La leche materna es la mejor fuente de alimentación para el bebé, como señalan desdela Organización Mundial de la Salud aporta a los niños nutrientes, anticuerpos y todo aquello que los recién nacidos necesitan. Sin embargo, "también podría ser una vía de exposición infantil a contaminantes ambientales presentes en el organismo de la madre”, señala Nicolás Olea jefe del grupo del Ciberesp.
Las madres están expuestas a contaminantes ambientales comunes, principalmente a través de la dieta. Ante ello, el equipo de Olea ha estudiado las muestras del Banco de Leche del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada para conocer los niveles de metales y tóxicos concentrados en la leche materna.
El estudio, publicado en International Journal of Hygiene and Environmental Health, han analizado 242 muestras de diferentes grupos de donantes como multíparas, trabajadoras manuales, con educación universitaria, habitantes de pueblos, de zonas urbanas, exfumadoras o con sobrepeso.
"La leche de donantes de Granada fueron más elevadas para arsénico, similares para mercurio y bastante bajas para plomo y cadmio”
Los resultados reflejaron que que la mayoría de las muestras (97%) presentaba arsénico, el 81% mercurio, la mitad (51%) plomo y un 38% cadmio. La investigadora del Ciberesp Carmen Freire, primera firmante del trabajo, indica que “en comparación con otros estudios europeos y nacionales, como los realizados en Madrid (2003-2004) y Santiago de Compostela (2018-2019), las concentraciones de metales en la leche de donantes de Granada fueron más elevadas para arsénico, similares para mercurio y bastante bajas para plomo y cadmio”.
Las concentraciones de arsénico fueron mayores en leche materna de donantes primíparas, mientras que las de mercurio fueron más elevadas en donantes con mayor consumo de pescado graso y carne y menores en muestras de mujeres con mayor consumo de productos lácteos y en aquellas recogidas después de un posparto más largo.
En cuanto al plomo, la mayor cantidad se halló entre las donantes multíparas, las que ganaron peso después del embarazo y las exfumadoras, y fue menor en las muestras recogidas más recientemente y de donantes con mayor consumo de carne roja y huevos. Y la detección de cadmio fue mayor en las muestras de donantes que reportaron mayor consumo de fritos y comida enlatada y fue menor en las muestras de donantes que consumían pan con más frecuencia.
“Tal y como sugiere la iniciativa europea en Biomonitorización Humana (HBM4EU), dada la vulnerabilidad del lactante y muy especialmente de bebés prematuros hospitalizados que reciben leche del banco, sería necesario monitorizar de forma rutinaria la presencia de estos tóxicos ambientales en la leche y dar recomendaciones sobre hábitos saludables a las madres donantes”, concluye Nicolás Olea.