precoz sobre todo a nivel de brazos, piernas, manos y pies acompañadas, de fiebre, mal estado general y artralgias erráticas de rodilla, muñeca y/o tobillo. También pueden acompañarse de tenosinovitis.
- Impétigo
Cuando las lesiones de viruela del mono se convierten en costras, es posible que se parezcan al impétigo: infección de la piel que cursa con úlceras y costras color amarillentas (melicéricas) agrupadas en una zona, sobre todo en zona perioral, aunque en ocasiones pueden diseminarse. En ocasiones aparecen ampollas, tomando el nombre de impétigo ampolloso. Las lesiones son pruriginosas. Hay que tener en cuenta que las lesiones de viruela se pueden sobreinfectar, dando aspecto de impétigo secundario.
- Molusco Contagioso
Lesiones sólidas (no contienen líquido), de color piel o blanquecina, umbilicadas, miden pocos milímetros. Si se aprietan sale un contenido blanquecino, similar al que aparece al apretar un grano de acné. En ocasiones puede inflamarse la piel que las rodea. No se acompañan de linfadenopatía ni clínica general.
“El diagnóstico diferencial puede ser complejo, incluyendo enfermedades infecciosas y otras muchas no infecciosas, por lo que en caso de duda se recomienda solicitar la colaboración de dermatología y conjuntamente, en caso de viajeros/migrantes, de Unidades de Patología Importada por los cauces establecidos en cada área sanitaria”, piden los expertos.