La pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha puesto de relieve el papel fundamental que desempeñan las vacunas a la hora de salvaguardar la salud pública, el pilar sobre el que ha quedado demostrado que se sustenta el conjunto de los elementos que componen las sociedades. Las vacunas se erigen como nuestros mejores aliados a la hora de combatir enfermedades prevenibles. Los meses de confinamientos y restricciones han repercutido negativamente en las tasas de vacunación, especialmente entre la población infantil, y corremos el riesgo de quebrar los importantes progresos alcanzados en los últimos años. A lo largo de estas líneas queremos poner el foco en el papel de la vacunación en un grupo poblacional que, por norma general en estos términos, queda relegado. Hablamos de los ancianos.
La proporción de personas mayores es cada vez mayor ante el envejecimiento progresivo de nuestras sociedades gracias al incremento de la esperanza de vida. Las enfermedades prevenibles por vacunación tienen una gran carga en las personas mayores y es necesario recordar que existen vacunas disponibles y eficaces para los ancianos. El problema es que las tasas de cobertura son inadecuadas.
Si ponemos el foco en el continente europeo, el referido aumento de la esperanza de vida sumado a la disminución de las tasas de fertilidad se traducen un aumento progresivo de población envejecida. El envejecimiento aumenta tanto el riesgo como la gravedad de las enfermedades infecciosas. Unas enfermedades que son difíciles de diagnosticar y manejar en ancianos ya que, a menudo, presentan comorbilidades. En este sentido cabe señalar que el 60% de las personas mayores en Europa presenta dos o más comorbilidades.
Las enfermedades infecciosas aumentan también el riesgo de hospitalización y muerte. Se erigen además como uno de los principales causantes de secuelas que pueden limitar la autonomía y reducir la calidad de vida. Ante esta fotografía en Europa se dispone de vacunas eficaces frente a enfermedades infecciosas como la gripe, enfermedades neumocócicas, el herpes zóster, la difteria, el tétanos y la tos ferina. La eficacia de estas vacunas se ha demostrado en términos de reducción de las tasas de hospitalización, discapacidad, dependencia y muerte. Pero estos beneficios van un paso más allá ya que la prevención de este tipo de enfermedades repercute directamente en la economía traduciéndose en ahorros en costes sanitarios y sociales.
Cuando la disminución de la función inmunológica se combina con factores ambientales y cambios anatómicos y fisiológicos relacionados con la edad se produce un incremento del riesgo ante las enfermedades infecciosas y una menor capacidad para hacerlas frente (inmunosenescencia)
A pesar de las vacunas, las enfermedades prevenibles por vacunación afectan a millones de ciudadanos europeos anualmente con una mayor carga entre los ancianos. Diversos informes indican que no se están logrando todos los beneficios médicos y económicos posibles asociados a ellas porque deben mejorarse las tasas de vacunación.
“La pérdida de confianza de los ciudadanos, las diferencias geográficas en cuanto a accesibilidad y el aumento de la desinformación sobre vacunación es preocupante y supone un importante reto para los expertos en salud pública”, expresa la Comisión Europea.
IMPACTO DE LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS
El impacto de las enfermedades infecciosas en las personas mayores de 65 años está lejos del que se registra en los grupos poblacionales de menor edad debido, principalmente, a cambios en el sistema inmunológico derivados del envejecimiento. Cuando la disminución de la función inmunológica se combina con factores ambientales y cambios anatómicos y fisiológicos relacionados con la edad se produce un incremento del riesgo ante las enfermedades infecciosas y una menor capacidad para hacerlas frente (inmunosenescencia). Por ejemplo, la fiebre puede no aparecer en personas de edad avanzada lo que dificulta el diagnóstico temprano reduciendo las opciones del pronóstico.
Una de las grandes preocupaciones ante la existencia de patologías subyacentes en ancianos es el hecho de que los medicamentos que toman pueden incrementar el riesgo de infección (el uso de anticolinérgicos y otros medicamentos sedantes aumenta el riesgo de neumonía). Los ancianos son además más susceptibles a infecciones nosocomiales debido a la inmunosenescencia y a factores como estar hospitalizados o vivir en residencias.
Se estima que de los 180 millones de europeos a los que se dirige la recomendación de vacunarse frente a la influenza apenas 80 millones, el 44%, ha sido vacunado
Si ponemos el foco en la influenza, que causa epidemias estacionales en la temporada de invierno en Europa, el número anual de muertes prematuras se estima en unas 38.500 anuales en los países de la Unión Europea y del Espacio Económico Europeo. Aproximadamente el 90% de estos decesos se producen en personas mayores. Cabe señalar que la influenza y la neumonía se encuentran entre las principales causas de discapacidad catastrófica, definida como la pérdida de autonomía para la realización de tres o más actividades.
En 2016 en Europa, 18 países contaban con recomendaciones a nivel nacional o regional para la vacunación neumocócica y ocho contaban con recomendaciones para la vacunación contra el herpes zóster en personas mayores. A pesar de esto se estima que de los 180 millones de europeos a los que se dirige la recomendación de vacunarse frente a la influenza apenas 80 millones, el 44%, ha sido vacunado. En el año 2021 solo Escocia, Países Bajos e Irlanda del norte superaron el 75% de cobertura de vacunación frente a la influenza estacional cumpliendo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“En este contexto, es fundamental llegar a un consenso sobre las brechas existentes para proponer una hoja de ruta que incluya metas realistas que deberían lograrse en un futuro próximo. Es necesario crear una red de partes interesadas activas en la promoción de la vacunación de alto nivel y comunicación para reducir la carga de enfermedades prevenibles mediante vacunación en las personas mayores. Cada país debe establecer una infraestructura para implementar la vacunación adecuada para prevenir la discapacidad, la morbilidad y mortalidad en ancianos, promoviendo un envejecimiento saludable mediante el cual las personas mayores puedan desarrollar una vida activa contribuyendo a la sociedad”, concluyen varios expertos a través de un documento en el que exponen la fotografía analizada a lo largo de estas líneas.