Las imágenes de niños con discapacidad física grave, con prótesis, en sillas de ruedas, completamente paralizados a causa del poliovirus parecen muy lejanas. No en vano, en 1988 se inició un esfuerzo en materia de salud pública a nivel mundial que consiguió reducir los cientos de miles de casos que entonces se daban a unos 300 en la década de 2010. La erradicación de la poliomielitis entonces parecía posible y más con la nueva estrategia que se inició en 2016. Sin embargo, tal y como refleja la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio (GPEI por sus siglas en inglés) los esfuerzos “están fracasando”.
En 2016, tal y como recuerda un artículo publicado en la revista científica ‘Science’, se decidió sustituir las vacunas orales clásicas con la polio, que habían provocado un incremento de casos de poliovirus tipo 2 derivados de las vacunas, por nuevos sueros con el virus atenuado que no contuvieran el componente tipo 2 de las vacunas orales. Sin embargo, según Kimberly Thompson, que dirige Kid Risk, Inc., “ya es hora de que alguien declare públicamente que el cambio fue un fracaso, dados los obvios errores de gestión y liderazgo”.
“Las últimas fases del proceso de erradicación han resultado ser las más difíciles”
Los datos así lo reflejan en el informe de la GPEI: desde el cambio 3.300 niños han desarrollado poliomielitis derivada de la vacuna, solo en 2022 se dieron 665 casos en 23 países. El objetivo era reducir a cero los casos de polio tipo 2 derivados de la vacuna, algo que, tal y como reconoce Aidan O'Leary, director para la erradicación de la polio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “claramente no ha sucedido”.
Como recoge el informe ‘Estrategia de Erradicación de la Poliomielitis 2022-2026’ del GPEI, sí que se han producido importantes avances. Los poliovirus salvajes de tipo 2 y 3 (WPV2 y WPV3) se declararon erradicados en 2015 y 2019, respectivamente; la Región de Asia Sudoriental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se declaró libre de poliovirus en 2014, y en agosto de 2020 se certificó que la Región de África de la OMS estaba libre de poliovirus salvajes (WPV). Sin embargo, reconocen en el informe, “las últimas fases del proceso de erradicación han resultado ser las más difíciles”
MEDIDAS A TOMAR
Los brotes, especialmente ocurridos en los países del continente africano, reflejan una reemergencia sanitaria para la que se están dando los primeros pasos, como el desarrollo de tres nuevas vacunas que han mostrado su eficacia para proteger contra la polio y evitar la reactivación del virus atenuado. La primera, la nOPV2 dirigida al tipo 2, ya se administra en humanos; las otras dos acaban de demostrar su eficacia en ratones.
Asimismo, según la estrategia citada, es preciso que los Gobiernos sean conscientes de la actual urgencia, realicen campañas de sensibilización de las vacunas, se refuercen los programas de inmunización y la vigilancia. Medidas para alcanzar diferentes metas como interrumpir permanentemente la transmisión de todos los poliovirus en los países con paludismos endémico, como son Afganistán y Pakistán, en donde se ha de mejorar el acceso a los programas para la poliomielitis para los niños, enfrentando, por ejemplo, la desconfianza en comunidades como las de lengua pashtún.
“Para conseguir que no haya más casos de poliomielitis en el mundo será fundamental efectuar y controlar la contención de poliovirus a largo plazo"
Otra meta a alcanzar es frenar la transmisión de la poliomielitis causada por la vacuna. Como se ha citado anteriormente, la desaparición de la inmunidad contra el poliovirus de tipo 2 en la vacunas administrada desde 2016 ha provocado el incremento de casos, en contra de lo que se creía al tomar la decisión. Entre 2019 y 2020, de hecho, se triplicaron y extendieron en África, el sur de Asia y Oriente Medio, con un total de 27 brotes. Para enfrentar esta realidad una de las claves recogidas en el informe es mejorar la planificación y ejecución de la campaña de inmunización con nOPV2.
Entre 2023 y 2024 se debía haber conseguido interrumpir la transmisión de los poliovirus salvajes y aislar el último virus derivado de la vacuna. Para 2026-2027 el objetivo es validar y certificar la erradicación del virus salvaje y la ausencia del debido a la vacuna. “Para conseguir que no haya más casos de poliomielitis en el mundo será fundamental efectuar y controlar la contención de poliovirus a largo plazo en instalaciones que cuenten las debidas medidas de seguridad”, concluye el informe.