En 2021 se cumplían 70 años de la muerte de Henrietta Lacks, fallecida tras un cáncer de cérvix. Ese mismo año sus descendientes iniciaron una batalla legal en Estados Unidos contra los laboratorios Thermo Fisher Scientific, los que tomaron las células de Lacks sin su consentimiento y se han enriquecido a su costa durante años. Este lunes han llegado a un acuerdo y el nombre de ella y lo que ha supuesto para la ciencia han colmado la opinión pública.
Existen dos células inmortalizadas que han supuesto la base del desarrollo de las herramientas de edición genética, el desarrollo de terapias o de vacunas. Son las células HeLA y las HEK293. Las primeras pertenecieron a Lacks, que falleció con 31 años a causa de un tumor muy agresivo. Aunque ella había muerto, sus células siguieron vivas y abrieron las puertas a lo que hasta ahora había sido imposible conseguir.
Sus células superaron el límite de Hayflick y siguieron dividiéndose. 70 años después siguen reproduciéndose. Son inmortales
Hasta ese momento los laboratorios e investigadores no habían conseguido muestras celulares de cáncer que no murieran al poco tiempo. En el Hospital Johns Hopkins, el único de Baltimore que atendía a personas de color, trabajaban George y Margaret Gey, que querían conseguir un cultivo celular que siguiera vivo fuera del organismo para poder estudiar el cáncer. Sus investigaciones, sin embargo, no estaban dando frutos, ya que las células morían a los pocos días, tras unas 50 divisiones, conocido como el límite de Hayflick.
En 1951, Lacks ingresó allí con un abundante sangrado, un ginecólogo le realizó una biopsia en la que encontraron que tenía un adenocarcinoma cervical, un tumor muy agresivo. Las muestras, como las de otros pacientes, fueron dadas a los Gey para ayudarles en su investigación. Y entonces descubrieron lo que nunca habían visto: sus células superaron el límite de Hayflick y siguieron dividiéndose. 70 años después siguen reproduciéndose. Son inmortales.
POLIO, VPH Y CÁNCER, TELOMERASA
Todo uso de tejidos se hace actualmente tras recibir el consentimiento de la persona donante o de sus familiares. A mediados del siglo XX la necesidad de pedir permiso no estaba regulada, y menos a una mujer como Henrietta Lacks. Ella era negra y pobre en los Estados Unidos de los años 50, donde eran segregados y discriminados. De hecho, cuatro años después de su muerte, Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús de la ciudad de Montgomery iniciando la lucha por los derechos de las personas negras.
Henrietta Lacks no vio esos cambios. Sus células, únicas en el mundo, fueron tomadas para la investigación sin su consentimiento ni el de su familia. Este robo, entonces legal, hoy no, ha permitido alcanzar los mayores avances en investigación. Las células HeLA son cancerosas, se reproducen cada 24 horas y son inmortales. Han permitido estudiar efectos de toxinas, hormonas y virus en estos tejidos sin tener que experimentar en humanos.
"Aunque la recolección y el uso de las células de Henrietta Lacks en la investigación era una práctica legal y aceptable en la década de 1950, tal práctica no sucedería hoy en día sin el consentimiento del paciente”
Gracias a ellas se desarrolló la vacuna contra la polio en poco tiempo en un momento de epidemia de esta patología. También se investigó la influencia del virus del papiloma humano (VPH) en la formación de tumores de cuello uterino, el mismo que había tenido Lacks. Y se descubrió que los cromosomas están protegidos por la telomerasa, una enzima que se encuentra en las células HeLa y son las responsables de su inmortalidad.
Diversos investigadores han hecho uso de este tejido que ha sido cedido ampliamente por el hospital, aunque el laboratorio, Thermo Fisher, por su parte, se ha beneficiado económicamente de ellas. La familia nunca fue informada de la biopsia ni del uso del tejido de Henrietta, y esta situación supuso un conflicto ético importante. Gracias a ello actualmente se cuenta con los consentimientos informados para obtener cualquier muestra de los pacientes.
Desde Johns Hopkins han indicado que podrían haber hecho, "y deberíamos haber hecho más para informar y trabajar con los miembros de la familia de Henrietta Lacks por respeto a ellos, su privacidad y sus intereses personales. Aunque la recolección y el uso de las células de Henrietta Lacks en la investigación era una práctica legal y aceptable en la década de 1950, tal práctica no sucedería hoy en día sin el consentimiento del paciente”.