Uno de los órganos más importantes del cuerpo es el hígado, que cumple una serie de funciones fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo. En concreto, se encarga de producir la bilis, de la síntesis de proteínas para el plasma sanguíneo, del almacenamiento y liberación de glucosa, del procesado de la hemoglobina o de la depuración de fármacos, entre otras cuestiones. A medida que se envejece, los problemas del hígado son más comunes, especialmente en pacientes que siguen dietas deficientes o que consumen alcohol en exceso. Sin embargo, este daño orgánico puede ocurrir también en la edad pediátrica, por muchos motivos.
Cuando los niños tienen hepatitis, sufren inflamación del hígado, generalmente por virus de la hepatitis A, hepatitis B y hepatitis C. No obstante, existen otros virus que pueden causar la hepatitis, y los medicamentos, toxinas, consumo de alcohol y drogas u otros problemas médicos pueden también causar problemas. Las causas y el pronóstico en niños son distintos a los de la población adulta. Así, la manifestación clínica de la hepatitis infantil depende en gran medida del agente causal, el estado de salud previo del niño y la rapidez con la que se ha instaurado el cuadro. Con el objetivo de concienciar a la población sobre esta enfermedad y poner el foco en la baja cobertura de las pruebas diagnósticas y del tratamiento, cada 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis.
¿CÓMO CONTRAEN HEPATITIS LOS NIÑOS?
Tradicionalmente, la hepatitis es una enfermedad que siempre se ha asociado a adultos. Sin embargo, miles de niños se ven afectados por estas patologías en todo el mundo. Normalmente, los casos de hepatitis infantil tienen un origen en los virus de la hepatitis A, B, C, D y E, aunque la vía más común de infección tiene lugar cuando una madre con hepatitis B o C le transmite el virus al bebé durante el parto. Según una publicación de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, la principal vía de transmisión de la hepatitis B es vertical, durante el periodo perinatal (intraútero, canal del parto o tras el nacimiento), y en la primera infancia.
La vía más común de infección tiene lugar cuando una madre con hepatitis B o C le transmite el virus al bebé durante el parto
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en torno a 257 millones de personas en todo el mundo son portadores de la hepatitis B, y son zonas de alta prevalencia, entre el 5 y el 10%, China, el Sureste asiático, África y algunos países del Este de Europa. España se encuentra entre los países de baja prevalencia. Las madres con este virus tienen una alta capacidad contagiosa y, en ausencia de medidas profilácticas, hasta un 90% de sus hijos se infectarán. El riesgo de cronificación es de un 95% en el período neonatal, pero suele cursar de forma asintomática, debido a una situación de inmunotolerancia.
En lo relativo a la hepatitis C, existen seis genotipos y varios subtipos con diferentes localizaciones geográficas y respuesta al tratamiento. El más común es el genotipo 1 y también es el más frecuente en España. Actualmente no existen datos exactos de la población infectada por el virus C en todo el mundo, y menos en lo relativo a la población infantil. Pese a ello, la OMS estimaba que, en el año 2019, había 71 millones de personas con infección crónica por el virus C, de las cuales mueren cada año 399.000 por cirrosis, pese a que desde 2011 se dispone de antivirales muy eficaces en su curación.
En los adultos, la vía fundamental de transmisión es parenteral: sangre y hemoderivados, drogadictos por vía intravenosa, tatuajes y menos frecuente por vía sexual. En niños, la vía fundamental de trasmisión es vertical (madre-hijo). En los niños cuya madre tiene hepatitis C, se ha recomendado realizar un control al 3º y 18º mes para comprobar si existe infección o solo transmisión de anticuerpos que van a ser eliminados. La mayor tasa de transmisión se relaciona con la coexistencia en la madre de infección por HIV. En estos casos puede llegar al 25%.
Por otro lado, los niños también pueden infectarse de hepatitis A, E y D. En países en vías de desarrollo, la mayoría de los niños contraen hepatitis A antes de los diez años de edad, mientras que en los países desarrollados la incidencia cae significativamente, afectando a individuos de edades más avanzadas, lo que implica mayor gravedad de los casos.
España pertenece a un área de baja seroprevalencia de hepatitis A, ya que menos del 50% de la población está inmune a los 30 años
España pertenece a un área de baja seroprevalencia, ya que menos del 50% de la población está inmune a los 30 años. Si se habla de hepatitis E, la mayoría de publicaciones tratan sobre grupos de adultos y son escasas las relativas a población infantil. La prevalencia de anticuerpos se incrementa con la edad y es muy variable en los distintos países. En algunas zonas de Asia la tasa llega hasta el 80% en adultos.
En España, se realizó una publicación en 2008 sobre 1.249 niños sanos, entre 6 y 15 años. Mediante determinación de IgG, se obtuvo una prevalencia de 4,6% (57 pacientes), y de ellos solo cuatro casos presentaron clínica de la hepatitis aguda. Finalmente, si se habla de hepatitis D, la vía de transmisión es parenteral, y puede ocurrir conjuntamente con la hepatitis B (coinfección) o después (sobreinfección). La transmisión perinatal es rara y se puede prevenir con la vacuna del VHB.