La viruela del mono ha acaparado el foco mediático y social. Hasta el momento, nueve países de la Unión Europea han notificado casos (Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Portugal, España, Suecia y Países Bajos), de acuerdo con la última actualización realizada por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). Nos encontramos ante el mayor brote de viruela del mono de la historia detectado fuera de África, lo que ha despertado no solo la preocupación de las autoridades sanitarias, sino también de la sociedad.
Una sociedad que ha vivido los dos últimos años cumpliendo con medidas y restricciones destinadas a reducir la propagación del SARS-CoV-2, responsable de la peor pandemia a la que la humanidad ha tenido que hacer frente en, al menos, los últimos 100 años. Desde finales de 2019 el mundo observa las enfermedades infecciosas de forma diferente a como lo hacía antes. El miedo a lo desconocido y el haber sido testigos de cómo la salud y, por ende, el resto de los pilares que sostienen nuestras sociedades, pueden tambalearse sin previo aviso por la expansión de una enfermedad, han impregnado con cierto halo de temor la viruela del mono.
Pero no, la viruela del mono no va a convertirse en el nuevo problema de salud pública global. No al menos a los niveles que lo ha hecho el SARS-CoV-2. La Covid-19 ha logrado que la salud ocupe un puesto destacado dentro del espacio mediático. Hecho positivo, pero en muchas ocasiones, se cruza con demasiada frecuencia la delgada línea entre la información y el sensacionalismo lo que aumenta la confusión y el temor entre la población.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la viruela del mono no es un virus nuevo como sucedió con el SARS-CoV-2. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que no se cuenta actualmente con vacunas o tratamientos específicos para la viruela del mono, en el pasado la vacuna contra la viruela tradicional (erradicada oficialmente en 1980) demostró una eficacia de hasta un 85% en la prevención de la viruela del mono.
El ECDC establece el riesgo general como “moderado” para las personas que tienen múltiples parejas sexuales, y “bajo” para la población general
Esta es una gran diferencia respecto a la Covid-19 y la crisis sanitaria que originó. El segundo factor que marca una diferencia abismal entre ambos virus es el mecanismo de propagación. “La viruela del mono no se propaga fácilmente entre personas”, aseguran el ECDC.
“La transmisión de persona a persona ocurre a través del contacto cercano con material infecciosos de lesiones en la piel de una persona infectada y a través de fómites, gotitas respiratorias que pueden contagiar tras un contacto cara a cara prolongado”.
La gran mayoría de los casos que se han detectado en los brotes actuales se han producido entre hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres. En este sentido el ECDC informa de que la naturaleza de las lesiones que se presentan en algunos casos sugiere que el contagio se produjo por transmisión sexual. Esto no implica que estemos hablando de una enfermedad de transmisión sexual.
La OMS ha indicado en relación a esto que es posible que este grupo demográfico se realiza exámenes médicos con mayor frecuencia, lo que podría explicar que la mayoría de casos se hayan detectado en este colectivo. Hecho que se traduce también en un más que seguro infradiagnóstico, tal y como ha expresadoRichard Pebody, director del equipo de patógenos de alta amenaza de la Oficina Regional para Europa de la OMS: “Aquí solo estamos viendo la punta del iceberg”.
A pesar de esto el ECDC establece el riesgo general como “moderado” para las personas que tienen múltiples parejas sexuales, y “bajo” para la población general.
"Se debe mantener un equilibrio entre informar a los que corren mayor riesgo y comunicar que el virus no se propaga fácilmente entre las personas, por lo que el riesgo para la población general es bajo"
El tratamiento es principalmente sintomático y de apoyo, incluida la prevención y el tratamiento de infecciones bacterianas secundarias. La vacuna contra la viruela tradicional “se puede considerar para la profilaxis posterior a la exposición de los contactos cercanos con mayor riesgo de enfermedad grave, sin embargo, se debe realizar una evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios para el individuo expuesto”. En este sentido la OMS ha rechazado por el momento a vacunación masiva de la población.
En términos de mortalidad, se deben tener en cuenta los distintos clados (cada una de las distintas variantes del virus). Se ha documentado que la tasa de letalidad para el clado de África occidental es de alrededor del uno por ciento, mientras que para el clado de la cuenca del Congo puede llegar al 10%. “El problema de la letalidad que podemos ver reflejado en alguna estadística está relacionado con los factores que tiene la población infectada. No podemos comparar la población de un país desarrollado como España, con acceso a servicios sanitarios, con buenas condiciones inmunológicas y con un estado nutricional adecuado, con otros países con peores condiciones higiénicas, sin acceso a la sanidad de forma correcta y donde, por ejemplo, los niños son los que menos defensas tienen y se erigen como un grupo de población vulnerable”, explica a este medioPatricia Guillem, catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea de Valencia.
El ECDC remacha que los esfuerzos principales de los países deben centrarse en la rápida identificación, gestión y rastreo de contactos, así como en la notificación de casos. Para ello se recomienda una actualización de los mecanismos de rastreo de contactos, revisión de la disponibilidad de vacunas contra la viruela y antivirales y actualizar su capacidad para el diagnóstico de ortopoxvirus, virus al que pertenecen tanto la viruela tradicional como la viruela del mono.
“Los mensajes sobre la comunicación de riesgos deben enfatizar que la viruela del mono se transmite a través del contacto cercano entre personas, especialmente dentro de un mismo hogar, lo que podría incluir la vía sexual. Se debe mantener un equilibrio entre informar a los que corren mayor riesgo y comunicar que el virus no se propaga fácilmente entre las personas, por lo que el riesgo para la población general es bajo”, concluye el ECDC.