Los últimos datos hechos públicos por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) revelan que la guerra de Ucrania ha causado ya más de 9,9 millones de refugiados, de los que más de 6,1 millones han abandonado el país. El conflicto bélico ha provocado el mayor desplazamiento de personas en el viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial. Este es solo uno de los ejemplos que se suceden en todo el mundo de movimientos de refugiados y migrantes motivados por diversas causas.
En su “Informe Mundial sobre la Salud de los Refugiados y Migrantes” la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia que los refugiados y migrantes se enfrentan a peores resultados de salud que las poblaciones que los acogen. Atender sus necesidades de salud se erige como una prioridad de salud global y forma parte integral del principio del derecho a la salud de todos. En este sentido el documento de la OMS incide en la necesidad de fortalecer y mantener los sistemas de salud como clave para asegurar que son inclusivos y tengan en cuenta a las personas refugiadas y migrantes.
La relación entre la salud y los movimientos de población es compleja y dinámica. Comprender cómo este binomio impacta en la los sistemas sanitarios es fundamental para lograr los objetivos expuestos. Retomando el informe de ACNUR sobre la situación sanitaria de Ucrania vemos que, de los más de seis millones de personas que han abandonado Ucrania, el 49% se ha dirigido a Polonia, mientras que el 18,5% se ha desplazado a Rusia. Hungría ha acogido al 10,4%, Rumanía al 9%, Eslovaquia al 6% y Moldavia al 5,5% del total de refugiados ucranianos. Hablamos de miles de personas que han huido de un conflicto bélico en un corto espacio de tiempo, y que han llegado a países en un contexto en el que la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha golpeado con virulencia sus sistemas sanitarios.
Aunque la migración puede tener un efecto perjudicial sobre los sistemas de salud de los países que acogen a las poblaciones desplazadas, también pueden suponer múltiples oportunidades. El informe de la OMS destaca el impacto positivo que puede suponer la llegada de mano de obra cualificada. El problema reside en que los médicos y enfermeras pueden enfrentarse a largos procesos para la obtención de los documentos que les permitan ejercer su profesión con todas las garantías en los países de destino.
"La evidencia sobre la salud de las personas refugiadas y migrantes sigue estando fragmentada. Se necesitan con urgencia datos comparables entre países y a lo largo del tiempo para hacer un seguimiento del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relacionados con la salud"
Este hecho se traduce en un impacto negativo para los países de los que proceden los refugiados y migrantes que ven incrementados los costes económicos derivado de la pérdida de fuerza laboral en el sector salud. India, Nigeria, Pakistán y Sudáfrica son los países que han incurrido en un mayor coste económico como resultado de la migración de médicos, de acuerdo con el informe de la OMS.
Los refugiados y migrantes se enfrentan a las mismas barreras en el acceso a la salud que la población local, con obstáculos añadidos que se intensifican por el estatus migratorio. Entre los más comunes destacan las barreras institucionales y administrativas, el idioma, diferencias culturales, discriminación y dificultades económicas.
En todas las regiones de la OMS se están realizando esfuerzos para fortalecer las capacidades del personal sanitario para dar respuesta a las necesidades de los refugiados y migrantes. La prestación de servicios de salud que tengan en cuenta a los refugiados y migrantes, el contar con profesionales capaces de proporcionar cuidados culturalmente competentes y que aborden los problemas de salud relacionados con el desplazamiento y la migración, es fundamental. El problema es que, con demasiada frecuencia, no se cuenta con recursos suficientes. “Incluso en los países de altos ingresos no hay suficientes profesionales de la salud con las habilidades necesarias para brindar atención culturalmente sensible a los refugiados y migrantes”, denuncia como necesidad el informe.
Los refugiados y migrantes también tienen a menudo limitaciones en el acceso a medicamentos y tratamientos, así como a las vacunas. Esta problemática puede repercutir también en la población local, especialmente ante el riesgo de enfermedades infecciosas. La cobertura de vacunación varía ampliamente entre los refugiados y migrantes, especialmente al llegar a los países de acogida o zonas fronterizas.
En base a todo lo expuesto el informe de la OMS, atendiendo a la literatura científica al respecto, enfatiza en la idea de que cuesta más excluir a los refugiados y migrantes de la atención a la salud que incluirlos.
“La evidencia sobre la salud de las personas refugiadas y migrantes sigue estando fragmentada. Se necesitan con urgencia datos comparables entre países y a lo largo del tiempo para hacer un seguimiento del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relacionados con la salud. Con solo ocho años hasta la fecha límite de 2030 para transformar nuestro mundo, ahora es el momento de actuar”, concluye la OMS.