El herpes zóster se produce como consecuencia de la reactivación de la infección latente por el virus de la varicela-zóster (VVZ), asociado con la inmunosupresión y el envejecimiento. Una enfermedad de creciente importancia en las sociedades avanzadas ante la que la vacunación se erige como una potente herramienta para reducir el zóster y su principal complicación: neuralgia posherpética (definida como un dolor persistente durante al menos 90 días tras la aparición de las vesículas).
De acuerdo a la información publicada por el Ministerio de Sanidad, existen actualmente dos vacunas autorizadas: una vacuna atenuada y una vacuna producida por técnicas de recombinación de ADN compuesta por una glicoproteína (HZ/su). La vacuna atenuada contiene virus de varicela modificados en el laboratorio para debilitarlos y en una concentración superior que las vacunas de varicela. La vacunación en la infancia no está recomendada y como tampoco lo está en adultos sanos, aunque sí se recomienda en algunos grupos de riesgo. Una situación que cambiará próximamente.
En España, desde 2018 el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) recomienda vacunar con vacuna HZ/su a los adultos con determinadas condiciones de riesgo, pero esta recomendación no se ha implantado por falta de disponibilidad de la vacuna. En marzo de 2021 se han actualizado las recomendaciones de vacunación con vacuna HZ/su, priorizando la vacunación a partir de los 18 años de las personas con: trasplantes; tratamientos con fármacos anti-JAK; así como VIH, hemopatías malignas y tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia. Progresivamente, se incorporará la vacunación sistemática en población general entre los 65 y 80 años de edad.
Para conocer más a fondo la incidencia y evolución de esta enfermedad en nuestro país, ponemos el foco en un reciente informe sobre vigilancia y epidemiología del herpes zóster en España, publicado por el Ministerio de Sanidad y elaborado por profesionales del Centro Nacional de Epidemiología – Instituto de Salud Carlos III; el Hospital Universitario Rey Juan Carlos y el Ciber de Epidemiología y Salud Pública – Instituto de Salud Carlos III. Se han analizado los casos de herpes zóster notificados a la Red de Vigilancia Epidemiológica entre 2014.2018, las hospitalizaciones del registro RAE-CMBD entre 1998 y 2018; y las muertes por herpes zóster recogidas en la Estadística de Mortalidad del INE entre 1999 y 2018.
A lo largo de las dos últimas décadas en nuestro país se ha duplicado la tasa de hospitalización por herpes zóster. En este resultado confluyen dos factores determinantes como es el progresivo envejecimiento de la población y el cada vez mayor peso demográfico de las personas con comorbilidades
En base a los datos analizados la incidencia global del herpes zóster se estimó en 351,6 casos por cada 100.000 habitantes, y en 625,5 por cada 100.000 habitantes en personas de 50 años o más. La incidencia ha experimentado incrementos con la edad, especialmente a partir de los 50-54 años (incremento del 41% respecto al grupo de 45- 49 años) y ha sido siempre más alta en mujeres.
La tasa de hospitalización global por herpes zóster fue de 6,75 por cada 100.000 habitantes y de 15,7 por cada 100.000 habitantes en personas de 50 años o más. La tasa de hospitalización fue creciendo con la edad, sobre todo a partir de los 60- 64 años (incremento del 50% respecto al grupo de 54-59 años) y resultó siempre más alta en hombres. El 68,8% de casos y el 80,2% de hospitalizaciones por herpes zóster ocurrieron a partir de los 50 años.
A lo largo de las dos últimas décadas en nuestro país se ha duplicado la tasa de hospitalización por herpes zóster. En este resultado confluyen dos factores determinantes como es el progresivo envejecimiento de la población y el cada vez mayor peso demográfico de las personas con comorbilidades. Esto aumenta el riesgo de reactivación de la infección latente por el virus del herpes zóster.
Los países que han implantado programas de vacunación con ZLV en personas adultas mayores han estimado una efectividad vacunal del 51-62% para prevenir el herpes zóster
Además de las situaciones que producen inmunosupresión y que clásicamente se han asociado al herpes zóster (cáncer, trasplantes e infección por VIH), algunas enfermedades crónicas frecuentes como el asma, la diabetes mellitus o las enfermedades cardiovasculares, al igual que otras características como el bajo nivel sociodemográfico, parecen estar también asociadas a un incremento en la incidencia.
En España concurren las dos circunstancias que limitan la circulación poblacional del virus del herpes zóster: el envejecimiento de la población y la incorporación en 2016 de la vacunación infantil de varicela en el calendario con la administración de dos dosis (a los 15 meses y a los 3-4 años).
La vacuna atenuada de varicela consiguió la desaparición de la enfermedad en los países que introdujeron la vacunación sistemática. En España, la incidencia de varicela muestra una tendencia decreciente desde principios de la década de 2000, pero después de la introducción de la vacunación infantil universal la enfermedad cayó drásticamente pasando, de 359,3 casos por cada 100.000 habitantes en 2016 a 136,4 por cada 100.000 en 2018. Tanto la vacuna viva atenuada (ZLV) frente al herpes zóster como la vacuna de subunidades (HZ/su) demuestran ser seguras y efectivas, reduciendo la incidencia y la gravedad del zóster y de sus complicaciones, sobre todo de la NPH. Los países que han implantado programas de vacunación con ZLV en personas adultas mayores han estimado una efectividad vacunal del 51-62% para prevenir el herpes zóster y del 65-88% para prevenir la NPH, aunque admiten un escaso impacto sobre la epidemiología del zóster debido a las bajas coberturas alcanzadas (del 14-72%).
En España, el herpes zóster es una entidad frecuente y grave en adultos y personas mayores, que requiere intervenciones en Salud Pública. Los cambios demográficos y la incorporación de la vacunación exigen seguir monitorizando estrechamente el comportamiento del herpes zóster en términos de incidencia y gravedad, concluye el estudio destacando la importancia de continuar monitorizando el comportamiento del herpes zóster en términos de incidencia y gravedad.