La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones. En estos encontramos unos “pequeños sacos” conocidos como alvéolos que, en las personas sanas, se llenan de aire con la respiración, pero que en las personas enfermas de neumonía se encuentran llenos de pus y líquido que hacen que la respiración sea dolorosa y se limite la cantidad de oxígeno que el organismo absorbe.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que la neumonía es la principal causa individual de mortalidad infantil en todo el mundo. El análisis relativo a 2019 realizado por UNICEF revela que en 2019 la neumonía acabó con la vida de más de 800.000 niños menores de cinco años: una muerte cada 39 segundos. La mayoría de las víctimas fueron menores de dos años y casi 153.000 bebés murieron como consecuencia de la neumonía antes de cumplir su primer mes de vida.
La neumonía puede prevenirse mediante la vacunación, una alimentación adecuada y el control de factores ambientales. Puede estar causada por virus, bacterias y hongos, siendo los agentes infecciosos más comunes Streptococcus pneumoniae (causa más común de neumonía bacteriana en niños), Haemophilus influenzae de tipo b (segunda causa más común de neumonía bacteriana), el virus sincitial respiratorio (causa más frecuente de neumonía vírica) y Pneumocystis jiroveci (causa importante de neumonía en niños menores de seis meses con VIH/sida). En aquellos casos en los que está causada por bacterias puede ser tratada con antibióticos, pero el problema es que solo un tercio de los niños afectados por la neumonía reciben los antibióticos que necesitan.
Tal y como hemos visto, una correcta nutrición y la corrección de factores ambientales como la contaminación o el fomento de la higiene, desempeñan un papel fundamental en la prevención de la neumonía. Sin embargo, la vacunación es la mejor herramienta. “La prevención de la neumonía infantil es un componente fundamental de toda estrategia para reducir la mortalidad infantil. La inmunización contra la Haemophilus influenzae de tipo b, neumococos, sarampión y tos ferina es la forma más eficaz de prevenir la neumonía”, expone la OMS.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus sigla en inglés) destacan que, además de la vacunación frente a las referidas enfermedades, la inmunización contra la Covid-19, la influenza y la varicela también pueden ayudar a prevenir las infecciones causadas por algunas bacterias y hongos responsables de causar neumonía.
En 2019 el 50% de los casos mortales de neumonía infantil se concentraron en cinco países de escasos recueros: Nigeria (162.000), India (127.000), Pakistán (58.000), República Democrática del Congo (40.000) y Etiopía (32.000)
El papel fundamental de la vacunación para reducir los riesgos de la neumonía está claro. El problema es el acceso desigual a los sueros a nivel global, en claro detrimento de los países con menos recursos. Retomando el informe de UNICEF vemos que en 2019 el 50% de los casos mortales de neumonía infantil se concentraron en cinco países de escasos recursos: Nigeria (162.000), India (127.000), Pakistán (58.000), República Democrática del Congo (40.000) y Etiopía (32.000).
A pesar de que la enfermedad puede evitarse gracias a la vacunación y se cura fácilmente con antibióticos si se diagnóstica de forma temprana, decenas de millones de niños todavía no están vacunados en el mundo. UNICEF alertaba además de uno de cada tres niños con síntomas de neumonía no recibe la atención médica necesaria que permitiría salvar sus vidas. La OMS calculó en 2021 el coste que supondría el tratamiento con antibióticos de todos los niños enfermos con neumonía en 66 países en base a los datos de 2015 (la neumonía provocó la muerte de 920.136 niños menores de cinco años). Este ascendía a 109 millones de dólares anuales (incluye los antibióticos y las pruebas necesarias para el diagnóstico de la neumonía). Una cifra insignificante, pero que se traduce en miles de muertes cada año por no estar cubierta.
Cabe señalar que la neumonía no es un problema exclusivamente de los más pequeños. Esta supone un importante riesgo para la salud de los adultos mayores en los que la vacunación también actúa como una de las principales armas defensivas, aunque las coberturas vacunales en este grupo de población no sean las deseadas. El pasado año la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) advertía que la cobertura de vacunación antineumocócica conjugada en adulto (mayores de 65 años) en España era del 22%, mientras que en niños ascendía al 94,8%. La neumonía adquirida en la comunidad (NAC) continúa siendo un importante factor de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Afecta de forma predominante a los mayores de 65 años, con mayor riesgo en pacientes inmunodeprimidos y personas con comorbilidades como enfermedades respiratorias, diabetes o tabaquismo.
Según los datos publicados por UNICEF desde el año 2000 las muertes por neumonía a nivel global han disminuido un 47% gracias a las mejoras en los programas de vacunación y acceso a tratamientos. Pero el camino que queda por recorre todavía es largo. Por un lado, los países con menos recursos se encuentran ante el reto sanitario de lograr vacunar a los más pequeños, mientras que en las naciones más ricas, el desafío lo plantean las bajas tasas de cobertura vacunal en las poblaciones de edades más avanzadas.