El cambio climático, la globalización, los conflictos, la escasez de recursos y de medidas preventivas son los principales factores que facilitan un brote epidemiológico de enfermedades infecciosas. En 2023, debido a todos estos elementos, se ha producido un resurgimiento de muchas patologías infecciosas que han necesitado una respuesta regional y mundial coordinada, como valora la Organización Mundial de la Salud (OMS) al cierre de año.
El ántrax, la chikungunya, el cólera, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el dengue, la difteria, la gripe o el virus respiratorio sincitial han generado importantes brotes a lo largo del mundo que han llegado a ser preocupantes, e incluso a suponer una amenaza de salud pública. Recientemente la OMS ha alertado sobre el “alto riesgo” de expansión del brote de ántrax ocurrido en Zambia que ha causado cuatro muertes y 684 casos sospechosos.
Los fenómenos climáticos extremos, así como la pobreza o los conflictos, han generado un repunte global del cólera, con hasta un 25% más de caso
A su vez, se han producido otros problemas de salud pública como la reemergencia de la poliomielitis en Ucrania y en otros países derivada de la vacuna de la polio tipo 2, que sigue suponiendo un desafío. Solo en Afganistán y Pakistán el virus salvaje es endémico, pero en el resto de países el incremento de la presencia de infección de polio paralítica por efecto de las vacunas orales es un reto a afrontar y que se suma a brotes de patologías que cada vez afectan a más personas.
MÁS Y MAYORES BROTES
Los fenómenos climáticos extremos, así como la pobreza o los conflictos, han generado un repunte global en forma de brotes de patologías como el cólera, con hasta un 25% más de casos: hasta 44 países notificaron casos activos con más de 10.000 personas con sospecha de infección y confirmados. Brotes grandes difíciles de controlar y que se han mantenido en 2023.
Solo en República Democrática del Congo se produjeron 31.342 casos y 230 muertes desde enero hasta el pasado mes de julio, en una crisis que no se veía desde 2017. También ha sido “muy preocupante” el brote producido en Malaui que en febrero ya había dejado más de 40.000 casos y 1.300 fallecidos. El país ha lidiado con este devastador brote junto con la crisis de hambre que experimentan.
En este 2023 también se produjo un mayor número de casos y mayor tasa de crecimiento en el brote de meningitis en Níger producido desde el 1 de noviembre de 2022 hasta el 27 de enero de 2023. En ese periodo se notificaron 559 casos y 18 muertes, más del doble que el año anterior. Asimismo se produjo un brote del virus de Marburgo, de la misma familia que el ébola, en Guinea Ecuatorial que dejó 12 fallecidos en 42 días, o del virus Nipah en India. Y Haití sufrió una crisis humanitaria con un brote de cólera latente, 4,9 millones de personas en riesgo de hambre y lluvias torrenciales, inundaciones y terremotos que solo agravaron la situación.
Los ataques directos a los sistemas sanitarios también han supuesto una preocupación al reducir la capacidad de respuesta ante la amenaza de brotes epidemiológicos
Europa no se ha quedado atrás con brotes de infecciones. Mientras el continente africano y el americano lidiaban con el cólera, el dengue, el ébola en Uganda, la fiebre de Lassa en Nigeria, el chikungunya y el virus de Marburgo, sin olvidar los desastres naturales, la seguía, el hambre y la pobreza; el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) registró brotes de botulismo en dos hospitales turcos; dos casos de gripe aviar en Reino Unido que, aunque de “riesgo bajo”, hicieron saltar las alarmas; así como brotes de Salmonella y de criptosporidiosis en ciudadanos ingleses e irlandeses que habían veraneado en España.
También ha tenido que hacer frente al control del brote de polio que se dio en Ucrania este año durante el conflicto con Rusia al reducirse la inmunización frente al poliovirus. Dicho conflicto, además, agravó la situación sanitaria del país con el incremento de brotes de cólera que también supusieron una amenaza para países vecinos que acogen refugiados que huyen de la región.
Los ataques directos a los sistemas sanitarios también han supuesto una preocupación al reducir la capacidad de respuesta ante la amenaza de brotes epidemiológicos. Desde la OMS estiman que solo este año, se han documentado más de 1.200 ataques contra la asistencia sanitaria, que han afectado a trabajadores, pacientes, hospitales, clínicas y ambulancias, en 19 países y territorios, y han causado más de 700 muertos y casi 1.200 heridos. Estos ataques dificultan la actividad diaria de centros de salud y hospitales, actividad con la que controlar y prevenir brotes y emergencias sanitarias que continuarán.