La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que entre los años 2000 y 2020 se salvaron 66 millones de vidas gracias al diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Hablamos de una enfermedad que es prevenible y curable, pero que solo en 2020 causó más de 9,9 millones de infecciones (más de 1,1 millones en niños). Su eliminación supone un importante desafío sanitario a nivel global ante el que el desarrollo de vacunas seguras y eficaces se erige como uno de los grandes aliados.
El pasado 18 de enero el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunciaba la puesta en marcha de un nuevo Consejo Acelerador de Vacunas contra la Tuberculosis. Una iniciativa que tiene como objetivo facilitar la autorización y uso de nuevas vacunas contra la tuberculosis, mediante el aceleramiento de la coordinación entre financiadores, organismos internacionales, gobiernos y pacientes para identificar y superar los obstáculos a los que se enfrenta el desarrollo de vacunas contra la tuberculosis.
La OMS advierte de que no se ha desarrollado ninguna nueva vacuna contra la tuberculosis en los últimos 100 años. Hasta la fecha BCG es la única vacuna autorizada contra la tuberculosis y, aunque ofrece una eficacia moderada en la prevención de formas graves de tuberculosis en lactantes y niños pequeños, no protege adecuadamente a los adolescentes y adultos, que representan cerca del 90 por ciento de los casos en todo el mundo.
Con el objetivo de reforzar la importancia que supondría el desarrollo de nuevas vacunas contra la tuberculosis, un grupo de investigadores ha publicado en PLOS Medicine los resultados de un trabajo que ha evaluado los costes futuros, el ahorro y la rentabilidad derivada de la introducción de nuevas vacunas contra la tuberculosis en los países de medios y bajos ingresos.
"Si bien existen candidatos a vacuna prometedores, los limitados incentivos del mercado para invertir en la prevención de la tuberculosis han retrasado el desarrollo de nuevas vacunas"
Para ello se han contemplado dos perfiles de productos de vacunas: uno dirigido a bebés y uno a adolescentes y adultos. Ambos productos estarían dirigidos a la prevención de la tuberculosis activa. En el caso base se asumió un precio de dosis de la vacuna de 4,60 dólares. Se estimó que la introducción de la vacuna requeriría recursos sustanciales a corto plazo, compensados por futuros ahorros de costes por la carga de tuberculosis evitada. Desde la perspectiva de los sistemas de salud la vacunación contra la tuberculosis de adolescentes y adultos fue rentable en 64 de los 105 países de ingresos medios y bajos contemplados en el modelo.
Desde la perspectiva social (incluyendo las ganancias de productividad y los costes evitados para los pacientes) se proyectó que la vacunación contra la tuberculosis de adolescentes y adultos sería rentable en 73 de los 105 países evaluados, ahorrando además costes en 58, incluido el 96% de las naciones con mayor carga de tuberculosis. “Al considerar el valor monetizado de las ganancias en la salud, estimamos que la introducción de una vacuna para adolescentes y adultos podría producir entre 283.000 y 474.000 millones de dólares en beneficios económicos para 2050”.
El coste y la rentabilidad de las nuevas vacunas contra la tuberculosis dependen de la vacuna y la estrategia de distribución que se establezca atendiendo a las características de un país en concreto. “Nuestro análisis proyectó que una nueva vacuna efectiva contra la tuberculosis podría ofrecer grandes beneficios económicos y de salud entre 2028 y 2050”, declaran los autores.
La estrategia de la OMS para poner fin a la tuberculosis tiene como objetivo una reducción del 90% en la mortalidad por tuberculosis y una disminución del 80% en su incidencia para el año 2030, en comparación con 2015. Alcanzar estas metas requiere de una respuesta multisectorial con nuevas herramientas transformadoras como las vacunas. El coste de no cumplir con los objetivos en 2030, sumado a los retrocesos que ha supuesto la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, podría traducirse en 31,8 millones de muertes por tuberculosis en todo el mundo. Cifra que se traduciría en unas pérdidas económicas de 17,5 billones de dólares entre 2020 y 2030.
“El desarrollo de nuevas vacunas contra la tuberculosis seguras, asequibles y eficaces es fundamental para lograr estos objetivos. Si bien existen candidatos a vacuna prometedores, los limitados incentivos del mercado para invertir en la prevención de la tuberculosis han retrasado el desarrollo de nuevas vacunas”, critican los autores.