La leptospirosis es una enfermedad infecciosa causada por bacterias que pueden producir infecciones potencialmente mortales de los riñones, el hígado, el cerebro, los pulmones o el corazón. De acuerdo con la información publicada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), existen dos vías comunes de infección. La primera de ellas es a través del consumo o contacto con agua o tierra contaminada por la orina o fluidos corporales de animales infectados, siendo la exposición directa a estos la segunda vía más factible de infección.
Los síntomas de la leptospirosis pueden presentarse desde el segundo día de la infección hasta cuatro semanas después de haber estado expuesto a las bacterias. Entre los síntomas más habituales destacan fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y muscular, vómitos, diarrea, dolor abdominal, ictericia, sarpullido y enrojecimiento de los ojos.
Aunque nos encontramos ante una enfermedad poco conocida en Europa dada su baja prevalencia, el último informe publicado por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), comunica 1.049 casos confirmados de leptospirosis en 24 países de la Unión Europea (UE) y del Espacio Económico Europeo (EEE) en 2019. Se trata de la cifra más alta reportada en todo el periodo comprendido entre los años 2015 y 2019.
España reportó en 2019 un total de 49 casos de leptospirosis. Una cifra que supone un importante descenso respecto a los 65 comunicados en 2018
Los expertos del ECDC aseguran que el incremento de casos de leptospirosis en el viejo continente encuentra su origen en unas condiciones ambientales favorables para los huéspedes, así como al aumento de las actividades con riesgo de infección. Los CDC indican que la lista de animales que pueden transmitir la enfermedad es muy amplia. En esta aparecen las mascotas como los perros y animales salvajes y de granja. Entre los animales más susceptibles de transmitir a los seres humanos la leptospirosis se encuentran los roedores, mapaches, zarigüeyas, vacas, cerdos, perros, caballos, búfalos, ovejas y cabras.
Retomando los datos del informe publicado por el ECDC vemos que la tasa de notificación fue de 0,21 casos confirmados por cada 100.000 habitantes en la UE/EEE. “No ha habido una tendencia obvia a largo plazo, ya que se observó una tasa de notificación similar en 2014”, recoge el informe.
Los países que más casos reportaron en 2019 son: Francia (201 casos), Alemania (160 casos), Países Bajos (111 casos), Reino Unido (92 casos) y Portugal (82 casos). España reportó en 2019 un total de 49 casos de leptospirosis. Una cifra que supone un importante descenso respecto a los 65 comunicados en 2018. Aún así continúan siendo datos altos si tenemos en cuenta que en 2015 tan solo se reportaron tres casos, 16 en 2016 y 19 en 2017.
El documento especifica que la leptospirosis en humanos es más común en adultos, siendo la tasa de notificación más elevada para los hombres que para las mujeres en todos los grupos de edad.
Los CDC señalan que la leptospirosis se trata con antibióticos y la eficacia del tratamiento es mayor si inicia lo más pronto posible desde el momento en el que se produce la infección. Entre los mecanismos de prevención de la leptospirosis se incluyen cumplir con las vacunas recomendadas para las mascotas y animales de granja, evitar el contacto con la orina o líquidos corporales de animales (especialmente si se tienen heridas en la piel) y utilizar ropa y calzado protectores cuando estemos en contacto con tierra y/o agua que pueda estar contaminada por la orina de animales.