El dolor es una de las afecciones médicas más prevalentes en Europa y en el mundo, y se trata de una de las principales razones por las que las personas buscan atención médica, además de ser la principal causa de discapacidad y reducción de la calidad de vida. La carga de discapacidad debido al dolor está aumentando, y amenaza la sostenibilidad de los sistemas sociales y de atención médica europeos. A todo ello hay que añadir que, pese a la terrible situación, la investigación sobre el dolor está significativamente infrafinanciada en comparación con otras áreas de investigación sanitaria, y la falta de inversión se considera un factor clave que contribuye a la carga.
En este contexto, la Plataforma de Impacto Social del Dolor (SIP) ha anunciado el lanzamiento de su nuevo recurso 'Un marco de políticas de Impacto Social del Dolor (SIP) para la prestación de atención del dolor'. Se trata de una publicación que tiene el objetivo de abordar los desafíos que enfrentan las personas que viven con dolor en sus respectivos países. Así, proporciona un marco detallado para mejorar el manejo y tratamiento del dolor, aumentar los resultados de los pacientes y reducir la carga general del dolor.
No es la primera vez que la SIP publica documentos de este estilo, pues también cuenta con el Libro de Evidencia titulado 'La Carga del Dolor: Un Libro de Evidencia del Impacto Social del Dolor (SIP)', dirigido a personas sin formación científica, como políticos y organizaciones de financiación, con el objetivo de que obtengan una idea de qué es el dolor y comprendan las diferentes definiciones utilizadas y los efectos debilitantes que tiene el en los pacientes y las sociedades.
En Europa, hay aproximadamente 740 millones de personas, y la mayoría de ellas experimentan algún episodio de dolor intenso en algún momento de su vida
La SIP explica que, en Europa, hay aproximadamente 740 millones de personas, y la mayoría de ellas experimentan algún episodio de dolor intenso en algún momento de su vida. En aproximadamente el 20%, se trata de un dolor que persiste durante más de tres meses y es crónico. Por ello, en la actualidad, 150 millones de personas padecen dolor crónico en toda Europa, lo que equivale aproximadamente a la población de Alemania y Francia juntas.
Además, de acuerdo con el estudio Global Burden of Diseases, Injuries, and Risk Factors Study 2020, en el que se incluye una evaluación integral de la incidencia, prevalencia y años vividos con discapacidad (YLD) para 354 causas en 195 países y territorios entre 1990 y 2017, las afecciones relacionadas con el dolor, como los trastornos de dolor de cabeza como la migraña y los trastornos de dolor musculoesquelético como el dolor lumbar o de cuello, son dos de los principales contribuyentes a los años vividos con discapacidad. El dolor de espalda y la migraña son responsables de 57,6 millones y 45,1 millones de años de vida perdidos debido a la discapacidad, respectivamente.
Pese a que se dispone de datos, las estadísticas no reflejan el impacto real que el dolor tiene en el individuo y en sus seres queridos. Por un lado, el dolor tiene un efecto devastador en quienes lo sufren, y puede apoderarse de la vida de una persona, destruyendo su capacidad para realizar pasatiempos, caminar distancias cortas, trabajar o salir con amigos. Por ejemplo, puede evitar ir al cine porque le resulta demasiado doloroso estar sentado durante mucho tiempo. A menudo, el dolor despierta a las personas y no les permite dormir. La sensación constante de cansancio excesivo, además del dolor, hace que las personas tengan dificultades para concentrarse y realizar las tareas cotidianas.
Existen lagunas importantes en la comprensión de las causas y consecuencias de muchas afecciones dolorosas, y aún persiste una notable falta de investigación en numerosos países europeos
Por otro lado, los seres queridos también se ven afectados negativamente de distinto modo, sufriendo estrés emocional y sintiéndose impotentes cuando ven sufrir a alguien que les importa. También sufren cambios en la dinámica de las relaciones, viendo reducido el tiempo de calidad porque la persona está limitada en lo que puede hacer, o pueden desarrollar problemas financieros por el coste de pruebas y tratamientos de la persona con dolor. A menudo, se sentirán agotados, debido a que las mayores responsabilidades de cuidado conducen al cansancio con el tiempo.
Pese a que el dolor es un factor dominante en la vida de la persona que lo sufre, disminuyendo el bienestar, limitando la movilidad o propiciando la marginación social, en Europa, cerca del 40% de las personas con dolor crónico no tienen un adecuado control del dolor. Existen lagunas importantes en la comprensión de las causas y consecuencias de muchas afecciones dolorosas, y aún persiste una notable falta de investigación en numerosos países europeos.
La escasez de datos dificulta la generalización de los resultados de las investigaciones a todos los estados miembros de la UE. Por ello, adoptar las recomendaciones presentadas en los documentos de la Plataforma de Impacto Social del Dolor es fundamental para avanzar en el conocimiento y abordaje del impacto social del dolor.