El estudio llevado a cabo por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), en colaboración el Hospital Clínico Universitario de Valladolid y la Universidad de Valencia, ha desarrollado una comparación sobre la presencia de síntomas pos-COVID-19 dos años después de la infección por SARS-CoV-2 entre pacientes hospitalizados y no hospitalizados a lo largo de la primera ola de la pandemia, entre marzo y abril de 2020.
El principal hallazgo de esta investigación es que no se han observado diferencias significativas en los síntomas posteriores a la COVID-19 entre pacientes que tuvieron que ser hospitalizados y los que pasaron la enfermedad de manera más leve. “La proporción de pacientes con al menos un síntoma pos-COVID-19 dos años después de la infección aguda fue del 59,7 % para los pacientes hospitalizados y del 67,5 % para los que no requirieron hospitalización”, apunta el equipo de investigación.
“A los pacientes a los que se les realizó la entrevista, tanto a los hospitalizados como a los no hospitalizados, se les determinó que especificaran qué síntomas empezaron al cabo de un mes o mes y medio después de la infección"
Para llevar a cabo este estudio epidemiológico, publicado en la revista científica Journal of the American Medical Association (JAMA) Network Open, se ha contado con la colaboración de dos hospitales urbanos en Madrid y varios centros de medicina general con una muestra de 360 pacientes hospitalizados y 308 pacientes no hospitalizados con infección aguda por SARS-CoV- 2 durante la primera ola de la pandemia (entre el 20 de marzo al 30 de abril de 2020). Posteriormente, se ha realizado el seguimiento durante dos años mediante una entrevista telefónica. Durante la investigación, se evaluaron sistemáticamente la presencia de síntomas posteriores a la COVID-19, con especial atención a los síntomas que comenzaron después de la infección. “A los pacientes a los que se les realizó la entrevista, tanto a los hospitalizados como a los no hospitalizados, se les determinó que especificaran qué síntomas empezaron al cabo de un mes o mes y medio después de la infección. Por lo tanto, podemos concluir que esos síntomas a los que hacen referencia son los típicos asociados a la COVID-19”, indica César Fernández de las Peñas, catedrático de Fisioterapia de la URJC y autor principal del estudio.
Este trabajo es el primero que ha comparado la presencia de síntomas pos-COVID-19 entre pacientes hospitalizados y no hospitalizados con un seguimiento durante dos años después de la infección por la variante identificada en Wuhan, China. Se recopilaron datos demográficos (edad, sexo, altura y peso) y datos clínicos (síntomas asociados a la COVID-19 al inicio y comorbilidades médicas preexistentes), además de información sobre la hospitalización (ingreso en la unidad de cuidados intensivos y duración de la estancia hospitalaria) de las historias clínicas de los pacientes. “A partir de este estudio, también hemos hecho estudios comparativos de diferentes variantes entre la primera variante de Wuhan, la tercera de Alfa y la quinta ola de Delta con seguimientos a seis meses y hemos observado que los síntomas son muy parecidos”, apunta el investigador.
"Como se está observando, los síntomas pos-COVID-19 son más elevados en las primeras olas y está pendiente de confirmarse que con Ómicron sean de un 20 o 25%”
Los síntomas pos-COVID-19 que se evaluaron de una manera sistemática fueron principalmente la disnea, la fatiga, la anosmia, dolor y pérdida de concentración, entre otros. Además, se utilizó la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS) para evaluar la ansiedad o los síntomas depresivos y el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (PSQI) para evaluar la calidad del sueño. “Posiblemente la primera variante fue la más devastadora respecto al síntoma de la fatiga y cabe esperar que en futuros estudios las diferentes variantes, incluyendo la que parece que se va a quedar que es Ómicron, puedan determinar las mismas consecuencias, aunque probablemente en menor porcentaje. Como se está observando, los síntomas pos-COVID-19 son más elevados en las primeras olas y está pendiente de confirmarse que con Ómicron sean de un 20 o 25%”, señala César Fernández de las Peñas.
Además, según advierte el investigador, “los datos de este estudio alertan a la comunidad científica y clínica de la necesidad de crear unidades de identificación y manejo de pacientes con COVID persistente debido a los millones de afectados a los que se van a enfrentar los sistemas de salud del mundo”.