La obesidad es cada vez mayor como resultado del sedentarismo y malos hábitos alimenticios que se desarrollan en la sociedad. En el último siglo ha crecido entre un 8% y un 14% entre la población femenina y entre un 5% y un 10% entre la población masculina. De esta forma, se estima que 650 millones de personas en el mundo tienen algún problema de sobrepeso y obesidad, con una prevalencia mayor del 25% en hombres y del 35% en mujeres.
Teniendo en cuenta esta tendencia, el Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) ha publicado un estudio en la revista Nephron que revisa los últimos trabajos publicados sobre el creciente impacto de la obesidad en las diferentes etapas y actores implicados en el trasplante renal, tanto en los donates como en los receptores.
Un 17% de las muertes de receptores de un trasplante renal se debe a una enfermedad cardiovascular
Una de las principales conclusiones de la revisión que han llevado a cabo los nefrólogos del Hospital de Bellvitge es que la pérdida de peso es un requerimiento que debe convertirse en mucho más relevante como paso previo al trasplante, junto con el ejercicio físico y una dieta saludable. "El trasplante es el tratamiento que aporta más calidad de vida a las personas con una enfermedad renal crónica grave y estudios recientes muestran que perder peso una vez recibido el riñón no conlleva mejoras significativas en la supervivencia del injerto", explica la Dra. María Quero, del Servicio de Nefrología del HUB.
Hay que tener en cuenta que aunque el sobrepeso ayuda a los pacientes con enfermedades renales, en el momento en el que hay un transplante de riñón, la obesidad es un factor que reduce el acceso al tratamiento y que luego sufre más complicaciones con el transplante que las personas no obesas. El trasplante renal aumenta la supervivencia de los pacientes de enfermedades renales crónicas, pero aun así un 17% de las muertes de receptores de un trasplante renal se debe a una enfermedad cardiovascular.
Pero, pese a estos datos, el análisis señala que otros estudios han demostrado que el transplante mejora la supervivencia de los pacientes obesos, siempre que tengan un Índice de Masa Corporal menor de 40 kg/m2. Por eso, los investigadores señalan que es importante individualizar cada caso y tener en cuenta los factores que pueden llevar a un aumento de peso y no pedir una reducción estándar del IMC a menor de 30.