Las vacunas salvan vidas, un hecho constatado a lo largo de los años: solo en los últimos tres años 1,4 millones de europeos no han fallecido gracias a la inmunización contra la Covid-19, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, pese a los conocidos beneficios de estas herramientas preventivas, la realidad es que existe una baja cobertura de vacunación fruto del desconocimiento de la sociedad, pero también de la necesidad de mejorar la aceptación entre el personal sanitario, como recoge una investigación publicada en Science Direct.
Las vacunas frenan infecciones, evitan enfermedades graves e impiden años de discapacidad y muertes prematuras causadas por patologías infecciosas como la neumonía, la gripe, el herpes zóster, la rubeola, la difteria... Enfermedades que pueden agravarse especialmente en población vulnerable: bebés y niños pequeños, por un sistema inmunitario más inmaduro; personas con enfermedades o tratamientos que debilitan la respuesta inmunitaria; y los mayores, que debido al proceso de inmunosenescencia, pierden memoria inmune contra estas patologías.
Actualmente, la tasa de cobertura en España no alcanza al 95% de los pacientes, y a veces ni al 30%. Frente a la gripe, por ejemplo, en la población entre 18 y 64 años solo un 20% está inmunizado, porcentaje que no alcanza el 50% en los mayores de 60. Y, aunque el resto de coberturas en nuestro país son aceptables, son mejorables, como ocurre en el resto del mundo. Una situación que se deriva a la reticencia a la vacunación, considerada una de las diez principales amenaza para la salud mundial, según defiende la OMS.
Los sanitarios se preocupan por la seguridad y eficacia de estos fármacos y a veces cuentan con un conocimiento insuficiente sobre las vacunas
Para mejorar la concienciación social sobre estos fármacos, los profesionales sanitarios desempeñan un papel esencial, como recogen los autores del artículo citado de Science Direct. El problema, señalan, es que la reticencia creciente a la vacunación por parte de la sociedad también afecta a los profesionales sanitarios, quienes se preocupan por la seguridad y eficacia de estos fármacos y a veces cuentan con un conocimiento insuficiente sobre las vacunas. Ante la importancia de fomentar la vacunación para prevenir el desarrollo de diferentes patologías y el coste sanitario que eso conlleva, ¿qué se puede hacer?.
MEDIDAS PARA FOMENTAR LA VACUNACIÓN
Esta pregunta la responden los autores con una serie de estrategias para contrarrestar la reticencia a las vacunas entre los profesionales sanitarios. El personal de la salud es el que informa, fomenta y recomienda a los pacientes la vacunación, por lo que, si esta pieza clave de la salud pública falla, la cobertura de las vacunas tenderá a ir a peor.
Para impulsar la inmunización, los autores señalan la necesidad de realizar conferencias y distintas iniciativas educativas para “abordar las lagunas de conocimiento y los malentendidos sobre las enfermedades infecciosas y la vacunación”, de esta forma se mejoraría la confianza de los profesionales. También indican la importancia de comentar las tasas de vacunación o compartir nuevas políticas de inmunización que puede impulsar la aceptación. No en vano, “aunque son controvertidas, las políticas de vacunación obligatoria son muy eficaces y suelen dar lugar a tasas de cobertura superiores al 90 %”, indican los autores.
“Para aumentar la aceptación de las vacunas entre el personal sanitario no basta con proteger a los profesionales sanitarios, sino que hay que salvaguardar la salud pública en general"
Asimismo, es importante facilitar el acceso a las vacunas, con la creación de unidades móviles de vacunación, horarios de vacunación ampliados o centro in situ; y realizar campañas personalizadas que se adaptan al entorno, como por ejemplo, que tengan en cuenta los conceptos erróneos o las barreras (confianza, acceso y motivación) existentes entre los trabajadores de la salud.
“Para aumentar la aceptación de las vacunas entre el personal sanitario no basta con proteger a los profesionales sanitarios, sino que hay que salvaguardar la salud pública en general y garantizar el éxito de los programas de vacunación”, señalan. “Al centrarnos en estas estrategias basadas en evidencia, podemos mejorar significativamente la aceptación de la vacuna entre los profesionales de la salud, mejorar los esfuerzos de prevención de salud pública y proteger a las comunidades de todo el mundo”, concluyen.