A finales del siglo XX y principios del XXI los agujeros de la capa de ozono se convirtieron en la mayor amenaza para el medioambiente y, por ende, también en un importante corrosivo de la salud humana. “Algunos autores han estimado que una pérdida de un 10% de la capa de ozono se asociaría a un aumento del 20-30% de diferentes tipos de cáncer de piel”, indica a Consalud.es el Dr. Alfonso Berrocal, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y presidente del Grupo Español Multidisciplinar del Melanoma (GEM).
Esta catástrofe medioambiental unió a los países en la firma en 1987 del Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono. En los últimos 35 años las medidas recogidas en el documento han permitido salvaguardar y recuperar parte de este estrato atmosférico. Se estima que en 40 años se habrá redimido el daño producido, según el último informe de evaluación cuatrienal del Grupo de Evaluación Científica del protocolo.
Desde el siglo XIX se conoce el impacto que tiene esta radiación en el desarrollo de cáncer de piel, principalmente en aquellas dermis más claras de personas con ciertos hábitos de exposición al sol y expuestas a una importante cantidad de radiación que llega a la superficie del planeta. En este sentido, si la capa de ozono está deteriorada deja pasar más rayos ultravioleta y en concreto la radiación UV-B que es biológicamente perjudicial para el hombre. Tumores como el melanoma de piel ha sido uno de los que han sufrido un mayor aumento en su incidencia según la SEOM, con un número de nuevos casos de 6.179 en 2020 a 8.049 en 2023 según el último informe de la sociedad científica.
"Es capaz de afectar al sistema inmune, generar eritema, dolor y reacciones inflamatorias”
La radiación ultravioleta se ha relacionado, además, con otras patologías. “La radiación UV-B posee una longitud de onda situada entre los 280 y 315 nm. Es capaz de afectar al sistema inmune, generar eritema, dolor y reacciones inflamatorias”, explica a este medio la Sociedad Española de Salud Ambiental (SESA). La radiación se ha relacionado con los tres principales tipos de cataratas y con el melanoma ocular. En cuanto a la inmunosuperesión, está se puede dar como “consecuencia de la exposición a la radiación UV que va ligada a una menor protección frente a las enfermedades infecciosas; además, esta inmunosupresión podría ser un factor de riesgo más, que puede contribuir al desarrollo del cáncer de piel”, continúa la SESA. “Esta implicación en el desarrollo o resultado terapéutico de diferentes tipos de cáncer todavía no es bien conocido”, añade el Dr. Berrocal. Por otra parte, se ha constatado que de forma indirecta la radicación genera una disfunción inmunológica a determinados alérgenos endógenos por el efecto de la fotodermatosis, “pero su mecanismo etiopatogénico es desconocido”, manifiestan los expertos de salud ambiental. “También como efecto indirecto estarán las reacciones fototóxicas, en las que hay una interacción entre determinados medicamentos y la luz”.
¿Qué impacto tendrá en la salud la mejora de la capa de ozono? “Se trata de una muy buena noticia para las generaciones más jóvenes”, señala la SESA. “Verán reducidas su exposición a esta radiación a edad temprana”, añade. Muchos de los daños producidos por la radiación durante estos años se manifestarán años después, explican los expertos, pero la reducción de la exposición se espera que revierta el aumento de los casos de cáncer de piel y de los problemas visuales e inmunes.
Para 2030 la implementación exitosa del Protocolo de Montreal estará previniendo alrededor de dos millones de cánceres de piel cada año
Según un modelo recogido por el Programa Medioambiental de la Organización de Naciones Unidas (UNEP), para 2030 la implementación exitosa del Protocolo de Montreal estará previniendo alrededor de dos millones de cánceres de piel cada año. Otro modelo que parte de las personas nacidas entre 1890 y 2100 señala que la protección de la capa de ozono habrá evitado un total de aproximadamente 443 millones de casos de cáncer de piel y 2,3 millones de muertes por cáncer de piel solo en EE. UU. Sobre las cataratas, que son una de las principales causas de ceguera en el mundo, investigadores señalan que la falta de control del agotamiento del ozono habría provocado casi 63 millones de casos adicionales de esta patología ocular en personas nacidas en los EE. UU. entre 1890 y 2100.
“NO HAY QUE RELAJARSE”
Con todo, los expertos señalan que la corrección de la capa de ozono no es la única forma de evitar la radiación. “No solo la exposición a las radiaciones UVB son de origen natural; las exposiciones artificiales a través de los aparatos de bronceado son un riesgo muy relevante, así como innecesario. Y, lamentablemente son muy utilizados, sobre todo con fines de belleza”, señalan los expertos en salud ambiental. Otro de los riesgo es el exposoma, que representa la totalidad de las exposiciones recibidas por una persona a lo largo de su vida y que se relaciona con las causas ambientales del desarrollo de enfermedades crónicas.
“Hay que celebrar el éxito del Protocolo de Montreal, pero también hay que seguir trabajando desde la salud pública para avanzar en las mejores estrategias de prevención y protección frente a factores de riesgo que actúan de forma conjunta, de forma sinérgica, como es el ejemplo del exposoma”, reivindica la SESA.