La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 nos ha recordado a todos el papel fundamental de la salud como pilar esencial para el desarrollo de nuestras sociedades y economías. Sin salud, no puede haber nada más. Una máxima que en numerosas ocasiones ha puesto de relieve la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero no solo se trata de la Covid-19.
De forma histórica los países con menos ingresos han tenido que hacer frente a epidemias de múltiples enfermedades que, en su mayoría, son endémicas de estas regiones lo que aleja el foco de los países con altos ingresos. Millones de personas en todo el mundo ven afectada su salud y fallecen como consecuencia de enfermedades que pueden tratarse o prevenirse a través de las vacunas, cuyo papel también ha quedado reforzado tras la crisis sanitaria provocada por la Covid-19.
El dengue, el zika o el chikungunya son calificados como enfermedades infecciosas desatendidas u olvidadas (EID) por la OMS. Enfermedades transmitidas por vectores que se ceban con especial virulencia entre las poblaciones con menos recursos. La prevención y el control de estas enfermedades, generalmente relacionadas con la pobreza, requieren de un abordaje integrado y multidisciplinario que se basa en muchas ocasiones en acciones dirigidas al control de vectores mediante acciones multisectoriales e intervenciones costo-efectivas destinadas a reducir el impacto negativo sobre la salud y el bienestar socioeconómico.
Pero existen otras muchas enfermedades que apenas tienen visibilidad. Hablamos por ejemplo del kala azar, el Chagas o la enfermedad del sueño. Tal y como denuncian desde Médicos Sin Fronteras “están fuera de las agendas de la investigación y el desarrollo porque no son rentables”.
CHAGAS, LA IMPORTANCIA DEL ACCESO A TRATAMIENTO TEMPRANO
El Chagas, también conocido como tripanosomiasis humana americana, es una enfermedad olvidad que está causada por el parásito Trypanosoma cruzi. De acuerdo con los datos facilitados por la OMS afecta a entre seis y siete millones de personas en todo el mundo y ya es endémica en 21 países de América Latina, donde alrededor de 70 millones de personas viven en riesgo. El mundo globalizado en el que vivimos, sumado a las migraciones y las consecuencias del cambio climático, se han traducido en la detección en los últimos años de casos también en Estados Unidos, Europa, Australia o Japón.
El Chagas nos muestra la importancia del acceso al tratamiento. Actualmente se cuenta con dos medicamentos específicos (benznidazol y nifurtimox) que reportan una tasa de curación de casi el 100% en la fase aguda de la enfermedad
Se trata de una enfermedad que tiene dos fases: aguda y crónica, con criterios de diagnóstico y clínica diferentes. Por norma general la fase aguda de la enfermedad es asintomática, aunque casi el 30% de las personas que la padecen desarrollan problemas crónicos cardíacos que reducen su esperanza de vida en una media de 10 años. Más del 80% de las muertes asociadas al Chagas tienen su origen en complicaciones cardíacas.
Desde Médicos Sin Fronteras denuncian que, a pesar de los avances alcanzados en las tres últimas décadas gracias al control vectorial en los países en los que la enfermedad es endémica, “existe una gran brecha en la disponibilidad y acceso al diagnóstico y tratamiento”. Un dato preocupante es que se cree que más del 95% de las personas infectadas desconocen su estado por lo que no reciben tratamiento.
El Chagas nos muestra la importancia del acceso al tratamiento. Actualmente se cuenta con dos medicamentos específicos (benznidazol y nifurtimox) que reportan una tasa de curación de casi el 100% en la fase aguda de la enfermedad. Un porcentaje que se va reduciendo a medida que transcurre el tiempo entre la infección y el inicio del tratamiento.
AVANCE DEL CHIKUNGUNYA FUERA DE LAS ZONAS ENDÉMICAS
El virus chikungunya es transmitido por los mosquitos del género Aedes aegypty y Aedes albopictus, conocido como mosquito tigre. Dos especies que también pueden transmitir otras enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla o el zika. En origen estos mosquitos solo estaban presentes en Asia y África, pero se están expandiendo en América y Europa, como demuestra el hecho de que ya se han detectado casos en más de 60 países.
En uno de sus últimos informes el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) alertaba del aumento de casos en Europa en los últimos años de chikungunya y dengue, debido al desplazamiento de estas especies de mosquitos como consecuencia del cambio climático.
Los conflictos armados en el continente africano y el debilitamiento de los sistemas sanitarios han contribuido al resurgimiento de la enfermedad del sueño. Una infección parasitaria mortal si no se recibe tratamiento
El chikungunya provoca fiebre alta, dolores de cabeza, articulaciones y músculos, fatiga e incluso náuseas y sarpullido. Aunque la mortalidad es baja y la mayoría de los afectados se recuperan en cuestión de días o semanas, sufrirán inflamaciones y dolores articulares durante años. No se cuenta con un tratamiento o vacuna por lo que las acciones en estos pacientes se orientan al alivio de los síntomas.
EL DESCONOCIDO KALA AZAR
Pocas personas han oído hablar del kala azar o fiebre negra. Una enfermedad tropical parasitaria que se transmite a través de la picadura de la mosca de la arena. La OMS informa de que es altamente endémica en India y la región de África oriental con entre 50.000 y 90.000 nuevos casos cada año. De estos solo se notifican a la OMS entre el 25-45%.
Cuando una persona se infecta ve debilitado su sistema inmunológico lo que le hace más vulnerable ante otras enfermedades. Entre los síntomas principales destacan la fiebre durante más de dos semanas, pérdida de peso y apetito, anemia y aumento de tamaño del bazo, el hígado y los ganglios. Si no se recibe tratamiento la enfermedad casi siempre es mortal.
En Asia el kala azar se trata mediante anfotericina B liposomal (sola o como parte de una terapia combinada en los casos de coinfección con VIH), mientras que en África destaca la combinación de antimoniales pentavalentes y paromomicina (tratamiento administrado a través de dolorosas inyecciones durante 17 días).
Cada año más de tres millones de niños menores de cinco años fallecen como consecuencia de la desnutrición o por problemas relacionados con esta
Tal y como denuncian desde Médicos Sin Fronteras los conflictos armados en el continente africano y el debilitamiento de los sistemas sanitarios han contribuido al resurgimiento de la enfermedad del sueño. Una infección parasitaria mortal si no se recibe tratamiento que llegó a controlarse en la década de 1960 y que ahora está presente en 36 países africanos.
LA MORTAL ENFERMEDAD DEL SUEÑO
La enfermedad del sueño (tripanosomiasis humana africana) se transmite por la picadura de la mosca tsé-tsé. El parásito ataca el sistema nervioso central provocando importantes trastornos neurológicos y la muerte. En la primera fase de la enfermedad, cuando el parásito solo está presente en la sangre, es fácil de tratar, aunque no de diagnosticar ya que los síntomas como la fiebre y la debilidad pueden confundirse con otras enfermedades. Es en la segunda fase se manifiestan los síntomas neurológicos o psiquiátricos como los problemas de coordinación, confusión y trastornos del sueño.
“En la fase I de la enfermedad se utiliza pentamidina, un medicamento que se administra por vía intramuscular durante siete días y en régimen ambulatorio. El tratamiento es poco tóxico y bastante eficaz. Para la fase II, el mejor tratamiento es una terapia combinada de nifurtimox oral y eflornitina intravenosa (NECT)”, explican desde Médicos Sin Fronteras.
PROBLEMA GLOBAL DE DESNUTRICIÓN
Cerramos este repaso a algunas de las enfermedades olvidadas con el problema de la desnutrición.
Cada año más de tres millones de niños menores de cinco años fallecen como consecuencia de la desnutrición o por problemas relacionados con esta. Médicos Sin Fronteras denuncia que el 80% de los casos de desnutrición en sus formas más agudas se concentran en solo 20 países ubicados en su mayoría en África y algunas zonas del sur de Asia.
Todas estas enfermedades tienen como denominador común que todas afectan a personas sin recursos por lo que el resultado son emergencias desatendidas que provocan muertes que, en su mayoría, son evitables.