También conocido como “culebrilla”, el herpes zóster está causado por la reactivación del virus de la varicela-zóster. Su nombre viene del latín, y significa “faja o cinta que se asemeja a una serpiente”, por la forma característica del sarpullido que aparece en la piel.
Este virus es el mismo que causa la varicela, y se queda latente en los nervios encargados de percibir los cambios de temperatura o el dolor. El sistema inmunitario evita que se reactive, pero en algunas ocasiones, cuando bajan las defensas, dejamos de ser capaces de controlar al virus y este se reactiva como herpes zóster. En la mayoría de los casos, el sarpullido y el dolor se resuelven con el paso de los días, pero en algunas personas, el dolor puede persistir, dando lugar a la neuralgia postherpética.
En la inauguración de la muestra, en la que han estado presentes el fotógrafo Eugenio Recuenco y el periodista Juan Ramón Lucas se ha celebrado en el marco de la semana de concienciación sobre el herpes zóster que GSK, en colaboración con la Federación Internacional sobre el Envejecimiento (IFA), pone en marcha un año más del 27 de febrero al 5 de marzo.
Para Eugenio Recuenco, quien ha colaborado en la exposición “fue una oportunidad retadora dar visibilidad a algo tan humano, real y subjetivo como es el dolor y por el efecto personal y emocional que he vivido al haber pasado el herpes zóster en varias ocasiones. Muchas veces es un tabú y es difícil de explicarlo. De esta forma y a través de la fotografía normalizamos expresar las emociones y los sentimientos, trasmitir algo tan subjetivo como abrumador, y desencadenado por otra parte por algo tan frecuente y casi tan familiar como puede ser la enfermedad que coloquialmente llaman ‘’la culebrilla’’ pero a la vez tan desconocida”.
“Una de cada tres personas mayores de 50 años va a presentar un episodio de herpes zóster a lo largo de su vida”
En esta línea el doctor Miguel Ángel Acosta, médico de familia del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) apunta que “Una de cada tres personas mayores de 50 años va a presentar un episodio de herpes zóster a lo largo de su vida”. Esta erupción, tal y como señala el doctor Acosta, “puede aparecer en lugares especialmente complejos, como, por ejemplo, en el nervio trigémino, lo que puede afectar al ojo del paciente y afectarle la vista”.
La complicación más frecuente del herpes zóster es la neuralgia postherpética. “El riesgo de padecerla aumenta drásticamente con la edad, siendo del 3-4% en adultos de 30 a 49 años, un 21% en adultos de 60 a 69 años, un 29% en los de 70 a 79 años y llegando al 34% en adultos mayores de 80 años”, confirma la doctora María Madariaga, presidenta de la Sociedad Española del Dolor (SED). La neuralgia postherpética se caracteriza por un dolor que persiste más de tres meses desde la resolución del sarpullido y puede durar meses o incluso años. “No tiene cura, pero sí disponemos de fármacos y técnicas para reducir su impacto, pero dura tanto como viva el paciente que lo sufra. A medida que aumenta la edad media de la población mundial, puede estimarse que la NPH sea una carga sanitaria cada vez de mayor calado”, añade la doctora.
“Para el paciente la presencia del dolor cambia su rol a anciano y dependiente”, reconoce Madariaga, quien explica que el dolor puede hacerle perder la funcionalidad por la presencia de dolor crónico neuropático mal controlado o los efectos adversos de un tratamiento que genera consecuencias de tipo cognitivo, como olvidos, embotamiento mental, riesgo de caídas, etc. Además, influye “para su familia, ya que supone un cambio en los cuidados y atención que precisan, la introducción de cuidadores o la pérdida del rol de uno de los familiares para atender las nuevas necesidades que tiene el paciente”.
Por todo ello y en palabras de Eugenio Recuenco, lo particular de esta exposición para él es “haber apostado por dar visibilidad a lo invisible, aportar mi granito de arena, a dar a conocer algo tan subjetivo como es el dolor”.
En palabras de Eduardo de Gomensoro, director médico de vacunas de GSK en España, “esta exposición es clave para dar a conocer el herpes zóster desde otra perspectiva, poniendo al paciente en el centro. Esperamos que esta iniciativa ayude a concienciar sobre este virus haciendo visible el dolor que no se ve”.