Un infarto en niños y adolescentes “es excepcional. Casi no existen y apenas se hace divulgación de ello”, explica a Consalud.es el Dr. Enrique Balbacid, del servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Infantil La Paz. Es poco frecuente, pero hay niños que sufren una isquemia miocárdica por falta de riego del músculo cardiaco a través de las arterias coronarias, siendo la forma más habitual la cardiopatía isquémica. Un episodio, que puede derivar en un infarto agudo de miocardio, como se conoce en la edad adulto.
En edad pediátrica, sin embargo, no existen los factores de riesgo cardiovasculares frecuentes comunes (hipertensión, diabetes, tabaquismo o hipercolesterolemia). “Los niños no tiene arterosclerosis, no existen estos riesgos en Pediatría, aunque el incremento de obesidad y diabetes pueden cambiar en un futuro esta situación”, añade el Dr. Balbacid. El paro cardiaco en niños responde principalmente a cardiopatías congénitas o enfermedades cardiacas. Según un estudio observacional realizado en el País Vasco en 2006, la tasa de mortalidad por enfermedad del miocardio es de 0,64 casos por 100.000 habitantes al año. Las causas más comunes fueron miocarditis, miocardiopatía dilatada, arritmogénica o hipertrófica, e hipertrofía ventricular izquierda concéntrica idiopática. “El riesgo relativo de muerte súbita fue significativamente más alto que el de muerte no súbita, en particular entre adolescentes y varones jóvenes, en los que deberían orientarse los esfuerzos de prevención”, señalan los autores.
“Dependiendo de la gravedad a veces se puede presentar como infarto agudo de miocardio, incluso en los primeros días de vida”
Algunas cardiopatías congénitas pueden tener su origen en la arteria coronaria izquierda anómala desde la arteria pulmonar (conocida por sus siglas en inglés como ALCAPA). “Dependiendo de la gravedad a veces se puede presentar como infarto agudo de miocardio incluso en los primeros días de vida”, indica el experto. Otras variantes son menos graves y pueden manifestarse como dolor torácico y si se acompaña de deporte como muerte súbita. La mayoría de las cardiopatías no producen eventos isquémicos antes de la edad escolar y pueden ser tratadas en quirófano. “Estas cirugías manipulan el origen de las arterias para corregirlas y pueden provocar lesiones que se manifiesten posteriormente”.
En el caso de problemas arritmogénicos, relacionadas con la muerte súbita a través de arritmias que no se producen ni por la afectación del miocardio ni de las arterias coronarias, se sabe que muchas tienen un sustrato genético y heredable. Son el caso del síndrome de QT largo, de Brugada, o la displasia o miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho (MAVD), esta última supone la causa más común de muerte súbita en adultos jóvenes, “siendo en algunas series del 20%”, según recoge un estudio publicado en 2015 en la ‘Revista Clínica de Medicina de Familia’.
Para la ciudadanía, la causa más conocida en los últimos tiempos de riesgo de paro cardiaco es la enfermedad de Kawasaki, que ocupó parte del foco mediático al inicio de la pandemia Covid-19, causada por el virus SARS-CoV-2. “Se da en niños de entre tres meses y seis años y no tiene una causa confirmada todavía”, manifiesta el Dr. Balbacid. “Sabemos que esta patología inflamatoria puede afectar al corazón y las arterias”.
MUERTE SÚBITA Y DEPORTE
Muchas de los infarto por cardiopatías y de las muertes súbitas tienen su principal causa en el deporte. Una situación que asusta cada vez más a los padres y para las que ha aumentado la sensibilización profesional. “Frecuentemente los cardiólogos infantiles recibimos pacientes con este riesgo de muerte súbita o cardiopatía isquémica, principalmente de aquellos niños en categorías deportivas precoces”. El deporte tiene importantes beneficios cardiovasculares en el futuro, pero se ha visto que en edades tempranas puede aumentar el riesgo de muerte súbita.
“Es importante hacer una anamnesis o exploración clínica y un electrocardiograma. Algunos de estos pacientes necesitan valoraciones más allá como pruebas de esfuerzo o ecografía”, indica el experto. Esta es la clave, ya que no se puede anticipar el riesgo a que una arritmia acabe en para cardiaca. “Las sociedades científicas y las asociaciones deportivas demandan cada vez más un estudio para evitar estas situaciones poco frecuentes”.