A principios del mes de octubre el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) advertía de que la temporada epidémica de influenza aviar altamente patógena (HPAI, por sus siglas en inglés) 2021-2022 es ya la mayor observada hasta la fecha en Europa. “El riesgo de infección se evalúa como bajo para la población general en la Unión Europea y los países del Espacio Económico Europeo, y de bajo a medio para las personas que están expuestas ocasionalmente”, especificaba el pasado 3 de octubre el ECDC.
A pesar de esto, y tras la crisis sanitaria provocada por el SARS-CoV-2, los virus de la gripe zoonótica continúan siendo motivo de preocupación para la salud humana en el viejo continente. Los virus de la influenza que circulan entre las distintas especies animales pueden transmitirse de forma esporádica a los seres humanos y causar una enfermedad cuyo curso puede variar desde casos leves a muy graves. “Estos virus tienen el potencial de causar pandemias, como la de influenza de 2009 provocada por un virus de triple variedad que se propagó de cerdos a humanos, o afectar gravemente a la salud pública, como las epidemias de H5N1 en Egipto o H7N9 en China”, recuerdan desde el ECDC.
Uno de los aspectos sobre los inciden los expertos es que los procesos evolutivos virales, como los eventos de redistribución de los virus de la influenza, se erigen como factores impulsores de la aparición de nuevos virus con potencial pandémico. Razón por la que la rápida identificación de los virus de influenza animal que se transmiten de especies animales a humanos y entre seres humanos, es fundamental a la hora de poner en marcha tanto las medidas de control como de seguimiento. Esta es la base fundamental para contar con información que posibilite la evaluación más certera posible de la realidad epidemiológica que se está viviendo.
Entre los riesgos principales que plantean los virus de la influenza destacan su circulación generalizada y su evolución continua, especialmente en poblaciones de cerdos y aves, así como un aumento de la transmisibilidad a los mamíferos, entre los que se incluyen los seres humanos. Motivo por el que desde el ECDC han elaborado un documento que tiene como misión brindar orientación a los expertos en salud pública a la hora de identificar posibles infecciones en humanos e informar las evaluaciones de riesgos y medidas de salud pública a adoptar.
En este sentido el ECDC indica que hay grupos de personas con ocupaciones que pueden exponerlos a animales con infección por el virus de la influenza zoonótica, tanto posible como confirmada. “Si las personas han estado expuestas a animales que pueden estar infectados y si presentan síntomas respiratorios o conjuntivitis, deben hacerse la prueba”, especifican.
“Lo profesionales de la salud pública deben ser conscientes de la necesidad de realizar pruebas para la detección de la infección y realizar la caracterización del virus o la secuencia del genoma completo en los casos graves”
“De la misma forma, los pacientes con enfermedad respiratoria aguda grave de etiología desconocida, incluidos aquellos que dieron positivo con un virus de la influenza que no se puede subtipificar, y los pacientes gravemente enfermos con exposición previa a animales deben ser considerados para la prueba del virus de la influenza zoonótica”, añaden.
Las pruebas para la detección de la influenza zoonótica se pueden realizar mediante ensayos de reacción en cadena de polimerasa, permitiendo así la detección molecular directa, de forma rápida y con una elevada sensibilidad a los genomas virales de la influenza zoonótica. “El enfoque para el diagnóstico que utiliza RT-PCR en tiempo real adoptado en la mayoría de los laboratorios se basa principalmente en el gen de la matriz M1, que es un objetivo estándar para la diferenciación de los virus de influenza tipo A y tipo B. Dado que las secuencias genéticas difieren entre varios subtipos de virus de influenza zoonótica, es necesario obtener o diseñar cebadores y sondas de PCR que detecten específicamente el subtipo de influenza de interés”, exponen desde el ECDC.
Los expertos del organismo europeo señalan que las pruebas serológicas no deben utilizarse para la detección y caracterización inicial de un posible evento zoonótico. Sin embargo, las pruebas serológicas emplean técnicas simples y económicas que permiten la identificación de los subtipos de la influencia zoonótica, así como la medición de anticuerpos. Pero lo cierto es que estas pruebas presentan limitaciones como el hecho de que pueden ocurrir reacciones cruzadas entre diferentes linajes dentro de un subtipo e, incluso, entre diferentes subtipos. Sobre los resultados de las pruebas serológicas cabe señalar que solo ofrecen información sobre la exposición histórica a los virus de la influenza zoonótica y no ofrecen información genética viral, fundamental para evaluar la posible amenaza pandémica que puedan suponer las cepas.
Precisamente, dada la amplia variedad de los virus gripales zoonóticos, la secuenciación genómica se ha convertido en una herramienta indispensable. “Los países con capacidad y recursos disponibles deben utilizar la secuenciación del genoma completo para identificar los virus gripales zoonóticos emergentes. La secuenciación es el método más eficaz para identificar los virus gripales zoonóticos emergentes y distinguir entre cepas zoonóticas y estacionales”.
Las medidas sanitarias en los centros de trabajo en los que la transmisión es posible ya que no puede evitarse el contacto con animales deben adoptarse en el menor tiempo posible, entre las medidas que se contemplan destacan la prevención de aerosoles y polvo, una correcta ventilación, separación de la ropa de trabajo de la personal y medidas destinadas a la prevención de la contaminación de los alojamientos de los trabajadores.
“Lo profesionales de la salud pública deben ser conscientes de la necesidad de realizar pruebas para la detección de la infección y realizar la caracterización del virus o la secuencia del genoma completo en los casos graves”, aseveran los expertos. Especialmente si tenemos en cuenta que reciente evidencia científica pone el foco en mamíferos infectados con una elevada carga viral en el cerebro, lo que indica que los seres humanos expuestos podrían presentar síntomas atípicos y no relacionados con la salud respiratoria, como encefalitis o meningoencefalitis.